De película: José Pablo Feinmann & María Julia Bertotto
El, filósofo y escritor; ella, escenógrafa y diseñadora. Un 8 del 8 del 80 la vida, la casualidad y un eficaz vendedor de la librería Santa Fe los puso frente a frente
Era 1980, mala época para artistas, creativos y soñadores. José Pablo Feinmann, que además era filósofo recibido en Filosofía y Letras, escribía en los ratos libres que le dejaba AlMetal, la empresa familiar dedicada a fabricar cables eléctricos, y acababa de publicar su novela Ultimos días de la víctima. María Julia Bertotto (hija de la actriz vamp de los años 40 y 50 María del Río y nieta de la actriz Iris Martorel) era estudiante avanzada de Arquitectura (carrera que no completó) y desde 1965 importante vestuarista, escenógrafa y diseñadora, pero soñaba con dirigir cine. Un deseo que lecturas como la de la novela de Feinmann, que el vendedor le había insistido que comprara, le hacían crecer. Apenas se conocieron y hablaron un poco se dieron cuenta de que la lista de pasiones comunes era extensa y que no era prudente dejar pasar esas coincidencias.
La entrevista con la Revista se realizó en el departamento de la pareja, en Barrio Norte, en la misma semana en que María Julia viajó a los Estados Unidos a conocer a su único nieto y dos días antes de que Feinmann presentó una nueva versión de su novela El ejército de ceniza. Poco tiempo atrás, juntos habían hecho el guión y la escenografía de Borges, el amor y el espanto, la película de Juan Carlos Desanzo.
-¿Dónde, cómo y cuándo se conocieron?
María Julia Bertotto: -En 1980 era clienta de una librería y Julio, el vendedor, conocía mis gustos por los libros de arte, por los de teatro y por las novelas policiales. Un día, este muchacho me insistió para que me llevara la novela de un nuevo autor que sacaba su primer libro...
José Pablo Feinmann: -No era mi primer libro...
MJB: -Bueno, perdón, su primera novela. José Pablo era desconocido y la edición de ese libro ni foto tenía. Me lo llevé y me pasó algo que me había ocurrido con muy pocos libros: lo empecé a leer y me empezó a rodar un videocassette en la cabeza donde podía ver todo: cómo es el personaje, cómo sería la ropa. Me gustó mucho leerlo, me pasé un buen tiempo fantaseando conmigo misma y con unos pocos amigos, como Alberto Fischerman, sobre trabajar en la adaptación de la novela. Alberto fue el que me dio la idea: ¿Y si lo llamaras y le dijeras que querés trabajar el guión con él? No me resultó sencillo conseguir el teléfono, después de un tiempo me lo facilitaron en la librería. Cuando lo tuve, no me animaba a hablarle, hasta que un día marqué. Era el de la fábrica, pero justo no había ido a trabajar porque estaba enfermo. Dejé dicho quién era y pedí que anotaran mi teléfono. Una noche, en el preciso instante en que sacaba un pollo del horno, mi hijo Nicolás me dijo que me llamaba un tal Feinmann...
JPF: -Y ella al atender no dijo Hola, dijo ¡Ay, qué emoción! Y esa forma de saludarme me devastó. Yo tenía mi ánimo por el piso y aquello fue maravilloso para mí. No nos vimos enseguida, pero yo ya estaba trabajando con José Martínez Suárez y convirtiendo en guión la novela que tanto le había gustado a María Julia. El día que hicimos la primera cita, un 8 de agosto de 1980, yo llegué al bar Ramos con muchos datos de ella que había ido consiguiendo. Estaba casado, pero pensaba separarme.
-¿Le dijiste ese día que ni soñara con hacer el guión?
JPF: -De alguna manera, sí, le anticipé que estaba trabajando con otro. Pero igual, ese día pasaron cosas muy importantes. Antes de irnos del bar yo le advertí que era muy loco, y al llegar a la casa de María Julia, que era esta misma en la que vivimos hoy, ella me abordó de una manera inolvidable: ¿Me dejás que sea un poco cariñosa con vos?, me dijo. Y empezó a darme unos besos...
-Casi como una declaración...
JPF: -Sí, aquello fue una declaración.
MJB: -Para mí, lo más lindo es que nos dimos cuenta de muchas coincidencias. Hablamos de Richard Widmark, un actor norteamericano que nos enloquecía a los dos; acertamos en el gusto por la música de Gershwin, o por el concierto para dos pianos, de Poulinc, que yo buscaba hacía tres años. En fin, una noche de descubrimientos.
