De Uruguay a Olivos: cómo es el nuevo restaurante de Fernando Trocca que revitaliza el polo gastronómico junto al río
El chef inauguró Mostrador Santa Teresita en Buenos Aires, la versión local de su éxito uruguayo que también tiene sucursal en EE.UU.; qué ofrece y qué otras propuestas interesantes lo secundan en la zona
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“No hay mejor locación en Buenos Aires que esta: con el horizonte infinito y el Río de la Plata”, asegura Fernando Trocca desde su flamante Mostrador Santa Teresita en Olivos, justo a orillas del río (Juan Bautista Alberdi 25). El lugar inauguró a comienzos de diciembre de manera oficial después de la presentación del libro Trocca en casa, con recetas del chef realizadas en pandemia.
“Empezamos con desayunos, mediodías y tardes”, detalla Trocca a LA NACION, dueño de la versión original del emprendimiento en Uruguay, donde ya es un clásico, y de otra sucursal en los Hamptons en Estados Unidos. Vale destacar que el cocinero y empresario gastronómico, además de importar su propia idea del país vecino, también logró exportar sus restaurantes porteños Sucre a Londres y a Dubái, y Orilla a Miami.
En el nuevo Mostrador la vista nocturna no tiene igual. “Pero vamos de a poco, recién vamos a abrir de noche en enero -adelanta-. Después sí será de corrido: desde el desayuno a la noche”. ¿Y qué se come? “Exactamente lo mismo que en el local de Uruguay. Es el mismo concepto: la comida está dispuesta sobre un largo mostrador y cada quien se acerca y pide lo que elige comer”.
“El desayuno es nuestro fuerte, tenemos una variedad de 40 propuestas de pastelería y cosas dulces a cargo de Caro Ferpozzi y café de especialidad con mi hijo, Pedro Trocca, barista. La barra y los cócteles están a cargo de Inés de los Santos. Al mediodía vamos a tener un 80% de vegetales y se podrá elegir entre tres proteínas diarias. Vas a poder comer desde arroz persa y pollo al cilindro a milanesa de pescado, platos del Chino González, jefe de cocina. Elegís qué querés comer, te sentás y luego el camarero se acerca a tu mesa para la orden de bebida”. ¿Dress code a orillas del río? “¡Podés venir en bermudas y ojotas!”, arenga Trocca. “Así es Mostrador, está dirigido al público quiera venir, ya sean chicos, jóvenes o personas mayores”, invita el chef.
La otra Corrientes
La oferta gastronómica en la Zona Norte de Buenos Aires crece. Ya no es necesario acercarse a “la ciudad” para pasarla bien. En Olivos tomó forma un polo con su propia impronta y ritmo donde, en cada lugar, se puede comer y beber con tranquilidad ya que no hace falta manejar: gran parte de los habitués son vecinos.
Y, si bien la calle Corrientes -una bien diferente a la emblemática avenida- había prendido hace ya unas temporadas, tras la pandemia pareció renacer con nuevos proyectos. Aunque ya no existe La panadería de Pablo (Massey), se mantiene Carne (en la esquina de Libertador) del renombrado Mauro Colagreco con sus hamburguesas, y también nacen nuevos espacios que se amoldan a las necesidades de hoy, a personas que pasaron tiempo encerradas en casa amasando panes de masa madre o intentando aprender a cocinar. Para ellos, salir a comer se convierte en toda una aventura donde el aire libre, la diversión, la luz y el río, llaman inevitablemente la atención.
Alerta para los fanáticos del brunch: si ser acercan a Olivos, cada lugar parece tomarse muy en serio su propuesta. Basta probar Malagrino en Corrientes 321, con pastelería y comida casera. Otro punto a favor de la zona es que hay opciones gastronómicas para toda edad. Eso sale a relucir en una de las aperturas más recientes, 1636, ideal para comer en pareja, con amigos y en familia, mediodía o noche. Su carta incluye desde espárragos a la parrilla y ricota ($1320) a unos orecchiette, salsa de tomates, langostinos, albahaca y ciboulette ($1700). En 1636 (Corrientes 421), además, se consigue café de especialidad y la pastelería es supercompleta. Si se gusta de los cócteles, hay muy buenas opciones en la barra de su anexo, El Parador.
Justo enfrente está Orno, uno de los lugares jóvenes que le dio vida a esta parte de Olivos. Abierto de lunes a domingos desde las 19, y también los mediodías en viernes, sábados y domingos. El fin de semana es el mejor momento para disfrutar de poner sus platitos al centro y compartir: choclos picantes ($600), tostón de anchoa ($400) o una pizza Margarita ($850). Acompañar esto con el infaltable vermú ($400) o un amistoso lemon champ ($2500, ideal para dos o más personas).
Ubicado en Corrientes 402, ya desde su exterior Orno llama la atención con su distintiva propuesta. Como su interior, obra de la mente cinematográfica de su creadora, Lupe García Mosqueda de Grupo Mezcla. Y es que, con su puesta en escena, el lugar va mutado con las energías de cada instante y sorprende como una pizzería y algo más. Este restaurante pateó el tablero con sus noches de jueves de bingo... de ¡drag bingo! Algo nunca visto y apreciado por estos pagos, porque las salidas pospandémicas reciben con los brazos abiertos todo lo que apueste por dar vida y entretenimiento.
Y en Olivos hay pizza, hay lemon champ, hay bingo ¡y también hay sushi! Con el ya clásico Asato Sushi, pionero en la zona, con su local bordeando las vías del tren. Este restaurante y delivery japonés vio llenarse a la calle Corrientes (está en el 584) y les dio la bienvenida a sus vecinos recomendando los nuevos lugares a su público, que gusta de sus nigiri de autor, hot rolls y tiraditos además de sus piezas vegetarianas.
Por si algo faltaba, entre clásicos como La Nelly o La Guitarrita, en este polo gastronómico también hay una flamante parrilla desde el desembarco de Asadero, frente a Orno, en Corrientes 400. Y no se trata de la parrilla tradicional argentina: eso se distingue el momento en que se pisa el lugar donde el producto, la vajilla -obra de la diseñadora industrial Heidi Jalkh- y el ambiente que los rodea terminan brindando toda una experiencia.
En Asadero, por ejemplo, ofrecen carnes en diferentes cocciones. Cuentan con un ahumadero donde las trabajan, así como a los vegetales orgánicos, que llegan directo de su propia huerta urbana agroecológica y que, bien frescos, inspiran cada uno de sus platos. Los productos de estación son la estrella en la mente de la cocinera Julieta Caruso, que lidera el proyecto. Vale pedir su ensaimada con sobrasada, queso fundido y miel ($1200), la entraña ($2500) o el preciado T-bone a la parrilla para dos ($6800). ¿De postre? El arroz con leche ($400).
En este nuevo restaurante, además, se pueden encontrar vinos de diferentes regiones de la Argentina seleccionados especialmente por la sommelier Mariana Torta. Para agendar: los amantes de Baco se encontrarán en su winebar en el primer piso donde se pueden probar vinos por copa, embutidos y quesos artesanales. También organizan ciclos de catas.
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