Amantes de los viajes, decidieron que era tiempo de emigrar para tener la experiencia de vivir desde otra perspectiva y enriquecerse con otra sociedad; hoy sostienen que aprendieron a querer más al país y que “tal vez en unos años más Argentina se convierta nuevamente en un faro de esperanza”
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Apenas se conocieron, allá por el 2003, Patricio y Silvia cruzaron juntos fronteras por aire y tierra. Él, que trabajaba en logística dentro de una empresa aérea, contaba con el beneficio de volar, lo que los llevaba a diversos destinos del planeta varias veces al año. Amantes de estar en el camino, también solían recorrer varios puntos de la Argentina en micro, y más tarde en auto, donde disfrutaban de los paseos cortos a pueblitos de la provincia de Buenos Aires o de ir más lejos, atravesar provincias, e incluso cruzar a los países limítrofes: “Los viajes están impresos en nuestro ADN, nos gusta y nos apasiona contar que somos `viajeros frecuentes´”, asegura Patricio, mientras repasa su historia.
Quedarse encerrados en un shopping de Caracas durante una protesta masiva o perderse en Nueva Zelanda, es apenas una pequeña muestra de un sinfín de anécdotas acumuladas en los 20 años de travesías incansables. Para Patricio y Silvia, que se conocieron siendo muy chicos y se casaron en el 2018, cada parte de su ser queda impreso en los lugares y las personas que conocen en su andar: “Y en cada regreso sentimos que ya no somos los mismos. Los viajes provocan que volvamos culturalmente enriquecidos, con menos prejuicios, y tal vez con mayor comprensión sobre lo que le pasa a nuestro país y a nuestra sociedad”, reflexiona.
Para la pareja argentina, sin embargo, había algo que faltaba. Conocer lugares no es lo mismo que vivirlos y, cierto día, comprendieron que era tiempo de dar un salto más grande. Era tiempo de emigrar. No por necesidad, tampoco por escape, ni para perseguir una oportunidad. Emigrar para tener la experiencia de vivir desde otra perspectiva y aprender de otra sociedad.
Italia ancestral y llegar al sur de “la bota”
La decisión de vivir una nueva aventura, pero esta vez por tiempo indefinido, no fue tan fácil como lo habían esperado. Las emociones se agolparon extrañas, desconocidas. A Silvia le daba cierto temor alejarse de sus afectos y amigos, de sus buenos trabajos, y de su tan querida Argentina. No era sencillo despedirse de Villa Devoto, de los paseos en bici por Parque Saavedra, las salidas con Arnold -su perrito- a la Plaza Arenales, ni decirle adiós al café habitual en el shopping de la zona.
Pero la necesidad de seguir creciendo en perspectiva y conciencia era más fuerte y, finalmente, a fines del 2022 y tras largas noches de charlas, decidieron emigrar con los temores a cuestas y una buena dosis de esperanza y felicidad.
Tras vender todo partieron a Italia, la tierra de sus abuelos y bisabuelos, con el objetivo de obtener su ciudadanía europea por “derecho de sangre” (Iure sanguinis). Llegaron al sur de “la bota”, a Matera (Basilicata), allí los aguardaba Fabián, otro argentino como tantos argentinos, que también estaba tramitando su ciudadanía en aquella comunidad: “Teníamos buenas referencias de Matera en términos de calidad de vida y gestión a la hora de hacer la ciudadanía. Es fundamental la elección de la ciudad para el trámite, hay lugares colapsados de argentinos. Por otro lado, debemos decir que nosotros fuimos muy prolijos y trajimos todos los papeles listos desde la Argentina. Incluso, quince días antes de viajar a Italia, nos fuimos a Santa Rosa, La Pampa, a buscar la partida de nacimiento de mis abuelos. ¡Increíble todo lo que vivimos en esos tres días!”
Belleza, café, gritos, “dolce vita” y prejuicios: “Los italianos prefieren inmigrantes argentinos porque conocen la historia”
Matera amaneció hermosa. La ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, encandiló al matrimonio, capaz de respirar cultura en cada rincón. Pronto descubrieron que los paisajes encantadores de la región parecían no tener fin, entre las callejuelas y la arquitectura medieval, las playas cercanas y la vegetación exuberante.
