En la provincia de Buenos Aires, a no más de 300 kilómetros de CABA, Tapalqué, Villa Lía, Pardo y Uribelarrea conservan el encanto de otros tiempos; propuestas gastronómicas y paseos
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Tapalqué, famoso por sus tortas negras. Este pueblito de diez mil habitantes, ubicado a 300 kilómetros de la Capital, tiene una costanera de cinco kilómetros con una bicisenda que se extiende alrededor del arroyo Tapalqué. Acá se encuentra el Balneario Municipal, un rincón que tiene camping, ideal para la práctica de actividades al aire libre como las caminatas, running, kayak, pesca, ciclismo o natación.
Como en buena parte de la geografía bonaerense, el pueblo tiene su tradicional almacén de Ramos Generales y su típica pulpería: San Gervasio. El local, que data del 1850, fue una posta de carretas y hoy es el lugar indicado para una buena picada. El lugar conserva sus paredes originales de adobe, sus rejas y estanterías, por eso es parte del Patrimonio Histórico de la zona, igual que los antiguos caserones del pueblo, que mantienen sus fachadas intactas.
El museo de Crotto atesora objetos recopilados por sus habitantes, en salas que narran la historia del ferrocarril y las tres fundaciones de este pueblo por donde pasó el naturalista inglés Charles Darwin a mediados del siglo XIX. El Museo y Conservatorio Municipal, por su parte, exhibe el hallazgo de huesos de dinosaurios, y la historia de los pueblos originarios de la zona.
Si hablamos de fiestas populares, una tradición de larga data en la provincia, por acá se festeja la Fiesta de la Torta Negra. La factura argentina por excelencia se transformó acá en una versión XXL, por eso no son tortitas sino tortas negras. Doña Paulina es una mujer correntina que eligió Tapalqué para vivir e hizo de sus tortas un producto célebre. Nadie que pase por acá puede irse sin probarlas.
Villa Lía, herencia ferroviaria
Este pueblo debe su nombre a Doña Lía Carreras, cuyo casco de estancia se encontraba a orillas de las vías del ferrocarril. Eran los inicios del siglo XX, aquellos años dorados del tren, que le daba vida a los pueblos del interior bonaerense y argentino. Así surgiría la estación Villa Lía y luego el pueblo.
Ubicado a 130 kilómetros de Buenos Aires, y a treinta de San Antonio de Areco, Villa Lía es, junto a sus vecinos pueblitos de Duggan y Vagues, es como un apéndice del pueblo de Güiraldes, donde se hace la fiesta de las tradición, uno de los pueblos rurales más tradicionales y conocidos del país.
Villa Lía tiene 1200 habitantes, dos almacenes de Ramos Generales, un museo, una iglesia, un hospedaje con actividades de estilo campestre y tan solo una calle asfaltada, detalle que pinta al pueblo de cuerpo entero.
El almacén de Caunedo y el de Pascual, que aún exhibe el viejo surtidor de nafta en el frente, son dos postales de época que se mantienen en pie, y fueron readaptando su negocio, pero no su fachada, que está intacta. Tuvieron su apogeo allá por 1950, una época en la que llegó a haber cinco almacenes de ramos generales, cuando aún no había ruta para ir a Areco. Hoy quedan estos dos, y son una buena alternativa para una pausa y un trago al atardecer.
El Museo Los Rostros de la Pampa, una vieja casona construida en barro y cal, con su fachada de ladrillos a la vista es también una pintura de la geografía bonaerense. Atesora en su interior herramientas y máquinas rurales de tracción a sangre que cuentan la historia de los tiempos de La Revolución de las Pampas, el período de oro de 1870 a 1930. Hay visitas guiadas en las que se puede conocer la historia del pueblo y los inmigrantes que lo forjaron.
La Capilla de San José, que data del 1929, fue construida en memoria del hijo del don Mariano Uztariz, un productor de cereales de la zona. Su campanario, fachada y las imágenes del interior, la resaltan entre algunas de las más bellas de estos lares.
