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Frecuentemente nos quejamos de cierta desidia de nuestros gobernantes o de la falta de acción de su parte, pero la ineptitud quizás no sea el peor atributo de ellos, la historia nos dice que algunos gobernantes han cometido atrocidades, corrupciones o acciones extravagantes debido a una condición determinante: la locura.
La historia a veces nos cuenta poco, otras veces nos permite profundizar sobre ellos y saber en detalle cuántas locuras cometieron o les permitieron sus gobernados. Preguntarnos si el poder enloquece en ciertos casos es fácil de contestar y en otros…también.
Abordar la historia de Roma nos permite analizar las decisiones de ciertos elegidos, debido a su accionar o fascinación y amparados en su poder, en la antigua Roma imperial los diferentes emperadores tuvieron algo más que excentricidades. Cuatro de ellos son claro ejemplo de a dónde los llevó su mente.
Vino con sangre de vacas
Sexto Vario Avito Basiano, llamado Heliogábalo, empezó su reinado por cambiar el culto a Júpiter por el del Dios sirio El Gabal, de ahí su sobrenombre. Esto provocó que legionarios se rebelaran frente al nuevo culto pero fueron sofocados.
Del emperador se sabía que bebía vino mezclado con sangre de vacas y hasta de niños, aficionado a las fiestas, sus orgías llegaron a ser extremas, castrando a quienes participaban.
Entre sus locuras no sólo se casó y divorcio de varias mujeres, sino que en un momento contrajo matrimonio con dos hombres a la vez, rompiendo los tabúes de su época.
La disforia de género llevó a Heliogábalo a ofrecer riquezas al médico que lo operara y lo transformase en mujer, pero ninguno se animó a hacerlo. De todas formas, nada le impidió vestirse como una mujer y exigir a sus súbditos que le llamasen emperatriz.
Entre la leyenda y los rumores que rodearon su vida se dice que se auto castro, y que se escapaba a los prostíbulos para ofrecerse a quien quisiera estar con él. En el palacio llegó a utilizar un cuarto para actuar de la misma forma con quien pasase por sus pasillos.
A sus medidas, y pese a que el status quo de su sociedad no lo permitía, sumó la de crear un Senado para mujeres, y permitió que una mujer dentro del Senado esté en igualdad de condiciones con cualquier varón.
Entre sus excentricidades estuvo la de abrir los baños a todo el mundo para ver el cuerpo desnudo de cualquier ciudadano y otorgar puestos importantes a los atletas u hombres dotados. Pero el fin de sus locuras llegó a sus 18, su abuela conspiró en contra y murió asesinado, abrazado a su madre, y luego decapitado. Ni bien murió se prohibió a las mujeres convocar al senado. Fue el primer emperador bígamo y transexual que intentó romper todas las tradiciones.
El ícono de los gobernantes locos
Su apodo Calígula (botitas) o como se llamaba realmente Cayo Julio César Augusto Germánico, icono de los gobernantes locos, paseaba disfrazado de Alejandro Magno y nombró a su caballo como Cónsul. En una de sus fiestas tuvo un ataque de risa y confesó que le daba gracia saber que, si quería, a todos los presentes los podía mandar a asesinar.
Mantuvo relaciones sexuales con sus hermanas y a lugar que asistía, y en el que quería, abusaba del dueño o dueña, castigando a los cónyuges si la pareja no habia estado a la altura.
Su gobierno se caracterizó por la crueldad, extravagancia y perversidad sexual, emprendió un conjunto de reformas públicas y urbanísticas que acabaron por vaciar el tesoro.
Mucho más no podían tolerar los romanos, tuvo constantes conspiraciones en su contra, hasta que su fin se llevó a cabo y lo asesinaron en el año 41.
Mucho más cruel que un incendio
Decir que un hombre quería ser músico, actor o poeta no lo exime de convertirse en una persona cruel, sin escrúpulos, asesino y sanguinario. Tal es el caso de Nerón Claudio César Augusto Germánico, mejor conocido como Nerón.
