Qué es la sisifemia, el trastorno que afecta a muchas personas en el ámbito laboral
Se trata de una condición que tienen muchos trabajadores y pocos lo perciben; cómo identificarlo y los mejores consejos para revertirlo
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En lo que respecta al ámbito laboral, son muchas las personas que buscan la perfección, como llegar con todas las tareas planteadas, adelantarse a los pedidos o cumplir con las expectativas de los superiores. En algunas ocasiones, esto puede ser completamente nocivo para la salud, ya que se exige más de lo que puede dar.
Es ahí donde aparece el término de sisifemia, que se entiende como uno de los problemas más habituales en el entorno laboral: es cuando las personas se encuentran atrapadas en trabajos que solo les generan desmotivación, donde se ven obligadas a esforzarse cada vez más sin recibir ninguna recompensa a cambio, lo que puede conducir a problemas de salud significativos.
Este término procedente de la mitología griega (sísifo, condenado a una vida monótona) se refiere a la obsesión por el resultado final y la aprobación ajena, lo cual está acompañado por una baja autoestima y la sensación de que las tareas laborales carecen de sentido y significado. Este concepto refiere a la frustración y, según indicó la psicóloga española Fátima Castaño en diálogo con el medio 20minutos, el principal problema es el exceso de autoexigencia y la incapacidad de poner límites cuando está en juego la salud.
Los grandes peligros de esta sobre exigencia

Es crucial tener en cuenta que, como la especialista dejó en claro, la palabra sisifemia no se utiliza como terminología diagnóstica técnica, pero, de todas formas, el concepto se entiende como “la tendencia de la sociedad actual a la sobre exigencia, a esa falta de capacidad para decir ‘no’ que resulta tan nociva para la salud mental”.
“Me encuentro a menudo con que los pacientes establecen objetivos demasiado elevados. Si nos anotamos a hacer deporte hay que darlo todo y llegar a metas inalcanzables; si iniciamos un trabajo nuevo, queremos ascender rápido y que nuestro sueldo suba y suba; si somos madres, tenemos que ser supermujeres que lleguen a absolutamente todo”, comenzó explicando Castaño, y sumó: “Nos autoimponemos llegar a los estándares de calidad que vienen predeterminados socialmente, sin poner ningún tipo de filtro. Hay que llegar y no nos planteamos no poder llegar”.
En esa misma línea, recalcó lo peligroso de esta tendencia social a decir “sí” a todo, a buscar constantemente la perfección en el trabajo, y a cumplir con las expectativas de los demás, ya que puede llevar a una persona al colapso psicológico, al estrés abrumador y a una frustración por no poder cumplir con los compromisos establecidos. “Tenemos que trabajar duro para volver a lo que deben ser nuestros estándares alcanzables, qué podemos hacer y qué no, cuáles son nuestras funciones reales y objetivas en función del rol para el que hemos sido contratados, nuestro sueldo y redefinir nuestro puesto recuperando el sentido común”, comentó.
El límite tiene que estar en entender el freno que el cuerpo alerta, cuando lo necesita. “Me encuentro demasiado a menudo a personas que no saben identificar las señales que a veces el organismo nos da, esas en las que alerta de la necesidad de un descanso”, aseguró la especialista en diálogo con el mencionado medio, y sumó: “Muchas veces la autoexigencia con nosotros mismos viene propiciada porque necesitamos encontrar la aceptación del otro. Necesitamos ese reconocimiento que nos hace buscar siempre más y más y entramos en un bucle interminable, un pozo sin fondo”.

Como ejercicio, es importante empezar a trabajar el autoestima personal, conseguir no estar tan condicionados al refuerzo externo y poner límites. Para hacerlo, es fundamental saber parar y escuchar el cuerpo y la cabeza, el método más sencillo para prevenir repercusiones en la salud.
Las señales de que algo va mal y los límites que hay que aplicar
Existen indicadores que pueden alertar que se está en una situación de estas características, como la dificultad para mantener la concentración, la tendencia a notar errores en el trabajo, la incomodidad en las relaciones debido a comparaciones constantes y la sensación de un estrés abrumador y una angustia cotidiana debido a no alcanzar los objetivos.
Una vez identificado esto, el siguiente paso será poner medidas, empezando por ajustar los ritmos y tiempos del trabajo. Es crucial tomarse en serio trabajar la autoestima para descubrir qué es lo que más se desea en el entorno laboral y lo que da felicidad hacer, en la medida de lo posible. Cuando se haya visualizado los objetivos laborales reales, se debe comenzar a quitar todo aquello que no sea absolutamente necesario.
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