La gente, en cambio, se presentó impactante por otros motivos. En su nueva comunidad todos parecían ser demasiado intensos, con sus gestos efusivos, su actitud desconfiada y sus gritos constantes: “Pero eso sí, en todo momento absolutamente graciosos”, señala Patricio. “Que estén a la defensiva, griten o gesticulen desmedidamente no siempre es señal de enojo, simplemente son sus formas de comunicarse, muy característico de los italianos del sur, muy emparentados con los griegos”.
“Es muy llamativo verlos en las barras de los bares tomar su café cortito e intenso (lo llaman espressino) varias veces al día, como un ritual que les permite recargar energía para continuar con su rutina. El café en el país de los apeninos es `cosa seria´”, continúa. “Otra cuestión que nos llamó la atención y que tiene que ver con su estilo de vivir la `dolce vita´ es su forma de vestir. Sea la estación del año que sea, ellos lucen muy elegantes y con mucho perfume. Es difícil verlos en ojotas o sandalias, aún en fines de semana. Posiblemente esto tenga que ver con el culto que ellos le rinden al `buen vivir´. Porque si hay algo que nos queda claro es que a los italianos les gusta el `dolce far niente´, sentarte en los bares, o en las plazas de la ciudad a no hacer nada, como dicen ellos”.
“Capítulo aparte es su devoción por la comida, la pizza es la mejor del mundo. Desde nuestra llegada disfrutamos mucho su gastronomía. Pero claro, cuando comes en algún bar o restaurante a veces es mejor hacerlo dentro del local, las mesitas afuera se llenan y los italianos fuman muchísimo. Puede llegar a ser molesto para los que no tenemos el hábito”.
“Los argentinos tenemos muchas cosas de los `tanos´, pero quizá seamos una sociedad un poco más abierta al mundo y considerablemente más permeables al intercambio cultural. En Matera, desde nuestra óptica, la gente es bastante prejuiciosa con los inmigrantes, esta ciudad tiene una gran cantidad de todas las nacionalidades, pero las culturas difícilmente se mezclen y se vinculen entre sí. Los italianos del sur se muestran muy localistas, ligeramente cerrados en sus tradiciones y poco permeables al intercambio cultural. Aunque debemos decir que, una vez que entran en confianza, los materanos suelen ser agradables”.
“La inmigración en Italia es un tema de debate, hay posiciones encontradas. Pero la realidad es que hay un motor productivo que, sin la mano de obra extranjera, difícilmente subsista. Frente a esta realidad, los italianos prefieren inmigrantes argentinos porque conocen la historia, y la mayoría te cuenta que algún tío, abuelo o primo emigró a la Argentina en tiempos de guerra, buscando una vida mejor. Aunque de entrada son distantes, ellos sienten ese lazo con nosotros, y por supuesto, les brota la palabra `Maradona´ como si fuese un hilo conductor que une nuestras culturas para siempre…”
Oportunidades y calidad de vida: “Una pareja como nosotros, trabajando los dos, podemos ahorrar 600 euros al mes, viviendo dignamente”
Para el matrimonio, caminar a cualquier hora sin los temores habituales fue extraño, al igual que notar cómo la gente extraía dinero de los cajeros totalmente abiertos y ubicados en las calles. Nadie parecía vivir con miedo al robo, aunque pronto escucharon historias de lugares peligrosos, como algunas zonas de Bari, donde la mafia domina ciertos sectores.
Fue a los pocos días de su llegada que notaron la presencia de jóvenes argentinos trabajando, en su mayoría, en bares y restaurantes. Allí, en el sur, parecían abundar las oportunidades laborales del estilo, en especial en temporada, en los rubros de servicios y hotelería, donde los requisitos suelen ser mínimos.
