Llegó a tener 70 sucursales y facturar millones de dólares; sus menús emblemáticos y la nostalgia de sus fanáticos
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Era uno de los lugares elegidos para las “rateadas” del colegio secundario o la invitación perfecta para seducir en esa primera salida de conquista adolescente. Aunque todos le decían “pampernic”, lo cierto es que debía pronunciarse tal como se leía: Pumper Nic. “La nueva forma de comer” era el slogan con el que la cadena de comidas rápidas (aún no se manejaba en estas latitudes el término fast food) se presentó en sociedad con un menú basado en hamburguesas, papas fritas y gaseosas.
Se trató de una primera avanzada a los tanques como McDonald´s y Burger King que llegarían años más tarde y derrumbarían hasta la quiebra el monopolio de la empresa de capitales argentinos que se había ganado un lugar privilegiado y era tendencia en los hábitos del público joven. Para quienes no habían viajado al exterior, la cadena simbolizada por un simpático hipopótamo llamado Nic era toda una novedad tan original como el telúrico mate.
“¡Grande Pumper!” era la frase con la que remataban los avisos publicitarios en televisión, algunos de ellos protagonizados por el recordado actor Gianni Lunadei.
Al uso nostro
El primer local se inauguró en 1974 y fue una iniciativa brillante de Alfredo Lowenstein, el empresario argentino que, a través de la empresa Facilvén, decidió emular aquello que gozaba de tanto éxito en Estados Unidos y le adicionó una idiosincrasia local, cercana y amigable con el público de nuestro país. Un año después comenzaron a inaugurarse los locales que se multiplicarían en buena parte del territorio. El sistema de franquicias, también novedoso, permitió la irradiación de la marca.
En poco tiempo, Pumper Nic contó con 70 bocas de expendio que le permitían una facturación millonaria. Alguna vez se dijo que la cifra habría rondado en los 60 millones de dólares en su época de mayor esplendor entre la segunda mitad de los ´70 y los primeros cinco años de los ´80.
Ir a Pumper Nic era todo un plan y la novedad de su sistema llamaba la atención. Además, como no contaba con servicio de mozos, no tener que dejar propina era toda una ventaja para las austeras billeteras de los teens que poblaban sus mesas.
Los locales, hoy todo un símbolo de la estética pop de los ´80, contaban con mesas y sillas amuradas al piso y un gran mostrador protagonista de la escena con amplios letreros luminosos (no eran tiempos de pantallas led) que anunciaban el menú.
Sobre esa marquesina con tubos fluorescente estaba la lista de precios de la apetitosa oferta de hamburguesas y sus adicionales. Así, figuraba la clásica Pumper o el sándwich llamado Mobur, ese que también contenía queso y un huevo a la plancha de forma perfecta, imposible de imitar en casa.
El Supernic acumulaba lechuga, huevo y tomate, pero la gran estrella era el Doble Nic, ese emparedado con dos hamburguesas y cebolla. El medallón de pollo hecho milanesa se llamaba Chicknic.
Claro que no había menú completo si no se acompañaba a las hamburguesas sin el consabido sobrecito con papas fritas denominado Frenys y que podía pedirse en tamaño pocket o maxi. O las papas tenían demasiado aceite o los sobres eran muy finitos, pero lo cierto que a poco de llenarse con Frenys, los envases parecían deshacerse para pasar a tener el espesor de una hostia. Tal como sucede en la actualidad, las porciones de este tipo de propuestas nunca son del todo abundantes.
El staff de empleados era mayoritariamente juvenil. Las chicas y los muchachos lucían viseras y un uniforme que podía constar de chomba, remera de mangas cortas o una camisa informal. Hombres y mujeres con pantalones. Y, para establecer rangos, el atuendo podía variar de acuerdo al cargo. Lejos del uso y costumbre de una pizzería bien porteña donde el mozo pega un grito y hace marchar una grande de muzzarella, acá el personal tomaba el pedido en la misma caja donde se abonaba y a través de un micrófono enumeraba lo solicitado por el cliente. En la cocina, los parlantes hacían retumbar la voz de los empleados del mostrador en un loop interminable con esos nombres de hamburguesas que se convirtieron en marca registrada. Desde ya, eran tiempos de vegetarianismo y veganismo demasiados incipientes y ocultos, y Pumper Nic no era un sitio apto para tales tendencias, acá la vanguardia era otra y siempre en base a carne.
