Deslocalizados. Trabajo remoto y una nueva vida lejos de las grandes urbes
Los cambios obligados en las formas de trabajo fueron el catalizador hacia nuevos modos de vida lejos de las grandes urbes. ¿Qué impacto puede generar este movimiento migratorio en la vida de las personas y en la economía de las ciudades?
A través de la ventana, Miguel ve un campo verde extenso. No se distingue dónde termina, hay pocos árboles y algunos caballos. El cielo limpio y dos nubes que parecen colgadas completan el paisaje con el que se levanta hace cinco meses en la ciudad de Azul, a la que se mudó luego de dejar su departamento en la ciudad de Buenos Aires para combatir el encierro del aislamiento. El tiempo que pasaba en aeropuertos ahora es exclusivo para el kung fu y el tiro al blanco, prácticas que comparte con Alina, su novia. Miguel Morkin (34) es el CEO y cofundador de la startup argentina Sirena, que en julio último fue adquirida por el grupo brasileño de tecnología Zenvia. Apenas se reactivaron los vuelos en el país, Miguel dejó Azul y se puso en plan nómade: voló a la Patagonia argentina, y desde ahí maneja un equipo global con personas en Europa y varios países de América Latina mientras viaja por todo el sur. "Mi vida cambió radicalmente. A pesar de que ya trabajábamos de manera remota, ciertos inversores o clientes preferían la reunión presencial. Entonces, viví cuatro años en San Pablo, Ciudad de México y San Francisco, y viajando constantemente. Hoy, nuestro equipo puede ejercer su rol desde cualquier país, siempre que su ubicación lo permita técnicamente, y no tenemos reestricción para que la gente pueda viajar. Es un antes y un después, la pandemia aceleró cinco años una tendencia que estaba asomando", comparte Miguel.
Una de las tantas consecuencias de la pandemia, quizás una de las más benévolas, es que sirvió como catalizador para maneras diferentes de trabajar, que a su vez motorizaron nuevas formas de vida. Al no tener que movilizarse a las oficinas o cumplir el horario de 9 a 18, muchos optaron por salir de las grandes ciudades. Algunos volvieron a sus pueblos, otros buscaron el verde que solo se consigue lejos de las urbes, otros se animaron a probar vivir en la provincia con la que siempre soñaron y otros se tomaron un avión hacia destinos fuera del país, en especial España, Estados Unidos, Chile y Uruguay.
Las historias son distintas, pero tienen una génesis común: sin la pandemia no lo hubieran intentado.
Como Miguel, miles de argentinos y cientos de miles de personas en todo el mundo, no están dispuestos a volver a la normalidad de 2019. El experimento forzado remoto a partir del Covid-19 sirvió de prueba piloto y sorprendió a corporaciones y gobiernos de todo el mundo con resultados en los que la productividad se mantuvo y hasta se mejoró, y con ejemplos de miles de actividades que parecían imposibles a la distancia que probaron con creces que funcionan a través de una buena conexión a internet. Y muchas personas experimentaron una forma de trabajar y vivir más alineada con su búsqueda de calidad de vida, balance entre el tiempo de trabajo y personal y una suerte de nomadismo en la que el talento se despliega a través de Zoom.
Argentina, ¿por fin federal?