-¿De qué modo se presentan ahora ante los demás?
JPF: -Yo digo mi mujer, porque decir mi esposa no me gusta por institucional, y mi compañera me suena a demasiado psicobolche.
MJB: -Si pudiera lo presentaría como mi hombre...
JPF: -Desde el segundo día en que nos conocimos ella le dice a todos los que la quieren oír que soy el hombre de su vida. No sabés cómo me enamora que lo diga así.
-El señor filósofo,¿piensa demasiado?
MJB: -Sí, piensa mucho, pero también me pregunto si podría ser de otra manera. El vive un mundo propio y su metodología es pensar y pensar. Soy testigo de que José puede pasar dos o tres años pensando un libro, pero en el momento en que se larga a escribirlo le saca humo, ahora a la computadora y antes a la máquina de escribir; parece que alguien le estuviera dictando el texto en el oído. José es un intelectual en todo el significado de la palabra. Los intelectuales tienen que pensar mucho.
-La señora escenógrafa, ¿planea en exceso?
JPF: -Sí, efectivamente, la escenógrafa planea en exceso, dibuja en exceso, ocupa espacio en exceso, hace ruido en exceso. Pero todo eso tiene una explicación muy sencilla: ella, por su origen italiano, es excesiva. La primera vez que nos vimos a mí me sorprendió que, mientras hablaba, me tocara los brazos, las manos, y, prejuiciosamente, pensé:¿Esta mina se estará tirando? Después llegué a la conclusión de que casi todos los italianos tocan mucho a los demás.
-¿Qué hubiera ocurrido si llegabas a la conclusión de que, ciertamente, se te estaba tirando?
JPF: -Todo eso me preocupó en ese momento, porque no era demasiado corajudo. No olvides que los primeros besos me los dio ella. A mí, que era un joven peronista, militante de las corrientes antiimperialistas, conocer a María Julia, que venía de otro mundo, me abrió mucho la cabeza.
-¿Cuál es aquella frase típica de cada uno que le parezca genial al otro?
MJB: -Es un poco difícil elegir, porque es fascinante vivir con alguien como José, que es una fuente de ideas y frases encantadoras y con humor. Usamos muchas frases de películas...
JPF: -Su frase Es carnaval, apretá el pomo, para mí es toda una enseñanza de vida.
-¿Cuáles son aquellos territorios comunes que ocupan con más armonía y cuáles aquellos que les provocan más desdichas?
JPF: -El gusto por cierto cine, como las comedias musicales, las películas del policial más negro, los cuartetos de Beethoven, la música de Ravel y la maravillosa forma en que María Julia baila blues y otros temas de Broadway. Desde hace un tiempo vamos a lo de la profesora Ana Cantamiroff, con quien practicamos colocación de la voz, canto y ejercicios corporales. Ahí María Julia baila y para mí, que soy un tronco, poder acompañarla es deslumbrante. Además, María Julia maneja todo un mundo visual maravilloso, del cual yo no podría ser partícipe. Ella me explicó Las Meninas, de Velázquez, mejor que (Michel) Foucault en su capítulo de Las palabras y las cosas..
MJB: -Me dio gusto que yo pudiera transmitirle el placer de ciertas pinturas. José se quedó maravillado cuando vio por primera vez obras de Rembrandt, Goya, Velázquez. Y él también me enseñó a comprender a Hegel.
-¿Y los escenarios de chisporroteo cuáles son?
MJB: -Es donde se plantean las diferencias. A mí me gustan el sol, la luz natural, las plantas, y a José no. Tuve que renunciar a mi hermoso gato persa porque cuando él trabajaba no lo dejaba tranquilo, le maullaba y se le sentaba encima de sus papeles. Un día, él planteó el gato o yo...
JPF: -Otra diferencia es que a ella le gusta mucho viajar y a mí no. Uno de los momentos más ríspidos es cuando vuelve y me los relata con detalles. Yo no tengo tanta paciencia para escuchar esa narración. Pero me fui superando, porque ahora tengo más paciencia que antes.
MJB: -Sin embargo, un poco avanzamos en el tema de los viajes. En 1984 fuimos a un congreso en la Universidad de Maryland y, de vuelta, logré arrastrarlo casi un mes a Nueva York, y allí vimos infinidad de grandes películas en el American Film Institute.
-¿Cuál es la temática de reproches más frecuentes?
