El agresivo verbal: cómo lidiar con este tipo de personas sin comprometer nuestra paz mental
Todos nos encontramos, en algún momento de nuestra vida, con una persona que es verbalmente agresiva. Lo que sucede es que muchos emplean sus palabras como una forma de descargar sus frustraciones y su ira. Entonces, recurren a la crítica, a la descalificación, al sarcasmo, al chiste de mal gusto, etcétera.
¿Qué hacer frente a ellos?
Una primera técnica que podemos utilizar con los "descalificadores ocasionales" que no conocemos es la siguiente: cuando nos dicen algo agresivo, sencillamente les respondemos "lo voy a tener en cuenta" y nos vamos. No es necesario estallar ni discutir. Tampoco implotar y reprimir la bronca que sentimos frente a su actitud.
Una segunda técnica a la que podemos recurrir frente a la agresión verbal son los monosílabos: "uh", "oh", "mmm".
La tercera técnica frente a una descalificación -que es, a mi entender, la más certera- es decirle a quien agrede: "Mirá, el viento sopla, la montaña está firme y el sol observa. Pensalo". Y luego, nos retiramos. ¿Qué le dije? Algo que, de repente, se me ocurrió escribir en estas líneas para ejemplificar la última técnica. O: "Ya lo decía mi abuela: Tanto va el pájaro a la fuente, que mejor pájaro en mano. Pensalo. Es muy profundo lo que te digo" (aquí mezclé dos refranes). La persona quedará confundida. Es la técnica de la confusión.
No debe afectarnos lo que los demás piensan o hablan de nosotros. Además de las técnicas que podemos poner en práctica, nos convendría sumar dos posturas que todos necesitamos adquirir frente a la vida:
- Dejar de compararnos. La comparación es un veneno. ¡No hay que compararse con nadie! Cuando alguien gana, otro pierde. Pero, aunque uno le gane al otro, eso no significa que sea bueno en sí mismo. La comparación corre el foco de nosotros mismos, el cual nos habilita para superarnos; es decir, competir con uno mismo y desarrollar la "mentalidad de maratonista". Un maratonista no corre para ganarles a los demás, sino para superarse a sí mismo.
- Saber que existen dos voces en el mundo. Todos escuchamos dos voces: nuestra propia voz interna y la voz externa de otros. Cuando nuestra voz interna coincide con una voz externa, entonces, somos afectados. Por ejemplo: "La gente dice que soy un tonto". Si esa voz coincide con la mía (con lo que yo me digo a mí mismo), ambas se conectarán y me sentiré mal. Ahora, si la voz externa dice que soy un tonto, pero mi voz interior reconoce mis fortalezas, mis valores y mis capacidades, dichas voces no coincidirán y no seré afectado negativamente. No podemos cambiar la voz externa, pero sí la interna. ¿Qué nos decimos cada día a nosotros mismos? Cuando nuestra voz sea más importante y más fuerte que todas las voces externas, ya nada de lo que otros digan nos molestará.
En el fondo, toda persona agresiva verbal es insegura y busca que mordamos su anzuelo. ¿Cómo? Explotando o implotando. Es por ello que lo importante es no perder tiempo con él o ella porque, cuando le ganamos una discusión verbal a alguien, aun así perdimos. ¿La razón? Nosotros no elegimos la batalla, sino que la eligió el otro.
No perdamos tiempo en discusiones y agresiones verbales, que tanto abundan hoy en día, y mucho menos en ofensas personales. Construyamos hacia adelante y enfoquémonos en aquellas cuestiones que son verdaderamente importantes. La paz mental es fundamental para atravesar los tiempos que vivimos.
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