Según datos de Zonaprop, a partir de junio de 2020 crecieron 60% las búsquedas para alquiler y 51% para venta en el interior del país. Municipios como el de Pinamar, San Antonio de Areco, Pergamino, Tandil, Sierra de la Ventana, entre otros, reaccionaron rápido promoviendo planes de migración hacia estas ciudades. Entre las provincias más consultadas y que están recibiendo a exturistas que buscan establacer allí sus residencias están Córdoba, Mendoza, San Luis, Misiones, Neuquén y Río Negro. Hoy, CABA y GBA concentran el 30 % de la población del país. Como consecuencia de la pandemia, un porcentaje no menor de la población ha modificado su sistema de trabajo, cambio que puede ser –en cierta medida– permanente. Si bien la pandemia está habilitando nuevas tendencias, el impacto a largo plazo en las grandes ciudades es altamente incierto. Cynthia Goytia, directora de la Maestría de Economía Urbana y del Centro de investigaciones de Politicas Urbanas y de Vivienda de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, plantea dos escenarios posibles y opuestos. "En un extremo, es posible que no veamos cambios significativos a largo plazo: las grandes ciudades se recuperarán tal como lo han hecho en el pasado, con un regreso a la situación previa, e incluso podrían incorporan innovaciones que permitan mejorar su funcionamiento, como ha ocurrido ante otras pandemias", anticipa. Entre ellas, la multiplicación de centralidades urbanas que reduzcan la necesidad de movilidad. "Un cambio consecuente dentro de la geografía económica de las grandes ciudades, beneficiando a los suburbios a expensas de los centros de la ciudad, es bastante plausible. Esto ya se observa en varias ciudades del mundo, donde el teletrabajo implica desplazamientos menos frecuentes, debilitando el vínculo entre el lugar de residencia y el de trabajo". Esto permite que las consideraciones no laborales y preferencias de estilo de vida desempeñen un rol central en la elección de la ubicación residencial de las personas.
En el otro extremo, podríamos ver cambios radicales en las formas de trabajo y de vida, y en la geografía económica, aunque exactamente cómo será aún no está claro. En parte, las respuestas dependerán de condiciones más locales. "En los países con respuestas eficaces a la salud pública, es más probable que veamos un cambio voluntario: a medida que aumenta la confianza pública, las empresas y los hogares pueden probar nuevas formas de organizar la vida y el trabajo. Una transformación no solo podría incluir la localización residencial, sino también la de las empresas, el comercio minorista y el ocio", describe Goytia. Para las empresas, un cambio repentino hacia el teletrabajo, que disminuya el trabajo que se realiza en las oficinas, llevaría a una demanda total de espacio de oficina inferior a la de antes de la pandemia. Los empleados del sector creativo tienen una mayor valoración por las interacciones cara a cara, es decir que esto no afecta a todos los sectores por igual. "Los más jóvenes, seguramente mantendrán sus preferencias por las amenidades e interacciones que proveen las áreas centrales, y buscarán vivir en ellas. Algunos expertos hablan de una mayor especialización en áreas centrales y un perfil económico de mayor concentración de juventud, creatividad e innovación", explica la especialista.
Octavio Bramajo es sociólogo y demógrafo, especialista en envejecimiento y seguridad social. "De los fénomenos demográficos, las migraciones son difíciles de predecir; a diferencia de la mortalidad y fecundidad, que siguen ciertas tendencias en el tiempo, se proyectan con supuestos por encima de modelos probabilísticos. La relocalización va a depender de dos cosas: que el teletrabajo dure pospandemia y de la conectividad de esos lugares. Creo que si no hay necesidad o incentivos para estar en una ciudad grande se acentuará esa relocalización. El caso argentino está medio a contramano del europeo, donde se sufre la despoblación, por ejemplo, hacia Madrid o Barcelona", explica Bramajo.
El movimiento de la Ciudad de Buenos Aires al Gran Buenos Aires es uno de los que más se está viendo. Con solo alejarse 30 o 40 kilómetros de Corrientes y Callao, se siente otro ritmo, otros aromas y muchos más metros cuadrados por el mismo precio. Ivana Vaisman (34) es consultora en marketing y comunicación, mamá de Josefina de 2 años, espera ahora su segundo bebé junto a su pareja, Cristian, y su perro, Pomelo. "Vivíamos en un departamento a metros de la quinta de Olivos, que es casi lo mismo que estar en CABA. Se nos vencía el contrato en agosto, pero no teníamos pensado mudarnos. Unos amigos que vivían en Ingeniero Maschwitz se iban del país a vivir a Madrid por trabajo. Y ahí se dio la oportunidad. Hablamos y concidimos, a ellos les cerraba alquilarles a amigos y a nosotros nos cerró por el costo y el espacio. Quizá no es lo que hubiera elegido como zona, pero la verdad es que valió la pena. Nos mudamos en septiembre y no tenemos pensado volver a CABA", cuenta desde su casa.