MJB: -Uno es que yo soy muy ordenada y José es muy desordenado.
JPF: -Ella es una gran artista y no puedo entender cómo siendo tan dionisíaca y pasional es tan ordenada.
MJB: -Es que si no fuera tan ordenada no podría trabajar. Pero también tu desorden me fue ganando. Es impresionante, pero José no conoce el movimiento de retorno: abre un cajón, o una puerta, pero no los vuelve a cerrar.
JPF: -Esto del orden y el desorden abarca temáticas absolutamente comunes a todas las parejas, como si levanto o no levanto la tabla del inodoro, con las consecuencias imaginables...
MJB: -Bueno, pero a eso ya me acostumbré.
JPF: -Ella me ha señalado cosas, como el egoísmo, que yo jamás pod"Ella me ha señalado cosas, como el egoísmo, que yo jamás podría haberle reprochado", dice José de María Julia ría haberle reprochado...(Se ríe): ahora me mira como diciéndome, mirá si vas a ser egoísta. Esa cosa profunda me la enseñaste vos.
-¿Resulta muy conflictivo el hecho de que José trabaje de noche y duerma hasta la tarde?
JPF: Yo hice toda mi carrera en la Facultad estudiando de noche, porque sentía que era cuando más rendía. Pero la cosa se acentuó en los últimos trece o catorce años. No te sabría decir por qué. Mis horarios se fueron estirando cada vez más.
-¿Y cuál es tu horario?
JPF: -Empiezo a trabajar de 12 de la noche a 7 de la mañana , con algunos descansitos para compartir con la gata Mush, que es otro de los personajes de María Julia. De repente, en la quietud de la noche, imaginate, 3 o 4 de la mañana, escucho unos maullidos y sé que es Mush, que está despierta. Preparo un té, voy, me pongo al pie de la cama y lo tomamos en compañía, conversamos un ratito y a veces hasta vemos una película juntos.
-¿A las 7 terminás y luego te acostás?
JPF: -Sí, a las7 o 7 y media y me duermo hasta las 3 o 3 y media de la tarde.
-¿Considerás que esta costumbre de José es buena o mala?
MJB: -Es una costumbre buena para él. Es un poco difícil en ciertos aspectos, para conciliar los horarios, pero a veces, cuando estoy trabajando en una película, como en general se filma de noche, nuestros horarios pasan a ser los mismos. En lo posible, se le arma a José una burbuja de silencio, para que descanse y que nada lo moleste, pero hay cosas inevitables. Dentro de poco voy a instalar mi estudio en un departamentito que tenemos a una cuadra.
-¿Cuál es la comida del día que comparten?
MJB: -La cena...
JPF: -Digamos la verdad, ¿quién hace la cena?
MJB: -Acá, el maestro...
JPF: -Cocino, pero por algo muy particular. Hace un año que estoy haciendo una dieta con la que conseguí bajar 15 kilos. Me hago mi propia cena y también preparo para ella.
-O sea que logran encontrarse en cenas a la luz de una vela...
JPF: -Sí, en especial cuando salimos. Lo hacemos mucho en un restaurante de la Recoleta donde cenamos románticamente, con velas en la mesa.
-Ya dijo José que cocinaba pero,¿quién se ocupa de comprar la comida?
JPF: -Casi siempre ella y, a veces, yo.
MJB: -A mí me encanta cocinar, pero como a él le divierte, a mí me parece bárbaro. Nos alternamos en la compra de la comida.
-¿Te planteás la posibilidad de alterar estos horarios tuyos?
JPF: -Bueno, de hecho cuando viajamos los altero bastante...
MJB: -Es que es muy difícil hacerle entender a una mucama de hotel en París unos horarios tan particulares...
JPF: -El trabajo de María Julia también suele ser muy absorbente y esclavo. No sólo el mío. Una vez se fue a filmar a Puerto Rico y estuve sólo tres meses y medio. Y cuando filmó El mismo amor, la misma lluvia, me dejó alevosamente solo otros tres meses.
MJB: -Hay una cosa: los dos sabemos que cada uno tiene una pasión que el otro respeta.
-¿Son celosos?
JPF: -La de los celos es una pasión muy dolorosa. Justamente en una obra que escribimos juntos aparece el tema de los celos. Mis únicos celos han sido retrospectivos...
MJB: -Lo cual me coloca en una situación sin salida...
