El profiláctico, la vigencia de un clásico
Según destacan algunos libros de historia, los primeros en usar preservativo o algo parecido fueron los egipcios, que en frisos y murales dejaron testimonio de un extraño envoltorio usado al momento del encuentro erótico; pero se sabe a ciencia (casi) cierta que los romanos fueron quienes empezaron a confeccionarlos con tripas secas de animales. Entonces los médicos aconsejaban ponerlos en remojo un rato antes, para que se "ablandaran", ritual que a más de uno le habrá bajado la libido. En épocas de luises los señores acomodados recurrían a una bolsita de terciopelo, más tarde a una funda de lino (rociada con una infusión de hierbas astringentes, a modo de espermicida) especialmente diseñada para evitar el contagio de sífilis. Ya esos tiempos anticipaban la mentalidad ecologista, pues además de "orgánicos" eran de quita y pon: se lavaban, y se volvían a usar.
El desarrollo del preservativo cobró impulso con la aparición del caucho vulcanizado de Charles Goodyear, el mismo fabricante de llantas para coches, recuerda la Gran Enciclopedia del Sexo de Oscar Urbiola (Editorial Integral). Hasta 1930 se hicieron con ese material, luego el látex haría la gran revolución al permitir la producción masiva de ejemplares cada vez más delgados y sensibles al contacto, y económicos. Claro, hasta la aparición del SIDA nadie los usaba con frecuencia. Cuestión es que la vigencia del invento permite inferir que lo que no desapareció en este mundo son las enfermedades de trasmisión sexual . Hasta hoy ha demostrado ser un recurso clave a la hora de combatirlas, junto con la abstinencia y la monogamia, dos alternativas a las que pocos individuos se apuntan concienzudamente.
Respecto de la tecnología, en este siglo XXI se esperan avances significativos en pos de perfeccionar o sustituir la materia prima y así reducir al mínimo la posibilidad de roturas. Por ejemplo, en la Universidad de Queensland, Australia, estudian las propiedades de una nanocelulosa extraída de una planta originaria de Oceanía, mientras que en California apuestan a desarrollarlos en polietileno, el material estrella, según los expertos.
Queremos creer que a lo quiso referirse el Dr. Albino días atrás, durante su exposición acerca del aborto en el Senado de la Nación, es que el método es infalible pero por el uso incorrecto, no por su "porosidad". Si bien son de una elasticidad capaz de adaptarse a todos los talles, muchas veces se deslizan durante el acto sexual, algo que sucede en el 13% de los casos, coinciden las estadísticas. Por ése y otros motivos (el 17% de los jóvenes dice haber perdido erección al colocárselos) en la actualidad hay quienes eligen no usarlos, y he ahí el problema. Basta revisar el creciente aumento de esas viejas patologías en ciudades del primer mundo, como Nueva York, donde el Estado ha publicado estudios y artículos alertando sobre el retorno del flagelo. Eso es volver a las cavernas, de donde los argentinos llevamos siglos intentando salir.
Para quienes todavía dudan, en la web del Ministerio de Salud de la Nación figuran recomendaciones para verificar su eficacia, e incluso aclaran que existen productos especiales para alérgicos al látex.
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