Mara entrenaba para cumplir su gran sueño, pero empezó a tener alteraciones hormonales que su familia y las docentes decidieron pasar por alto sin imaginar el diagnóstico
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Desde que tenía seis años y los sábados miraba en Canal 9 las películas de Shirley Temple, Mara Fernández comenzó a soñar que con el paso del tiempo iba a ser bailarina. Estaba tan convencida de eso que a los nueve comenzó a practicar danzas: Ballet, Tap, Gimnasia jazz, Flamenco y Tango.
Si bien hasta esa edad, cuenta, siempre había tenido el cuerpo “delgado”, por entrenar aproximadamente entre 10 y 12 horas por semana su fisonomía comenzó a cambiar. Y empezó a tener alteraciones hormonales que su familia y las docentes decidieron pasar por alto.
“Llegó el momento de comer pollito con ensalada”
“Con el desarrollo mi cuerpo se volvió más voluptuoso y más `redondo`, lo cual despertó las críticas y opiniones negativas tanto de mis profesoras de danzas como de mi entorno: ´Meté la panza adentro que parecés un sapo`. ´Llegó el momento de comer pollito con ensalada´”, me decían.
Sin embargo, como en el mundo del ballet todo ese tipo de comentarios suelen estar naturalizados y son esperables, ningún adulto expresó su disconformidad ante estas situaciones. De esa forma, Mara se estaba convirtiendo en una adolescente que no la estaba pasando nada bien. “Me sentía enojada, no podía frenar el impulso de mirarme en todos esos espejos que rodeaban la sala de ensayos, sentirme mal conmigo misma y compararme con el resto de mis compañeras”.
Con tanta exigencia, a los 14 años desarrolló una gastritis, la cual le generó un gran descenso de peso, que fue alentado y estimulado, aun a sabiendas de que era producto de una enfermedad: “Mira que bien que estas ahora”, “cuidate así no recuperas el peso perdido”, cuenta que le decían.
Además, con tanto entrenamiento muscular sus piernas se tornaron más grandotas, término que ella misma utiliza. Y esa situación acrecentó los desafortunados comentarios de su entorno. “No parecés una bailarina, te parecés a José Chamot” (ex jugador de fútbol de la selección Argentina).
En medio de una profunda tristeza, por aquellos días los pensamientos de Mara giraban en torno a que nunca podría llegar a ser primera figura en una coreografía teatral. Siempre la “partenaire”, nunca la protagonista.
Las dietas para festejar sus 15
Faltaban pocos días para su fiesta de 15, el momento soñado e inolvidable para muchas chicas, pero también el generador de estrés y de la carrera para llegar a ser “casi una princesa”.
“Así fue como conocí la dieta de la sopa. Un plan alimentario en el que solo tomás caldo de verduras y dos veces a la semana dos tipos de frutas durante todo el día. Tuve una descompensación provocada por una deshidratación por gastroenteritis. Ah, pero llegué espléndida con el vestido blanco”, expresa, con ironía.
¿Qué arrojaron los estudios médicos?
Retrotrayendo el tiempo atrás, Mara reflexiona y se pregunta si a nadie de su familia se le había ocurrido consultar con un especialista para que le realizara un chequeo general, ver qué pasaba clínicamente con su organismo que no respondía a lo que la sociedad impone como canon de belleza.
Tras una visita a una endocrinóloga y con valores elevados en sangre de Prolactina (la hormona que permite la lactancia) y Cortisol (la hormona del estrés), se decidió evaluar por imágenes la presencia de un adenoma hipofisario. Y como era de esperarse ahí estaba. Si bien se trataba de un tumor benigno, su tamaño podría ocasionar la pérdida de visión o de un síndrome metabólico, como es su caso.
La maternidad, en riesgo
“Las personas que padecemos hipercortisolemia (elevación de los niveles de cortisol en la sangre), solemos tener síndrome de Cushing, una afección que se produce debido a la exposición a altos niveles de cortisol durante un tiempo prolongado, que puede ocurrir debido a la producción excesiva de cortisol por parte de las glándulas suprarrenales”, dice. Y agrega: “Los indicios son la acumulación de grasa entre los hombros, cara de luna llena y estrías rosadas o violáceas. La idea del ´cuerpo ideal´ cada vez estaba más lejana y a eso se le sumaba la posibilidad de no poder ser madre”.