JPF: -Pero desde que nos conocimos nos hemos modificado mucho. María Julia, con enorme sinceridad, me había contado alguna de sus relaciones y a mí no me parecieron poca cosa. Un día lo comenté con mi amigo Juan Sasturain y él me llamó a la realidad diciéndome: Pero José, mirá que tener celos retrospectivos con esa mina, con lo que te quiere. Un terapeuta me lo dijo mucho más directamente; me miró y me dijo: José, ¡qué boludo!
MJB: -Yo era celosa-celosa, como buena italiana que soy. Pero fui mejorando porque José me dio mucha confianza, en la vida y en la carrera.Yo era celosa, pero no por cosas que él hiciera, porque, por suerte, él es muy fiel. Pero nosotros estamos en este ambiente de cine, de teatro y para muchas mujeres su condición de escritor, de intelectual, de guionista de cine, de pianista y de tener la hermosa sonrisa que tiene, es algo muy seductor. Y algunas chicas se acercan más de lo que yo desearía...
JPF: -A ella siempre le molestó la actitud de esa clase de mujeres comehombres, que vienen en franca actitud de levante...
-Como vestuarista, ¿tenés poder de decisión sobre la ropa que José Pablo se pone?
MJB: -Huy, ésa es una pregunta buenísima.(Se ríen mucho.) Muchas veces temí, viendo algunos suéteres que José se ponía (por ejemplo, uno rojo ladrillo que era verdaderamente imposible), que nunca más me llamasen para trabajar en ningún lado. A él lo pone de pésimo humor tener que ir a comprarse ropa. Cuando nos casamos le pedí a su amigo, el escritor Juan Martini, el favor de que lo acompañara; fueron un par de veces y puso de tan mal humor a su amigo que Martini renunció a tal honor.
JPF: -Es que probarse trajes es algo horrible.
-Cuando María Julia se cambia el color del pelo o se lo corta, ¿vos te das cuenta?
JPF: -Sí, totalmente, en especial porque ella se corta, se tiñe y se hace estos rulitos que a mí me enloquecen. Porque, como verás, ella no es un personaje realista, es una construcción, una flaca de piernas largas para quien los años no pasan. A veces, incluso, le pido que no se deje achatar el peinado, que le faltan rulitos...
MJB: -Yo cumplo el sueño que José tenía desde joven: el de la rubiecita propia.
-¿Se enrollan en la pálida provocada por la crisis del país?
JPF: -Nos golpea muchísimo la injusticia. Desde que la conozco a María Julia la veo padecer cuando descubre a alguien, chico o grande, sacando comida de la basura. Se le llenan los ojos de lágrimas. Yo no tanto, tal vez elaboro un poco más por el lado teórico, pero ella tiene una relación totalmente emocional con la pobreza.
MJB: -A mí, lo que más me emociona es lo que José escribe en sus notas y que siga defendiendo las cosas que defiende. Cuando lo leo, me vuelve a enamorar.
-¿Qué orden de importancia tienen, en su pareja, el dinero, las propiedades, lo material?
JPF: -Yo no tengo propiedades. Esta casa ahora también es mía porque hace veinte años que vivo aquí. Vos me explicaste que nadie me puede echar, ¿verdad, María Julia? Lo único que tenemos a nombre de los dos es el departamento donde ahora María Julia trasladará su estudio. También tenía un auto, pero lo vendí hace diez años, cansado del delirio que significa andar en auto por esta ciudad.
MJB: -En cuanto al dinero, es común, siempre llevamos cuentas juntos. Cuando conseguimos que nos paguen bien un trabajo, lo aprovechamos para vivir un poco más tranquilos, pero el estilo es que vivimos totalmente al día.
JPF: -Ninguno de los dos es el más hábil con el dinero. Por lógica, como mis horarios no coinciden con los de los bancos, ella se ocupa de eso. En algunas cuestiones somos algo dispendiosos. Ella se compra muchos zapatos, que en el idioma Bubu (ver recuadro Ella dijo) llama memes...
-¿Tantos pares de zapatos tenés?
MJB: -No tantos, digamos entre doce y quince pares.
JPF: -¿Nada más?
-Y vos, José, ¿cuántos pares de zapatos en uso tenés?
JPF: -Yo tengo dos, nada más.
-Al matrimonio, a la vida en pareja, ¿les gusta tal cual es o le hacen alguna clase de cuestionamiento ideológico o práctico?
JPF: -Somos más que nada tradicionales. Lo de los swingers me parece una reverenda tontería, ganas no más de sacar chapa de vanguardista avanzado, de moderno, de fashion.