“Italia es una sociedad envejecida, entonces buscan cubrir puestos y generalmente lo hacen con los jóvenes extranjeros. A nivel empresas hay un poco menos de oferta, y es importante contar con ciudadanía y poseer un buen manejo del idioma para ser contratado. Lo cierto es que oportunidades hay con o sin ciudadanía, pero también hay muchos oportunistas que, sabiendo la necesidad de los inmigrantes, los contratan para pagarles menos de lo que debieran y bajo condiciones laborales muy inferiores. Hay mucha `avivada´ también. Aunque muchas cosas funcionen bien no debemos idealizar ni romantizar la vida en Europa. Dicho esto, las oportunidades varían de ciudad en ciudad. Algunos sostienen que las mejores oportunidades están al norte de Italia, en ciudades como Milán o Bolonia, con mayor desarrollo industrial”.
“En relación a los salarios, diremos que ha cambiado un poco la situación a partir del conflicto entre Rusia y Ucrania. Este último año hubo inflación y se siente el aumento en los precios. Por estas latitudes no están acostumbrados a estos aumentos, y se nota una merma en el consumo. Nos llamó la atención muchos negocios cerrados. Entendemos que la pandemia hizo su parte, sin embargo, los italianos son optimistas de que la situación económica en Italia y en Europa en general tienda a mejorar”.
“Pese a todo, la capacidad de ahorro es sustancialmente mayor a la que podés tener en Argentina. Todo dependerá de cuántos integrantes conformen la familia, y la conducta que tengan con los gastos. Una pareja como nosotros, trabajando los dos, podemos ahorrar 600 euros al mes, viviendo dignamente, dándonos nuestros gustos de pasear o comprar algo de ropa. Los alquileres rondan entre 500 a 800 euros al mes, dependiendo la ciudad”, afirma el argentino, quien es licenciado en Relaciones Laborales, y estudiante de Psicología Social.
“Merecen ser mencionados la limpieza y la conservación de los espacios verdes. Hay mucha conciencia al respecto del reciclaje, todos los días de la semana se dividen los residuos, y aquellos ciudadanos que no cumplan con el plan de separación son multados. Los recolectores de residuos no levantan las bolsas si estas no están diferenciadas, y no se corresponden al día de la semana. Por ejemplo, los jueves se tiran plásticos y metales únicamente”.
Aprendizajes de la propia identidad: “Tal vez en unos años nuestro país se convierta nuevamente en un faro de esperanza para aquellos que buscan un mejor destino”
Silvia y Patricio dejaron Argentina atrás para conocer otra realidad, enriquecer sus perspectivas y respirar la atmósfera de la tierra de sus ancestros. El camino no fue sencillo, pero sienten que fueron las mismas dificultades las que los hicieron comprender la capacidad que poseen los argentinos para afrontar escenarios diversos.
Hoy, con 37 y 35 años, recomiendan a todo aquel que piensa en una experiencia migratoria, que lo haga. Las piedras en el camino, que son muchas, son compensadas con la ayuda desinteresada que emerge indefectiblemente. En su caso, estuvieron Fabián y Laura, luego Rodrigo, Rosario y sus hijos, y no dudan de que, siempre que lo necesiten y sin importar dónde estén, la ayuda necesaria surgirá en el recorrido.
“Todos ellos, argentinos atravesando situaciones similares, nos abrieron su corazón ofreciéndonos ayuda sincera y sentimos una gratitud inmensa. Es incalculable e invaluable el vivir esta experiencia para nosotros, sobre todo en términos de desarrollo personal. Atravesamos situaciones que te exigen armarte de paciencia y mucha templanza. Sin embargo, al final del día siempre terminamos con una sonrisa, contentos por lo logrado, los lugares recorridos, los aprendizajes”, reflexiona Patricio, quien está escribiendo un libro sobre emigrar basado en su experiencia en el sur de Italia y sus viajes por el mundo.
“No descartamos volver a la Argentina en algún momento, aprendimos a quererla mucho más estando a la distancia, y sobre todo, a entender por qué nos pasa lo que nos pasa a los argentinos. Pese al momento que vive la nación, sabemos que hay mucho potencial humano para salir adelante y que tal vez en unos años más nuestro país se convierta nuevamente en un faro de esperanza para todos aquellos que buscan un mejor destino”.
“Luego de viajar tanto y ver otras realidades, podemos comprender lo importante que es forjar una identidad y un sentido de pertenencia. Seas de donde seas y vivas donde vivas. El mundo nos une…”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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