Reducir el peso de CABA y GBA en la población total del país puede resultar en beneficios: disponibilidad (a menor costo) de espacio para desarrollo inmobiliario, descentralización en la provisión de servicios, competencia entre jurisdicciones por atraer población, mayor posibilidad de prevenir delitos, mejor calidad de vida. Esto es lo que piensa Marcos Gallacher, profesor de Economía de la UCEMA. "La tecnología Zoom permite a muchos (por supuesto, no a todos) trabajar al menos parcialmente en forma remota. Pero la posible relocación de la población requiere acceso a telefonía y wifi, transporte público más accesos viales, servicios de salud (para todos, pero especialmente para población de más edad), escuelas e institutos universitarios de buena calidad. Por lo tanto, deben sentarse las bases para un crecimiento económico sostenido, y a partir de aquí pensar en las inversiones necesarias para una paulatina relocación", argumenta.
Para que esta relocación tome impulso, Gallacher explica que tanto los individuos como las empresas y organizaciones deben, en forma paulatina, encontrar ventajas en mudar sus actividades de grandes centros urbanos a ciudades/polos más pequeños. "Podemos imaginar una distribución poblacional en red, con centros urbanos medianos (250.000 a 300.000 habitantes, similares a lo que son hoy Bahía Blanca o Paraná), alrededor de las cuales existen ciudades pequeñas de 50.000 a 60.000 habitantes (Tres Arroyos, Azul), y a su vez estas unidas a poblaciones de tamaño más reducido", grafica el especialista. Una distribución en red como la mencionada podría aprovechar ventajas tanto de los grandes aglomerados urbanos como de la descentralización. "La concentración urbana que existe en Argentina es –al menos parcialmente– reflejo de una tendencia general hacia la centralización política y económica. COVID-19 es un llamado de atención sobre los costos de las grandes aglomeraciones. Tenemos Zoom, pero para lograr una paulatina y firme relocación hace falta mucho más", cierra.
Dicotomía: urbanidad versus naturaleza
"Nos dimos cuenta de que ya no era o esto o lo otro, era esto y lo otro". Lo dice Mariana Massaccesi (39), politóloga, asesora de organismos internacionales, empresas y gobiernos para que integren el género y diversidad en su gestión. Apenas se decretó el aislamiento en marzo, decidió junto con su pareja y su hijo de 2 años volver a su ciudad natal, Viedma, Río Negro, donde pasaron ocho meses. "La dicotomía para mí siempre fue Buenos Aires versus Viedma: las posibilidades, la cultura, la urbanidad versus la calidad de vida, la naturaleza, la red de apoyo familiar".
Su experimento pandémico fue más disruptivo de lo que creían para su familia. Recibir envíos de cualquier parte del mundo a domicilio en pocos días, acceso a la naturaleza y el mar a 30 kilómetros... Todo los sorprendía. "El verdadero aprendizaje para nosotros fue tener la posibilidad de vivir en la Patagonia con un nivel de conectividad como si hubiésemos estado en Nueva York. Conocí una red emprendedora de mucho valor, desde las pastas artesanales hasta las verduras agroecológica, consumir lo local con el valor agregado de lo que pasa en el mundo. Ya no hace falta pasar por Palermo para comer masa madre". Como politóloga, Massaccesi cree que la pandemia logró lo que ningún gobierno pudo conseguir: federalizar, descentralizar y digitalizar. "Si Dios atiende en Buenos Aires, la pandemia mostró que también puede atender en el interior. Luego de nuestra experiencia, la opción de vivir en la Patagonia de manera permanente empieza a ser una opción, algo no contemplado antes de la pandemia", comparte.
