De la farmacia al supermercado: 3 productos que eran vendidos como remedios y hoy se consumen como alimentos
Se promocionaban para evitar malestares o curar enfermedades; y por distintas situaciones se convirtieron en productos de consumo masivo
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Es común ver en las repisas de supermercados y en nuestras despensas de alimentos productos que son normales a los ojos de hoy. Sin embargo, la historia del origen de algunos de ellos puede ser tan fascinante como extraña, pues su propósito no siempre fue pensado como lo conocemos hoy.
Algunos de estos insumos no empezaron su camino dentro de la industria alimentaria, ya que mucho antes de convertirse en los manjares que son actualmente, incursionaron en otros campos que les permitieron posicionarse y cambiar de rumbo.
A continuación conocerá algunas historias de empresas y alimentos que empezaron con un fin farmacéutico, pero que terminaron convirtiéndose en productos casi que de consumo diario para millones de personas.
Coca Cola
Esta icónica bebida caramelizada fue creada en 1886 por el científico y farmacéutico Jhom Pemberton como un medicamento para tratar todo tipo de dolencias corporales.
Pamberton empezó con el proyecto cuando la prohibición del alcohol empezaba a imponerse en en Estados Unidos, por lo que su invento anterior, que era a base de vino, fracasó.
Entonces, decidió incursionar con la hoja de coca como producto base de su nueva creación farmacéutica.
Su compañero Frank Robinson le ayudó a crear el nombre y a empezar a comercializarlo. Él era conocedor del tema empresarial, por lo que sabía manejar bastante bien los aspectos monetarios.
Ambos se lanzaron al mercado y promocionaron la bebida como un producto refrescante, pero además con funciones curativas, pues su propaganda anunciaba curar jaquecas, depresiones y ayudar al aumento de la libido.
Dos años después de su lanzamiento, los fundadores firmaron un acuerdo para embotellar el fármaco en todo el territorio estadounidense, según menciona el diario ‘ABC’.
Después del éxito, Coca - Cola dejó su iniciativa ‘curativa’ y se dedicó a vender el producto como una bebida refrescante que iría bien con absolutamente todas las comidas: 135 años después se convirtió en una de las compañías más exitosas en la historia, con un rango de acción en 200 países del mundo.
Salsa de tomate o Ketchup
Muy alejada de los usos actuales, la salsa de tomate tuvo su origen en China, pero no fue hasta el siglo XVIII que se realizó el primer frasco.
Su nombre viene de la palabra Ke-tsiap, un término chino para describir la grasa que sale del pescado fermentado, una sustancia que ha sido muy popular en las zonas costeras de ese país asiático como un condimento para cocinar durante cientos de años.
Algunos medios especializados señalan que este insumo se comercializó en diferentes países del norte y sur de Asia. No fue hasta que llegó a Singapur que tuvo contacto con la cultura europea, pues en el siglo XVIII este país era una colonia del imperio británico.
En algunos libros de cocina de la época, se menciona como Ketchup a este derivado de grasa animal. En el texto de Eliza Smith ‘Complaint Housewife’ (1736) se hace referencia al menjurje como un insumo que es bien acompañado a base de vino blanco y anchoas, algo muy alejado a lo que se conoce hoy.
No fue hasta 1812 cuando el científico James Mease inventó la primera receta de salsa de tomate que, alejada de la rareza con que se originó el concepto de ketchup, dejó el nombre por su composición parecida a la grasa del pescado, es decir, como una salsa.
Con la comercialización de la receta empezaron a surgir especulaciones sobre las propiedades curativas de este insumo, pues se decía que sanaba la diarrea y otros malestares estomacales.
En 1930, el Dr. Jhon Cook Bennet, de la Universidad de Ohio, dio validez a esas teorías y empezó a vender frascos y hasta píldoras con el menjurje. Sin embargo, algunos impostores empezaron a falsificar sus productos y quebró.
Por su parte, el empresario Jhon Heinz, quien ya tenía el emporio del Ketchup casi en sus manos para finales del siglo XIX, también acogió la idea y comercializó sus productos diciendo que los tomates de sus granjas contenían efectos antioxidantes basándose en el licopeno, una sustancia característica del vegetal que le da el color rojizo.
La salsa se vendió como un producto medicinal durante algunos años hasta que la Food and Drug Administration (FDA) prohibió la publicidad de los efectos curativos del licopeno, pues no habían estudios científicos que dieran validez a las afirmaciones.
Gin & Tonic
Lo que es hoy una de las bebidas de preferencia de los jóvenes en las fiestas de todo el mundo, no siempre se utilizó como un producto para la diversión y la lujuria. A principios del siglo XVIII, esta bebida empezó siendo una medicina.
Los franceses Pier Joseph Pelletier y Joseph Bienaimé lograron aislar la quinina, un compuesto que se encuentra en el Quino, un árbol característico de tierras peruanas.
Ellos se percataron de que los incas utilizaban este árbol para calmar y hasta llegar a curar los síntomas de la malaria. En 1820, estos científicos empezaron a encapsular el compuesto y a enviarlo a zonas donde la enfermedad fuese común, afirmó el diario ‘El Español’.
Fue en la India cuando los oficiales británicos enfermos de malaria empezaron a consumir el fármaco, pero al tragarlo, la quinina dejaba un sabor sumamente amargo dentro de sus gargantas, por lo que decidieron empezar a disolver la medicina con agua azucarada, ginebra y un poco de zumo de limón.
Desde entonces, se empezó a recetar la quinina con estos compuestos tan característicos del cóctel de hoy.
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