El skater que perdió la vista y siguió con su pasión: “No tenés que infravalorarte nunca”
A los 17 años, comenzó a perder la visión por uno de sus ojos y a los meses en ambos, pero no fue un impedimento para seguir adelante
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Cuando Marcelo Lusardi cumplió la mayoría de edad, recibió una de las noticias más desesperanzadoras de su vida: fue diagnosticado con neuropatía óptica de Léber, una enfermedad neurodegenerativa que afecta al nervio óptico y provoca pérdida visual.
El joven, de para ese entonces 18 años, llevaba meses tratando de encontrar respuestas a sus síntomas, luego de que en junio de 2015 comenzara a perder la visión por un ojo. Aunque al inicio le restó importancia, pensando que se trataba de cansancio, pronto comenzó a preocuparse.
Su primera reacción fue acudir al hospital para evaluar los síntomas. Sin embargo, los especialistas no obtuvieron éxito. No fue hasta noviembre de 2015 que la pérdida de visión por el otro ojo lo obligó a buscar, de nuevo, atención médica.
“Un caos total con los médicos porque ya no sabían qué decirme. Que a si a lo mejor tenía un tumor en el cerebro o era esclerosis múltiple”, narró Lusardi para Freeda, un medio nativo digital.
Con su decimoctavo cumpleaños llegó también la noticia que le dio un giro trascendental a su vida: lo diagnosticaron con neuropatía óptica de Léber, una enfermedad poco frecuente que se caracteriza por la pérdida súbita e indolora de la visión central, pérdida de las células ganglionares de la retina y atrofia óptica, de acuerdo con Orphanet, una base de datos europea sobre enfermedades raras y medicamentos huérfanos.
Tras ser diagnosticado inició, según él, la época más oscura a nivel psicológico. La tristeza, la incertidumbre y la desilusión fueron los elementos que se apoderaron de su vida. ”Me encerré en casa y dejé de usar el móvil. Mis colegas sabían que había perdido visión, pero no que me había quedado completamente ciego porque me incomuniqué. Me costó concienciarme de mi nueva realidad”, contó el joven al periódico español La Voz de Galicia.
Marcelo, quien había nacido en Argentina, pero emigrado a Galicia (España) en el año 2003 junto a sus padres, encontró de nuevo la esperanza de la mano de Mónica Monasterio, una mujer ciega -amiga de unas personas cercanas a sus progenitores- que lo empoderó para dejar a un lado los miedos y la vergüenza que para él conllevaba usar bastón. “Si ella puede, ¿por qué yo no?”, se alentó el joven.
Renacer en una patineta
El skate, más que un deporte o un pasatiempo, se convirtió en un motivo para que Marcelo Lusardi renaciese, luego de haber perdido completamente la visión en sus dos ojos. Según contó, la plaza que hay detrás del Parlamento de Galicia, en Santiago (noroeste de España), pasó de ser un lugar más a transformarse en un punto de encuentro habitual para sus colegas y muchos aficionados de la zona.
Si bien, al inicio, las posibilidades de volver a subirse a una patineta eran casi nulas, Marcelo logró desafiar sus límites. Comenzó patinando en línea recta y poco a poco fue adquiriendo mayor seguridad hasta lograr lanzarse de una rampa en curva. No solo recuperó el equilibrio, sino que también aprendió a guiarse por referencias sonoras como, por ejemplo, los sonidos del parque infantil, los autos en la carretera, sus amigos sentados en el banco o los niños jugando al fútbol en la cancha. Patinar en una pista nueva tampoco resulta complejo para Lusardi, quien ha aprendido a hacer reconocimiento antes de montarse en su skate.
“Tengo que hacer primero un reconocimiento antes de montarme en el patín para saber cómo moverme por ese espacio y hacerme mi GPS mental, como un ciego maps”, dijo entre risas al periódico español citado anteriormente.
Su camino en el skate inició a la edad de 11 años, siete años antes de que fuese diagnosticado. No obstante, hay algo que el joven tiene claro: ahora patina mucho mejor que antes, con menos miedo y más ganas.
Si bien no ha sido un proceso de adaptación fácil, pues admite que hay días en los que le cuesta asimilar la pérdida de su visión, ha tratado de abrazar su situación como lo que es, una realidad que lo ha llevado a explotar al máximo su talento y a ser admirado por miles de personas.
”Haberme quedado ciego me ha enseñado que no tenés que infravalorarte nunca, compararte con nadie. Tenés que ser vos mismo, hacer las cosas que te gusten, a tu manera”, concluyó la joven promesa del skate, que anhela que este deporte llegue a una paralimpíada, en diálogo con Freeda.
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