Editoras que toman el mando
El trato es artesanal. Atendida por sus dueños, impulsada por sus sueños. Desde hace siete años, la Feria de Editores (FED) leuda con cada edición. No se trata de un encuentro best seller, sino gourmet. Más de 250 sellos independientes porteños, del interior y de Hispanoamérica exponen sus manjares a lectores sibaritas y curiosos, hambrientos de novedades, sedientos por acariciar nuevos diseños. Cada libro está elaborado con ingredientes cultivados con originalidad, intuición y creatividad. El fin de semana próximo (de viernes a domingo), con entrada gratis, la Ciudad Cultural Konex se convertirá en la anfitriona de un banquete editorial con cocina de autor. Los responsables de cada sello acuden dispuestos a describir el menú de su catálogo. Entre sus creadores se destacan varias chefs que elaboran suculentas colecciones cuyo aroma se comenta en la región, una generación joven que bate claras y desmolda ejemplares en un universo donde los grumos machistas empiezan a derretirse.
¿Qué significa ser independiente? En algunas esferas de la cultura se impone la dicotomía on/off, una distinción que rechazan muchos realizadores porque reverbera a una marca de un repelente de mosquitos. María Fernanda Pampín, editora del fundacional sello Corregidores, se refiere a la esfera donde nada como un pez: "¿Independiente de qué? La respuesta tiene que ver con la libertad al tomar decisiones que afectan la política editorial y el rumbo que lleva el proyecto. El editor independiente, al no tener que responder a presiones que poseen las editoriales pertenecientes a grupos multinacionales, está más abierto a la bibliodiversidad y a cuestiones vinculadas a la 'novedad' en la literatura, en el diseño, en formatos, etcétera. El libro constituye y conlleva un desafío y un riesgo. El esfuerzo que implica concretar una edición es muy diferente y adquiere un carácter que podríamos denominar personal. Y esto hace también de la pasión por el libro una actividad excitante". Independiente no implica en absoluto ser amateur, sino osadía y velocidad en el comportamiento, intuición y personalidad para actuar lejos de los corsets del mercado –como el asfixiante chic lit, un subgénero posiblemente bautizado así por un hombre– y de las modas y tendencias, llamadas best sellers.
Las versiones cinematográficas de Mary Shelley y de Colette, así como la ficción The Wife, tres películas que se estrenarán este año, muestran la hegemonía masculina en el mundo editorial y literario, una atmósfera que persiste con el transcurrir de los siglos, pero que comienza a ser denunciada con mayor contundencia con voces que, en lugar de destruir, construyen. Una de ellas, señala Pampín, es el colectivo integrado por más de 2700 intelectuales hispanoamericanas llamado Nosotras Proponemos Literatura, reunido por primera vez este año para pensar el rol de la mujer en el campo cultural, literario e intelectual.
Vanina Colagiovanni, editora de Gog & Magog, adelanta que su editorial publicará en breve a nueve autores, seis mujeres y tres hombres. "Las autoras y editoras mujeres, salvo excepciones, históricamente hemos estado en un segundo lugar, omitidas. Y esto era tomado como una segunda naturaleza. Me ha pasado de tener discusiones con autores o editores hombres y que, ante mi queja porque editaban a pocas mujeres, me pidieran que nombrara a muchas autoras buenas, como pidiendo pruebas de su existencia. También me cansé de ir a seminarios, mesas o entrevistas públicas, compuestas únicamente por hombres, que hablaban con más hombres. Y que eso no les generara incomodidad, ni a ellos ni a los organizadores. Esto fue cambiando y ahora, por lo menos, en determinados ámbitos, no sucede tan seguido o, cuando pasa, muchas nos encargamos de que se observe y se cuestione".