Él era adoptado y su hermanastro -hijo biológico y heredero llamado Británico- lo padeció ya que Nerón no solo abusó sexualmente de él sino que días después lo envenenó. Pero esto no es lo más grave, su madre arregló su casamiento situación que lo incomodó y obsesionado por el poder e influenciado por su segunda mujer, Popea, intentó varias veces envenenar a su progenitora, Agripina. El intento fracasó porque esta había sido advertida por el oráculo y se había inmunizado tomando, previamente, pequeñas dosis de veneno. También quiso aplastarla en su habitación, con un techo de plomo, pero otra vez falló. Los intentos seguirían: un nuevo atentado lo sufrió viajando en barco, pero solamente fue herida, hasta que Nerón contrató asesinos que la interceptaron y apuñalaron, ella pidió que lo hicieran en el vientre en donde había gestado a su hijo.
Como si los crímenes hasta el momento fuesen poco, asesinó a sus dos esposas: la primera su hermanastra, Claudia Octavia. Él no la soportaba y era infértil y, además, se había enamorado de Popea que le exige a Claudia que se suicide y como no lo hizo, el emperador la mandó decapitar por la guardia.
En el año 65, Nerón se encontraba totalmente fuera de sí por la cantidad de vino que había ingerido, Popea -que estaba embarazada- fue atacada y pateada en el piso, no solo matando a su bebe, ella también perdería la vida. Se dice que luego de eso castró y se casó con un hombre que era parecido a su difunta esposa.
El hecho que se le atribuye y por el cual es más conocido, es el incendio de Roma, pese a que él no se encontraba allí en el momento e incluso brindó ayuda a los damnificados. Buscando un chivo expiatorio, se corrió el rumor que mientras se propagaba el incendio, Nerón cantaba y tocaba una lira encantado por las llamas. El historiador Suetonio dice que probablemente él mandó iniciar las llamas, luego sobre ellas construiría el palacio Domus Aurea, con algunas partes a las que hizo cubrir de oro, nácar y piedras preciosas.
Culpó del incendio a los cristianos, para apaciguar los rumores sobre él, los persiguió, los torturó, los denigró y los quemó o crucificó utilizando hasta su propio jardín.
Otra de sus locuras era que torturaba a las personas con sus actuaciones y cantos, las obligaba a verlo y aplaudirlo, por eso la gente fingía estar muerta para escapar de sus performances.
Tanta fue su locura que sus últimas palabras antes de suicidarse ayudado por un secretario fueron: ¡Qué gran artista muere conmigo!
La reencarnación de Hércules y la estatua decapitada
El último de estos emperadores -que obtuvo popularidad por la película de Ridley Scott, protagonizada por Joaquin Phoenix- fue Lucio Aurelio… Cómodo.
Pese a ser caracterizado en el cine de manera cruel, se sabía que era aún peor. Durante su gobierno los senadores romanos intentaron conspirar constantemente contra él, tanto que provocaron que el modo de hacer las cosas de Cómodo se fuera haciendo progresivamente más despótico y tiránico.
Casó a cuatro de sus hermanas con potenciales rivales a su puesto. Una de ellas intentó asesinarlo y fue exiliada y luego asesinada a sus órdenes.
Una de sus mayores locuras era que se creía la reencarnación de Hércules y como bien retratan en el film “Gladiador” lo intento demostrar peleando contra lisiados, discapacitados, personas heridas y animales exóticos, manteniéndose a distancia desde una torre elevada. Por aquellas actuaciones cobraba a la ciudad de Roma sumas exorbitantes, por ser un gladiador estrella.
En el año 191, luego de un incendio en Roma se proclamó el nuevo Rómulo y -aprovechó- a agregar su nombre a edificios, legiones y demás. También decapitó la estatua “EL Coloso” y le hizo poner su cabeza. Al año siguiente, luego del incendio que destruyó varios templos, anunció que seguiría como cónsul y gladiador.
Varios conspiradores, junto a su concubina Marcia, envenenaron la comida del emperador, pero éste vomitó el veneno y fue a darse un baño. Los conspiradores, temiendo la venganza de Cómodo si los descubría, lo estrangularon en la bañera. Al día siguiente el senado declaró a Cómodo como enemigo del pueblo, pero aquello sumió a Roma en una nueva guerra civil.
Si el poder está asociado a la pérdida de sensatez o locura no se puede comprobar, así como dice Foucault: “En la medida en que el poder se sitúa en la conexión, no está vinculado a un polo, es decir, no es monopolizado por una única parte, el poder es ejercido por todos los sujetos” o sea que no solo el poder enloquece, sino que al poseerlo, todos podemos ser potencialmente locos. Por eso, como bien sintetizó el tío Ben: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
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