Don Miguel Antoniucci llegó a la ciudad de Mar del Plata en 1911, como uno de los tantos pioneros, con un bagaje de experiencias e ilusiones. Formado en la escuela europea, trajo una concepción paisajista que conjugaba la tradición con la renovación. En 1919 comenzó con su florería y vivero, que en ese entonces se llamaba Palermo, frente a la plaza Colón, donde las familias de la aristocracia se deslumbraban con variedades de dalias que don Miguel había traído de Italia.
Entre el 30 y el 40, con los cambios políticos, sociales y con la llegada de la ruta 2, la ciudad comenzó a cambiar su fisonomía. Para ese entonces, adquirió la manzana de Tucumán y Peña, que atendería junto a sus hijos Adelmo y Orlando. En la década del 50, su hijo menor Miguel A. Antoniucci se recibió de ingeniero agrónomo, y tras una destacada experiencia en Europa, se unió al negocio familiar para enriquecer la tradición y llevar a cabo importantes obras paisajísticas. En 1978 la familia dividió la sociedad de hermanos, compraron la manzana del actual Centro de Jardinería y las primeras parcelas del cultivo actual, que hoy ocupa más de 70 hectáreas sobre los fértiles campos de Valle Hermoso.
A partir de allí, avanzaron en las líneas de producción y cultivo propio, a través de la implementación de nuevas tecnologías y la racionalización de agroquímicos, la expansión de la producción en cantidad, calidad y variedad. Hacia fines de los años 90 se incorporó la cuarta generación, que sumó nuevos negocios a la oferta de productos y servicios del Vivero.
El vivero hoy
Su lema es "Naturaleza desde el origen". Así, parten del inicio de la vida de la planta: un gajo o una semilla. Trabajan en los invernáculos de multiplicación y cría de plantines, y en sus 3 hectáreas de sombráculos donde están las almacigueras y camas calientes. Luego se pasa a cultivo a campo o a la zona de cría en contenedor (entre 3 y 15 litros). Desde el origen, pasarán como mínimo tres años para lograr una planta comercializable.
"Nuestras plantas cultivadas en envase lucen y brillan como aquellas cultivadas a campo, pero con la ventaja de poder trasplantarse de forma segura todo el año", cuenta Nicolás Antoniucci, bisnieto de quien comenzó con el proyecto. La tendencia en Europa es criar solo en contenedor, y Vivero Antoniucci ya comenzó con la transformación cultural necesaria para estar a la vanguardia.
Como novedad, el Vivero Antoniucci trajo hortensias de Holanda que cultivan en exterior para entregar las plantas fortificadas. Además, están trabajando en una serie de nuevas fotíneas, y ya lograron patentar una variedad de hojas bordó.
Vivero Antoniucci es una empresa familiar, con 100 años de experiencia en el rubro, apoyada sobre tres pilares: la venta al público en el Centro de Jardinería; la venta por mayor desde Mar del Plata hasta La Angostura; y el paisajismo, con diseño y obra. ¿Y cuál es el secreto de su éxito? La organización y el respeto por los roles de cada integrante de la familia. Pero además, el éxito está en la calidad humana del equipo de trabajo, y la antigüedad de su personal lo atestigua. "Del otro lado del mostrador están los clientes, que completan la definición del término nuestra gente. Valoramos la fidelidad y su preferencia a lo largo de todos estos años", dicen.
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