Marketing
La bandeja que se les daba a los clientes con el pedido, el sobrecito de las papas fritas, el envoltorio de las hamburguesas, servilletas y vasos de plástico llevaban ese logo impuesto que, con los años, se descubrió que era similar al de Burger King, empresa que habría accionado legalmente para evitar confusiones.
Los locales de Pumper Nic estaban ubicados en lugares estratégicos, de gran circulación de gente y, en muchos casos, cerca de las salas de cine. Eran tiempos donde aún Lavalle era una romería de espectadores que se distribuían en esos grandes palacios cinematográficos: Normandie, Trocadero, Monumental, Iguazú y Atlas. Y Pumper Nic esperando a los chicos que salían de ver una de los Superagentes, a los adolescentes que disfrutaban con Rambo y a los adultos que no se privaban de su Fiebre de sábado por la noche.
En el Centro, donde la marca comenzó a crecer, algunos de sus locales se ubicaban en Florida cerca de Lavalle, en Suipacha a metros de Corrientes y sobre Corrientes en la vereda del cine Alfil. Ya no queda Pumper ni el Alfil. Hubo una sucursal en la Costanera y barrios como Belgrano, Flores o Lugano contaban con su filial. También disfrutaban de los sabores de Pumper Nic las principales ciudades del país.
Gracias totales
Cuando Pumper Nic gozaba de su liderazgo y era un lugar de moda, no faltaban los acontecimientos especiales como aquella presentación del primer disco de Soda Stereo que se hizo en el inmenso local de la calle Suipacha. Cuando Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti atravesaron el umbral, un importante número de periodistas aguardaba para conocer a esos tres exóticos jóvenes con delineador en los ojos y pelos parados.
La fecha escogida fue el 1° de octubre de 1984, casualmente, día del cumpleaños de Zeta. Esa tarde, se proyectó el clip del tema “Dietético”, que había sido estrenado en el programa de televisión Música Total. Como Soda Stereo ya gozaba de cierta repercusión, los más fanáticos llenaron la angosta calle Suipacha para apoyar a ese fenómeno que estaba naciendo y que se presentaba a la prensa en el lugar más icónico del mainstream de esa época.
En 2012, la serie Graduados, producida por Underground y emitida por Telefe, recreó la atmósfera de la casa de comidas y ambientó algunas escenas allí. La repercusión fue tal que se generó un furor nostálgico donde extrabajadores y aquellos clientes asiduos crearon páginas en redes sociales recordando su esplendor. Hoy, circulan varios pedidos de firmas para apoyar una vuelta a la actividad del templo sagrado de la Mobur.
El ocaso de las Frenys
En 1986, McDonald´s puso un pie en Argentina y tres años después lo hizo Burger King. Los colosos extranjeros se presentaron con una propuesta renovada que, si bien era parecida a la de Pumper, llegaba con nuevos bríos y una mayor modernidad.
Si en 197 la inauguración de Pumper Nic había sido una novedad, ahora la cadena se mostraba algo avejentada con respecto a sus nuevos competidores. También se dijo que la falta de control sobre las franquicias alejadas de Buenos Aires habría detonado en un muy bajo estándar de calidad a las hamburguesas y del servicio. Los locales, a pesar de algún intento por remozarlos, también fueron quedando obsoletos.
En 1993, la empresa lanzó la “Cajita infantil” para competir con la popular “Cajita feliz” de McDonald´s, el nuevo contrincante. Manotazos para no sucumbir.
En 1996, el sistema de franquicias llegó a su fin, quedando solo en actividad las tiendas que pertenecían a la familia Lowenstein. De a poco, los locales fueron cerrando hasta que en 1999 la bancarrota pudo con la empresa que había sido el símbolo de la prosperidad ochentosa. Había transcurrido un cuarto de siglo y el país cambiado varias veces de moneda para contrarrestar los efectos inflacionarios. Las cajas registradoras de Pumper Nic vieron desfilar billetes Peso Ley, Peso Argentino, Austral y Peso.
Un local en Moreno emulaba su estética y hasta su logo, pero sin su trascendencia ni autenticidad. Aunque las cadenas de comidas rápidas se multiplicaron con oferta renovada, Pumper Nic quedó grabado amorosamente y con nostalgia en la memoria colectiva de varias generaciones. Como el Italpark, las matinée en continuado de los cines de Lavalle, el Pacman o las figuritas del Mundial ´78. ¡Marche una Mobur con Frenys grandes y una gaseosa mediana!
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