MJB: -Admirando a Sartre y todavía más a Simone de Beauvoir a mí me dolió y me indignó, en mi carácter de mujer enamorada de un hombre, lo que en los últimos años de vida de él ella escribió sobre Sartre. Esa era una pareja mítica, admirada por la libertad mutua que se daban, pero no eran tan perfectos, porque ella escribió cosas muy crueles y gratuitas.
JPF: -Yo todavía me siento con María Julia protagonizando una película de amor. Esta entrevista me refuerza una idea que ya había surgido, que tengo ganas de escribir sobre nuestra pareja.
-¿Les gusta salir, con quiénes?
JPF: -Nuestros amigos tienen una variada edad. Eramos muy cercanos del matrimonio de Carlos Auyero y Any. Salimos a comer a Chiquilín con (los escritores Guillermo) Saccomano y (Eduardo) Belgrano Rawson; salimos con matrimonios más jóvenes como Víctor y Virginia, o mucho más jóvenes como Leonora y Demián, salimos con mis dos hijas y también salimos solos. En cuanto a si somos sociables, yo cada vez estoy más fóbico. Por suerte, María Julia ha podido entender que no vaya ni siquiera a sus estrenos. Y estamos contemplando la posibilidad de no concurrir a nuestro propio estreno teatral, cuando se haga.
-¿De qué se trata su estreno?
JPF: -Una obra que escribimos, que se llama Sabor a Freud, y que combina psicoanálisis y boleros. Se iba a estrenar en octubre, en los teatros de Rottemberg, pero la postergamos para 2002. La va a dirigir María Julia, con música de Martín Bianchedi y actuación de Linda Peretz y Ulises Dumont.
-¿Será lo primero que dirijas?
MJB: -En teatro, sí, pero mi gran esperanza está puesta en el cine.
-En la pareja, ¿quién maneja el control remoto del televisor?
JPF: -Yo soy tremendamente zappinero. Pero pensándolo bien, yo hago el zapping, pero la que se sienta verdaderamente a ver es ella. María Julia tiene una cabeza matemática para descubrir y anticipar las tramas cinematográficas. Ella mira televisión en la cama, con su bandejita con comida, y cuidadito con interrumpirla...
MJB: -Siempre creímos que el manejo del control remoto era una típica actividad masculina y hace poco recorté un artículo, que le leí a José Pablo y con el que nos reímos mucho. La idea era que las mujeres no hacen tanto zapping porque son más propensas a meterse, a escuchar, a dejar que les cuenten, a tratar de no perderse ningún dato.
Ella dijo
- Nombre completo: "Según figuro en la chequera soy María Julia Bertotto de Feinmann. Fijate: diez consonantes entre los dos apellidos".
- Matrimonio Nº: 2.
- Hijos: uno, del primer matrimonio. Nicolás Sarudiansky, de 35 años, reside en Nueva York y trabaja como artista digital. Está casado con Barbi, francesa, y el 4 de julio último tuvieron a Lucas, el primer nieto de María Julia.
- Cómo le dice a él en la intimidad: Gupi, como una derivación de Goofie.
- Fecha simbólica de su pareja: el 8 de agosto de 1980, cuando se vieron por primera vez.
- Una frase preferida: de la película El joven Frankenstein. La dice Marty Feldman. En inglés es Could be worst , could be raining, y una traducción aproximada sería -para responder al clásico ¿Cómo estás?- Podría ser peor, podría estar lloviendo .
- Su trabajo más reciente: el montaje escenográfico de El cerco de Leningrado, de Sanchis Sinisterra, con Alejandra Boero y María Rosa Gallo.
El dijo
- Nombre completo: "Yo soy José Pablo Feinmann, así completo, con las dos enes".
- Matrimonio Nº: 2.
- Hijos: del primer matrimonio. Virginia, de 30 años, licenciada en periodismo, y Verónica, de 28, a punto de recibirse de diseñadora gráfica.
- Cómo le dice a ella en la intimidad: "Ella es definitivamente Bubu. Bubu es uno de nuestros personajes. Es algo aniñada, es la Betty Boop que siempre fue".
- Fecha simbólica de su pareja: el 8 de agosto de 1988, cuando, una vez recuperada la aptitud nupcial, decidieron casarse.
- Una frase preferida: Esto no es serio, Suprino, que dice un personaje de la novela de Osvaldo Soriano No habrá más penas ni olvidos.
- Su trabajo más reciente: la nueva edición de su novela El ejército de ceniza.
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