Aunque fue en 2017 que se cumplió el primer cuarto de siglo de su muerte, este es un año especial para los fanáticos de Astor Piazzolla. Al estreno de Piazzolla: los años del tiburón, el gran film de Daniel Rosenfeld que revela imágenes inéditas del autor de "Adiós Nonino", la celebración por los 50 años del estreno de "Chiquilín de Bachín" (Amelita Baltar la interpretó en la final del Mundial de Tango en el Luna Park) y una nueva edición de Experiencia Piazzolla, el festival que celebra su obra en la Ciudad Cultural Konex, debe añadirse la reedición en vinilo de cinco discos indispensables.
A la oleada de reediciones de clásicos del rock nacional en vinilo que impulsa Sony desde hace tres años, y que también incluye el lanzamiento de novedades en ese formato, se suma ahora esta incursión del sello en otros géneros.
Se trata de uno de los artistas argentinos de mayor prestigio y proyección internacional. Y más allá de estrategias de mercado, es una apuesta que no sólo merece ser aplaudida y celebrada, sino aplaudida e imitada. Las bateas de vinilos ganan cada vez más lugar, no sólo en las pocas disquerías que sobreviven en la Argentina, sino en las grandes cadenas de libros y música, que siguiendo una tendencia global, apuestan a ese formato.
Se recupera, así, un placer melómano. El incomparable ritual de romper el borde del celofán, quitar el disco de su sobre protector, ponerlo en la bandeja y sentir caer la púa. Lo que sigue es un lujo, la música de Piazzolla, el Gershwin de Buenos Aires, con la dimensión mágica y misteriosa que otorga el vinilo, el formato para el que fue originalmente concebida.
Los cinco títulos son:
Astor Piazzolla - Concierto para Quinteto (1971)
Compuesto especialmente para los músicos que integraron su grupo durante una década, el "Concierto para quinteto" incluye también nuevas versiones de piezas emblemáticas como "Invierno porteño" y "Primavera porteña". Pero la rareza es el Lado B, donde Piazzolla, a solas con su bandoneón, rinde tributo a los que considera los tres compositores más importantes de la época romántica del tango: Francisco de Caro, Joaquín Mora y Juan Carlos Cobián. Así desfilan exquisitas relecturas de "La casita de mis viejos", "Loca bohemia" y "Flores negras", entre otros. El cierre es con una versión para cuatro bandoneones de "Recuerdos de bohemia", de Enrique Delfino, acompañado por Leopoldo Federico, Antonio Ríos y Rodolfo Mederos.
Piazzolla y su quinteto en el Teatro Regina (1970)
Grabado en vivo el 19 de mayo de 1970, este recital extraordinario incluye en su lado A "Las estaciones", es decir "Invierno porteño", "Verano porteño", "Otoño porteño" y "Primavera porteña". El lado B comienza con el clásico "Buenos Aires Hora Cero" y se suceden, luego, superlativas ejecuciones interpretadas por el grupo integrado por Kicho Díaz (contrabajo), Cacho Tirao (guitarra), Osvaldo Manzi (piano) y el violinista Antonio Agri. "Me puedo morir tranquilo" le dijo Piazzolla a sus músicos cuando escuchó por primera vez esta grabación. Así lo explica en las liner notes: "Siempre pensé en la frialdad y nerviosismo de los estudios de grabación, nunca nos hemos sentido comunicados, jamás hemos grabado un solo tema de primera intención, a veces he tardado horas en grabar un solo título". La calidez y el fervor del público jugaron un papel preponderante para que ese concierto, que se transformó en disco, sea uno de los registros más logrados de la música del compositor mayor de Buenos Aires.
Amelita Baltar interpreta a Piazzolla- Ferrer (1970)
María Susana Azzi y Simon Collier, autores de Astor Piazzolla, su vida y su música, sostienen que la colaboración con el poeta uruguayo Horacio Ferer fue la más importante de su vida. Entre 1968 y 1972 escribieron más de 20 canciones. Y este registro de Amelita Baltar, que por entonces era la pareja de Astor, incluye algunas de las más emblemáticas, como "Balada para un loco", "Balada para mi muerte" y "Chiquilín de Bachín", el valsecito que interpretaran por primera vez en una reunión en la casa del pianista Eduardo Lagos. Retrato de un niño que vendía rosas en Bachín, el restaurante que era epicentro de la bohemia porteña de esos años, es también un homenaje a toda una época. La voz de Amelita resalta con su porteñidad sobre una orquesta notable.
Astor Piazzolla y su Conjunto 9 – Música popular contemporánea de la ciudad de Buenos Aires – vol. 1 (1972)
Después de un viaje por Europa junto a Amelita Baltar y Horacio Ferrer, Piazzolla decidió ampliar su Quinteto. "Voy a ganar menos dinero, pero lo fundamental es tener algo nuevo para hacer", declaró en la revista Confirmado de aquél año, antes de entrar a estudios. El noneto está considerado como uno de los grupos más destacados de todos los que formó el bandoneonista alguna vez. A la formación del quinteto (que incluía a Oscar López Ruiz en guitarra eléctrica) se añadieron José Bragato (cello), Hugo Baralis (violín) y Néstor Panik (viola) y el percusionista José Correale . Esta formación ampliada le dio a la música de Astor una proyección orquestal, que se puede apreciar en piezas clave como "Tristeza de un Doble A" y el "Divertimento 9", compuesto especialmente para el grupo.
Astor Piazzolla y su Conjunto 9 – Música popular contemporánea de la ciudad de Buenos Aires – vol. 2 (1972)
Con el reemplazo de Osvaldo Tarantino por Osvaldo Manzi al piano, este segundo volumen de la Música Popular Contemporánea de la ciudad de Buenos Aires conjuga relecturas de obras clave compuestas a comienzos de los 60 (como "Verano porteño" y "Buenos Aires Hora 0"), con nuevas piezas como "Onda nueve" -compuesto especialmente para el nuevo integrante del grupo, que se luce en una extensa improvisación-, y "Baires 72" y "Oda para un hippie". Sobre estas últimas, decía Piazzolla: "Estas composiciones son para mí como una diversión particular. Casi alejado de los cánones tangueros empleo lo que yo considero la música popular contemporánea: una conjunción de rock con viejas canciones inglesas, gregoriano y hasta un poco de tango". Destacaba, también, las improvisaciones rítmicas de Oscar López Ruiz y José Correale. ¿Un detalle de color? En "Varadito" y "Verano Porteño", Antonio Agri ejecuta un violín Stradivarius, cedido especialmente para esa grabación por el prestigioso instrumentista italiano Salvatore Accardo.
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