Para colmo de males, a los 22 años soportó una serie de síntomas hormonales y físicos que irrumpieron en su salud integral: aumento exagerado de peso, amenorrea, caída de cabello, galactorrea, náuseas y fuertes migrañas. Pero luego de nueve años de tratamiento con medicación específica, del tipo quimioterapéutica, Mara pudo recuperar, lentamente, su equilibrio físico y mental.
La idea de la maternidad venía rondando en su cabeza desde hace tiempo. Sin embargo, ese deseo parecía casi una utopía. Tras una junta médica y con muchas recomendaciones profesionales, “milagrosamente” a los tres meses quedó embarazada de su hijo mayor (Ian) y un año y medio después casi sin buscarlo tuvo al más chico (Joaquín).
“Cuando me enteré que estaba embarazada fue una sorpresa, sentí mucha alegría. Fue inesperado y fue intuición de una amiga que me miró a los ojos y me diagnosticó el embarazo. Salí corriendo a comprar un test de embarazo casero y dio dudoso, por lo cual mi marido (Marcos) fue a la farmacia y ese domingo de septiembre del 2010 nos enteramos que mi bebé estaba en camino. Fue un momento de mucha felicidad y esperanza, pero también entendiendo que sería toda una adaptación ya que debería hacer mucho reposo y tener el mayor cuidado posible”.
Sin embargo, Mara confiesa que su estética y su cuerpo continuaban siendo su gran insatisfacción. “No me sentía lo suficiente mujer, ni femenina. Hasta que decidí hacer un camino de sanación y de reconciliación con mi cuerpo. Empecé a ver que el convertirme en mamá era un regalo, que mi cuerpo aun con sus batallas me había concedido lo que quería y que en lugar de seguir dañándolo, debía estarle agradecida por habérmelo permitido”.
Su experiencia personal para ayudar a otras mujeres: “Hablar sana”
No es una casualidad que Mara haya estudiado Psicología ni mucho menos que desde hace muchos años sea una referente en relación con los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).
“Decidí ser especialista en TCA porque la mayoría de las mujeres que llegaban a mi consulta expresaban dolor, angustia, vergüenza y culpa por sus cuerpos.
Me recordaban a esa niña, adolescente, joven que había sido y sentí la necesidad de ayudar a otras personas a salir de ese sufrimiento, de ese tormento que no te deja disfrutar de una salida, de un cumpleaños, de una reunión familiar. A que puedan salir de esa cárcel en la cual yo también había estado presa. Era una forma de reparar y reconstruir mi autoestima”, confiesa.
Las consultas no tardaron en aparecer, y eran muchas, motivo para que en 2019 creara el perfil @hablar_sana en Instagram: “Surgió del impulso de querer llevar mi mensaje de aceptación, de amor propio y de que siempre hay alguien que puede brindar ayuda”, explica.
“Mi contenido tiene como objetivo informar sobre los TCA y trastornos de la imagen corporal para generar conciencia y poder prevenir la aparición de mayor cantidad de casos. Algunas de mis seguidoras suelen ser bastante bien receptivas, otras suelen ser bastante ´combativas´, ya sea por fanatismo, por simple descarga o porque están atravesando un TCA y no lo reconocen”.
El perfil de su Instagram, que tiene casi 30.000 seguidores, en 2023 fue declarado de Interés por la Protección y Prevención de los Derechos de las Mujeres y sus Diversidades.
Mara afirma que el tratamiento para las personas que tienen un TCA debe ser interdisciplinario, compuesto por médicos clínicos, nutricionistas, psicólogos, psiquiatras especializados y formados en TCA y el acompañamiento del entorno de la paciente.
“Nuestro cuerpo, peso o tamaño no definen lo que somos como personas, como profesionales. Nuestra habilidad, capacidad y aptitud no se mide por lo estético. Es importante tener en cuenta que no todos somos iguales y que en la diversidad esta la originalidad”.
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