Para quienes quieran hospedarse acá, la Casa Bella Vista es una tradicional casona de estilo colonial restaurada, que tiene la misma vista que tenía el casco de doña Lía: las vías del ferrocarril. En 2002 fue escenario de la película Imagining Argentina, protagonizada por Antonio Banderas.
La segunda es un emprendimiento dedicado a recrear la vida de estos pueblos rurales, y donde se pueden realizar cabalgatas, paseos en sulky o en bicicleta.
Pardo, el pueblo de Bioy Casares
Doscientos habitantes y varios años en la vida Adolfo Bioy Casares, le valieron la modesta fama a Pardo, este pueblito de diez mil habitantes situado a poco más de doscientos kilómetros de la gran ciudad. Uno de esos rincones típicos del interior bonaerense, con calles arboladas y prolijas, comercios tradicionales, un tren de carga que pasa cada tanto. Tiene una laguna en la Plaza Montero, donde se puede acampar con todas las comodidades: parrillas, sanitarios, duchas. Además, una Reserva Natural Urbana donde se puede realizar avistaje de fauna y reconocimiento de flora.
El escritor lo describió como el mejor lugar del mundo, y se habría inspirado en este rincón donde pasó su infancia y adolescencia para escribir el libro La Invención de Morel. Bioy disfrutó sus primeros años en la estancia Rincón Viejo, que era propiedad de su familia, y frecuentaría el pueblo también años después, ya casado con Silvina Ocampo y junto a su amigo Jorge Luis Borges.
Es por eso que buena parte de los atractivos giran en torno al escritor, como el Museo Bioy Casares, ubicado frente a la vieja estación de tren, que divide al pueblo en dos y atesora la máquina de escribir donde tipeó La Invención de Morel. O el Hotel boutique Casa Bioy, que ostenta una sala de estar con una gran biblioteca. Por supuesto, no puede faltar el clásico Almacén de Ramos Generales: Lo de Lámaro, que en este caso tiene un condimento especial, era el lugar al que venía Borges a hablar por teléfono cuando visitaba el pueblo y solía quedarse a charlar con el dueño.
Uribelarrea, arquitectura y gastronomía de película
Este apacible rincón bonaerense que tuvo su auge en los años treinta y cuarenta como un polo lechero, se vio revitalizado a comienzos de este siglo como un novedoso polo gastronómico. Ubicado a tan solo 80 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, en el partido de Cañuelas, este pintoresco pueblito de unos mil habitantes resulta el lugar ideal para una escapada de tinte gastronómico. Uribelarrea invita a deleitarse con la amplia oferta de platos tradicionales del ambiente rural, como los quesos con especias, embutidos, picadas parrilladas y hasta cocina alemana.
El pueblo se destaca, sobre todo, por la belleza y el buen estado de conservación arquitectónica, que permanece intacta desde 1890. Ese legado se exhibe en sus caserones centenarios, su pintoresca Iglesia Nuestra Señora de Luján, de estilo neo gótico, que data del año 1890 y que conserva sus vitraux originales; y una hermosa y curiosa plaza de diseño octogonal y estilo francés, de la que parten cuatro calles diagonales. Por esta impronta, Uribelarrea fue elegido en varias ocasiones como set de filmación y locación para largometrajes, como Evita, de Alan Parker; Juan Moreira, de Leonardo Fabio; o El Ciudadano Ilustre, que protagonizó Oscar Martínez.
Frente a la plaza se encuentra “El Palenque”, que supo ser el tradicional almacén de Ramos Generales de la esquina, con sus fachada de ladrillos a la vista. También funcionó como un deposito de sal, y hoy en día es uno de los bares icónicos del pueblo.
La Escuela Agrotécnica Salesiana Don Bosco fue la primera escuela agrícola de la Argentina, fundada en 1894. Acá funciona una proveeduría en la que se venden productos elaborados en el lugar: quesos, dulce de leche, huevos, miel, mermeladas, pickles, berenjenas en escabeche, aceitunas en salmuera, entre otros regionales. Una buena excusa para visitarla y llevarse a casa alguna de estas delicias caseras.
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