Son las editoriales independientes las que impulsan en muchos casos que se conozcan obras y plumas exquisitas. Entre los autores argentinos de publicación reciente, leídos dentro y fuera del país, las responsables de sellos independientes coinciden y enumeran: Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Selva Almada, Gabriela Cabezón Cámara, Leila Guerriero, Ariana Harwicz, Laura Wittner, María Gainza, María Teresa Andruetto, Ariadna Castellarnau, Laura Alcoba y, claro está, Claudia Piñeiro. El machismo no solo se palpa en el mundo editorial, sino que son los lectores los que deben vencer sus prejuicios. "Voluntaria o inadvertidamente, las contorsiones mentales que hacen los hombres para no leer a mujeres son impresionantes", opina Andrea Palet, de la editorial chilena Laurel, que participará de la FED.
A su vez, hay que destacar un creciente interés por libros de temática feminista. "Es notable. Desde el surgimiento del #NiUnaMenos, el debate pasó del ámbito académico al familiar y creo que los lectores empezaron a buscar información, argumentos, estudios sobre el tema. Y hay también una ampliación del espectro. La denuncia contra la desigualdad y el repudio a la violencia machista no se limita a un género, al ensayo o al manifiesto, sino que admite muchos formatos: narrativa, poesía, cine, teatro, cómic. Hoy encontramos feminismo para todas las edades, narrado, testimonial, poético, visual, sentido y gritado. Esa demanda está siendo atendida, las librerías ya tienen un espacio o sector específico para estudios de género", señala María Eugenia Krauss, de Odelia.
En el rubro editorial trabajan muchas mujeres, pero son pocas las que ocupan cargos de poder, indica Krauss. Uno de los ejemplares destacados de su catálogo es Amora, el libro de cuentos de la brasileña Natalia Borges Polesso, a la que ha traducido al castellano. Odelia es una editorial integrada por ocho mujeres: "Escuchamos infinidad de veces la pregunta sobre cómo tantas mujeres pueden ponerse de acuerdo y trabajar en armonía. La respuesta es: sororidad".
La autora estrella del catálogo de Corregidor es la brasileña Clarice Lispector y a sus ocho libros se sumarán este año cinco más. Las poetas argentinas Olga Orozco, Alejandra Pizarnik y Susana Thénon y la narradora Eduarda Mansilla integran también este menú. Además, la editorial inauguró su última colección, dirigida por las hermanas Paula y María Fernanda Pampín, Narrativas al Sur del Río Bravo, con El río, de Débora Mundani, una novela escrita por una joven escritora argentina. Sin embargo, este panorama de fuerte presencia femenina es una decisión editorial y no una norma. A baño María, comienza a comprenderse que las mujeres constituyen más de la mitad del público lector aunque, sin embargo, hasta el presente se publiquen más autores que autoras. "Se publican muchos más libros escritos por hombres que por mujeres, cuyas obras son más difíciles de instalar en los mercados; los jurados son en su mayoría masculinos y lo mismo sucede con los premiados. El centro del canon está consagrado a los hombres, pensemos, por caso, en la literatura argentina. En las universidades se lee muy poca literatura escrita por mujeres. Sin embargo, y en contraposición, el lectorado es mayormente femenino. Las mujeres leen y compran más libros que los hombres. Es un hecho. Por todo esto, las mujeres del mundo del libro estamos en lucha. Y eso se nota", asegura Pampín y recalca el primer encuentro federal de editoras, que se celebró hace unos meses, organizado por Gabriela Luzzi, editora de Paisanita. En la Argentina, hay varios casos de editoriales conducidas por mujeres, y a Corregidor, Gog & Magog y Odelia se suman Rosa Iceberg, impulsada por Marina Yuszczuk y otras editoras; Dobra Robota, comandada por Gabriela De Mola; Pánico al Pánico, dirigida por Marina Gersberg; Tenemos las Máquinas, con Julieta Mortati al frente, y Danke Ediciones, liderada por Julia Enríquez, solo por nombrar algunas.