Jorge Paz es demógrafo, investigador del Conicet y autor del libro ¡7500 millones de personas! ¿qué es y para qué sirve la demografía?. Desde su disciplina, dice, podemos anticiparnos a lo que viene en un horizonte de acá a 100 años, fundamental para la organización de una sociedad, para poder ver en dónde poner el esfuerzo y en dónde no. "Los grandes centros urbanos, como la ciudad de Buenos Aires, vienen perdiendo población con fuerza, mientras que las ciudades intermedias, sobre todo en el sur, desde Neuquén a Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, van ganando. Las migraciones suelen obedecer principalmente a cuestiones económicas, laborales y de calidad de vida en general. Basado sobre experiencias migratorias anteriores al coronavirus, como la causada por el virus del ébola o la gripe española, Paz opinó que la situación sanitaria y económica derivada del coronavirus acelerará la migración de sectores medios y altos desde las ciudades grandes hacia las intermedias. "Las pandemias no solo expulsan de las ciudades por la enfermedad en sí misma, sino porque empeoran factores de expulsión preexistentes. Una de ellas es la inseguridad. La posibilidad creciente de hacer teletrabajo, sumada a los factores de atracción de las ciudades intermedias, como la cercanía con el verde o la no contaminación, enfatizan el proceso", explica.
Uno de los principales desafíos para la comunidad de deslocalizados no es la del cumplimiento de sus tareas, sino la de mantener y crecer en las relaciones personales que tenían en sus trabajos presenciales. El cara a cara, la conexión humana y toda la interacción informal alrededor de los proyectos compartidos es una de las pérdidas que más se sienten en esta modalidad nómade.
"Creo que el proceso creativo es más rico y funciona mejor a cara a cara. También, cuando a una persona se le da un feedback. El chat muchas veces genera dobles interpretaciones y es muy frío". El que lo cuenta es Leandro Camino, jefe de Contenidos Digitales de Telefe Noticias. Antes de la pandemia, en septiembre de 2019, Leandro se mudó con su familia a la ciudad de Azul, de donde es oriunda su pareja. Desde entonces hasta marzo de este año, viajaba todas las semanas un par de días a Buenos Aires y el resto trabajaba remoto como parte de una prueba que esperaba que funcionara para el largo plazo. "Con la llegada de la pandemia, desde el 13 de marzo ni yo ni mi equipo pisamos la redacción de Telefe Noticias, y la verdad es que el trabajo no nos cambió tanto. Antes pasaba tres días en Buenos Aires y cuatro en Azul; ahora me armé un espacio de trabajo en casa, algo que resultó clave y no lo había hecho antes trabajando remoto. Antes trabajaba en el living y era medio caótico, pero recién ahora me di cuenta de la importancia de tener un espacio exclusivo para laburar en casa. Ayuda a marcar horarios, a concentrarte, es importantísimo".
Como tantos, decidieron mudarse al interior para buscar una vida más tranquila. "Tomamos la decisión antes de que naciera mi segundo hijo. Se lo planteé a mi jefe pensando que me iban a decir que no, pero fueron muy receptivos. Cuando mi hijo más chico cumplió tres meses nos fuimos, pero llevó mucho tiempo de averiguar y buscar opciones. "Comparado con Buenos Aires, en el interior no perdés tiempo viajando. Ahora trabajo y veo a mis hijos en todo momento; puedo cortar para merendar con ellos en el jardín de mi casa. Y además fui viendo todos los cambios de mi hijo más chico: cómo aprendió a gatear, caminar, hablar".
Leandro destaca la importancia de una buena comunicación para poder trabajar desde cualquier lado, aunque cree que lo presencial tendrá un rol aún importante en el futuro. "Es importante elegir ciudades más chicas, pero lo suficientemente grandes como para tener cierta infraestructura", dice Leandro, y asegura que la pandemia sirvió para romper prejuicios laborales: "Destrozó el preconcepto de que una persona en su casa trabaja menos, cuando en muchos casos trabaja más, con mayor compromiso y con las prioridades más ordenadas. Ojalá sea un cambio verdadero para la mayoría de las empresas, que no quede en las intenciones. Me parece que tener un equilibrio entre vida personal y trabajo hace que las personas tengan un compromiso mayor con la empresa en la que trabajan", afirma. En su trabajo ya les avisaron que no van a tener espacios definidos al regreso. Antes, cada uno tenía un escritorio, una silla y un monitor asignados; ahora los puestos serán ocupados por quienes estén en el lugar físicamente.
