Del cucurucho al tenedor de salvado, la tendencia de la vajilla comestible

Si hablamos de vajilla que se puede comer, uno de los primeros ejemplos es el clásico cucurucho para los helados. Este crujiente contenedor nos acompaña desde mediados del 1800 y que hoy es revalorado por su doble beneficio: es delicioso y evita el uso de envases plásticos.

Los platos, vasos, bowls y cubiertos comestibles se pusieron de moda durante los últimos años, sobre todo a la hora de organizar cumpleaños u otro tipo de eventos con una gran asistencia de personas. Esto se debe a una mayor búsqueda de productos eco friendly para reducir el consumo de objetos plásticos de un solo uso, como la vajilla descartable.

“Los envases ecológicos también pueden adoptar formas de platos, vasos o cuencos. Básicamente, se consigue un resultado similar al de los cucuruchos de helado en todas sus formas”, explican en el blog Eco Mundo.

Como una galletita

El salvado de trigo es uno de los mejores aliados a la hora de fabricar todo tipo de vajilla, ya que se lo puede comer como si fuera una galletita. Desde la marca argentina Ecotown explican cuál es su receta: “Los platos y bowls están hechos 100 por ciento de salvado de trigo orgánico certificado. Los cubiertos (tenedor, cuchillo y cuchara sopera) están hechos al 90 por ciento con bioplástico (a base de almidón de maíz) y 10 por ciento de salvado de trigo orgánico certificado”.

“Este tipo de platos fueron diseñados para ser utilizados una sola vez, dado que el salvado de trigo absorbe la humedad de la comida. Sin embargo, si los usamos con alimentos secos que no hidraten el salvado (como panera o para servir galletitas), se pueden seguir usando”, continúan.

La vajilla de trigo puede guardarse en la heladera y en el freezer e incluso puede ser sometida al calor del horno tradicional ya que resiste hasta 180 grados centígrados. Por su parte, los cubiertos toleran temperaturas de entre 40 y 50 grados por lo que se debe tener cuidado ante el contacto con líquidos muy calientes, como pueden ser las sopas, porque podrían desarmarse.

Para evitar que los contenedores pierdan su resistencia, lo recomendable es servir los alimentos cinco minutos antes de la comida. “Luego de 30 minutos de estar en contacto con líquidos, el salvado de trigo puede comenzar a desprenderse”, advierten.

Vasos, de algas por favor

A la hora de hablar de vasos, la cuestión parece ser más compleja debido a que el sabor del recipiente podría trasladarse a las bebidas.

Para resolver esta cuestión, en 2017, el joven científico e investigador argentino Jerónimo Batista Bucher creó Sorui, una máquina que fabrica vasos en base a un alga japonesa que lleva ese mismo nombre. “Estos recipientes son comestibles pero, en caso de acabar en la basura o en la naturaleza, sólo tardan dos semanas en degradarse”, explican desde Eco Portal.

Por su parte, la marca norteamericana Loliware ofrece sorbetes también elaborados con algas marinas para reemplazar a los de plástico, prohibidos desde noviembre del año pasado en la Ciudad de Buenos Aires.

“Las pajitas de plástico se utilizan y se desechan por miles de millones todos los días en el mundo. Duran para siempre, aunque sólo las necesitemos durante unos 28 minutos. Son uno de los contaminantes plásticos más comunes que se encuentran en las vías fluviales y en las costas”, informan desde la marca.

En cuanto a las algas marinas, material primordial para confeccionar los sorbetes, aseguran que son “un recurso altamente renovable y regenerativo”. “Además, es un material sumamente duradero ya que las pajitas pueden soportar más de 18 horas de uso continuo. Luego de esto, comenzarán a degradarse paulatinamente”, concluyen.

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