A la extensa lista de tareas que desempeñan las editoras se suma entonces una más compleja, que es la de conquistar espacios que hasta hace poco eran ocupados exclusivamente por hombres, con escasas excepciones. Adriana Hidalgo, al frente del sello que lleva su nombre, es una pionera y una referente para la generación más joven de colegas hispanoamericanas. "La edición en Latinoamérica y en el mundo sigue su expansión con diversas e interesantes propuestas editoriales. La participación de las mujeres en este ámbito crece a ritmo sostenido, haciendo gala de su profesionalidad y creatividad. Basta concurrir a alguna de las ferias internacionales del libro, como las de Guadalajara, Bolonia o Fráncfort, para ver que además de ocupar los tradicionales espacios de la edición, crece de modo sostenido su participación en puestos directivos. A modo de ejemplo, menciono nuestra editorial, donde el setenta y cinco por ciento de los cargos está ocupado por mujeres. Y no se trata de una cuestión de cupos, fueron elegidas por su excelencia".
La FED es un espacio ideal donde los lectores pueden conocer a los editores, y viceversa, un escenario que no ocurre en la masiva Feria del Libro. "Conocer a un lector emocionado por un material que editaste, o que editó un colega, es una sensación inmensa", sostiene Víctor Malumián, organizador del encuentro en el que también participan más de 30 editoriales del exterior y que cuenta con una invitada de lujo: la filósofa eslovena Renata Salecl. Además, varias editoras de varios países de la región acudirán al encuentro. Una de ellas, Cecilia Arbolave, es argentina y vive hace diez años en San Pablo, donde dirige Lote 42, que publica, por ejemplo, el libro de cómics Magra de Ruin, de Sirlanney, una feminista del nordeste de Brasil.
La Argentina ha sido históricamente un faro en el océano editorial hispanoamericano, pero quienes mantienen la lumbre incandescente admiten que enfrentan vientos adversos que reducen las ventas y hacen que el escenario local se enfrente a múltiples riesgos. Pampín describe este contexto al que las demás editoras suscriben: "La inflación, el incremento en los costos del papel y otros insumos dolarizados, el aumento en los alquileres, la apertura indiscriminada de las importaciones, la caída en el consumo y en la producción (cantidad de ejemplares y títulos), la ausencia total de políticas de Estado destinadas a la adquisición de libros para escuelas y bibliotecas, la ruptura en la cadena de pagos evidencian un panorama más que preocupante".
Aun así, con este clima adverso, la creatividad no cesa en el país ni en la región. Arbolave señala que en Brasil algunas cadenas de librerías comienzan a bajar sus persianas, pero es en los sellos más pequeños donde se evidencia un panorama más atractivo. "Hay un gran número de editoriales y artistas independientes que están desafiando las posibilidades del libro impreso, creando obras con formatos y temáticas no convencionales. Hay también un circuito cada vez más fortalecido, con ferias de publicaciones en diferentes lugares del país y espacios menores que ganan terreno. De esa forma, se fortalece el público lector y hay más lugares para la circulación de esos libros". Una de estas apuestas es la de un kiosco de publicaciones, la Banca Tatuí, que distribuye el trabajo de más de 170 artistas y editoriales independientes.
En Chile, "las cosas se ven mejor que nunca, aun con sus muchos problemas. Después de décadas de inactividad, se está volviendo a publicar localmente a extranjeros y a traducir, y comienzan a ser conocidos los autores latinoamericanos de ahora", indica la editora Andrea Palet, de Laurel, donde se publica a las argentinas María Sonia Cristoff y María Gainza.
Colombia es otro de los países invitados a la FED, de la mano de Catalina González, de Luna Libros. "Lo más difícil para los editores independientes es hallar contenidos de calidad que compitan en un mercado saturado, ese equilibrio imperfecto entre lo que se vende y lo que vale la pena, también tener visibilidad de su catálogo en librerías", explica la editora, que publica a la argentina María Teresa Andruetto, entre otras.
Durante la FED se repartirán 4000 catálogos donde se indican las coordenadas de las 230 librerías y editoriales que participan, un registro invaluable no solo para el sector, sino para trazar una radiografía vernácula de la cultura. En esta instantánea, las editoras independientes continúan con su invaluable labor, a la sombra de nadie, ni de los grandes sellos ni de los hombres, sino iluminando una expresión.