Miguel Morkin, CEO de Sirena, cuenta que hoy el ciento por ciento de su trabajo se puede hacer desde cualquier lado, pero aún así hay ciertos momentos o eventos que conviene que sean presenciales. "Una vez por trimestre al menos procuramos hacer un retiro o encuentro para mantener el vínculo, algo muy difícil de hacer desde la virtualidad -admite-. Nuetra experiencia es que si no tenés ese tipo de actividades se generan fricciones en el equipo, se generan tribus, no puede haber disparidades. En los pasillos de la oficina te enterás de todo, está la energía y empatía de las personas y además solo en lo presencial ocurren hallazgos que no buscabas y se da esa serendipia única. Es importante el cara a cara". Además de los encuentros trimestrales en Sirena, organizan noches de juegos con premios para que más personas se sumen, charlen de la vida y puedan relacionarse. "Hay clases de gimnasia para toda la empresa; las sillas cómodas son un arma de doble filo", advierte, y destaca la importancia de mejorar constantemente la comunicación escrita y asincrónica y privilegiar la documentación en Wikis para que en el futuro las dudas se puedan contestar con un link. Establecer procesos, rutinas y hacer reuniones cotidianas es importante.
Leandro Camino cuenta: "Además de hablar de trabajo, nos propusimos hablar sobre cómo estaba cada uno, dar un espacio importante a lo personal. Por ejemplo, cuando cumplimos seis meses de home office hicimos una celebración: mandamos tortas a cada uno de los miembros del equipo y festejamos por el enorme esfuerzo que hicimos durante todo este tiempo".
Desde cualquier lado
La modalidad de trabajo remoto o Homeoffice está mutando según las nuevas necesidades de las personas. Ya no alcanza con no tener que ir a una oficina, sino que el trabajo se puede hacer desde cualquier lado. En inglés se conoce como Working From Anywhere (WFA), posibilidad que comienza afianzarse como diferencial para la generación deslocalizada, apalancada por las compañías de base tecnológica. Así, durante 2020 crecieron mucho las búsquedas de profesionales en los que su ubicación geográfica no es un requisito fijo. Ezequiel Glinsky es el director de Tecnología de Microsoft Latinoamérica, y tiene en este momento 50 búsquedas abiertas para toda la región en las que el país o ciudad de residencia no influye en la elección de talento. "Las únicas limitantes que se tienen en cuenta son la conectividad y el huso horario, para que sea posible la interacción y poder tener reuniones. Es verdad que se da más para los puestos técnicos, pero ya lo estamos viendo para otros tipos de responsabilidades cada vez más. Yo he viajado por reuniones de 1 o 2 horas, y tengo dos hijos pequeños y eso era un tema. Si bien hay conversaciones que querremos hacer en persona, muchas otras desaparecerán", dice.
La flexibilidad, para el equipo de Glinsky, se concibe tanto desde el lugar geográfico como desde los horarios de trabajo. "Para el pospandemia hay miembros del equipo que decidieron volver a sus provincias y tendrán los puestos desde allí, y esto pasa también con personas nuevas que ingresan a la compañía desde Córdoba, Tucumán o Santa Fe, por ejemplo. Este año se aceleró y veo una gran oportunidad para contar con el talento de todo el país".
Según el útimo relevamiento de Workana, plataforma que reune a freelancers de toda la región, el 91% cree que trabajando sobre la base de resultados es posible cumplir todo sin tener que trabajar en una oficina exactamente 8 horas al día, todos los días. Y el 96,7% afirma que el beneficio del home office será un diferencial a la hora de elegir la empresa donde quiere trabajar. El 94,2% afirma que les gustaría seguir trabajando remoto después de la pandemia. "Las empresas que liderarán equipos con éxito y sabrán fidelizar a las personas son aquellas en donde el trabajo será más flexible y el éxito del mismo será medido por el resultado ofrecido, y no por las horas trabajadas. Bajo una cultura que ponga al profesional en el centro, que permita trazar estrategias alrededor de sus necesidades", comparte Guillermo Bracciaforte, cofundador de Workana.
Comienza un nuevo año. En este 2021, la humanidad entera busca dejar atrás la pesadilla de la pandemia que impactó de manera negativa en muchos aspectos de la vida de las personas. Pero también a muchos esta experiencia global les permitió ensayar una forma alternativa de vida y de trabajo. Un nuevo modo de fluir impensado hace solo un año, que marca el comienzo de una era deslocalizada.