Qué es el “síndrome del niño apresurado” y las tres señales que alertan que está creciendo demasiado rápido
Las presiones y expectativas impuestas durante la infancia pueden manifestarse de diversas formas; cómo aliviarlas en los pequeños
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El crecimiento acelerado en la infancia puede tener efectos profundos y duraderos en la vida de una persona, un fenómeno conocido como “síndrome del niño apresurado”, un término acuñado por el psicólogo David Elkind y que se manifiesta cuando a los niños se les exige rendir y asumir responsabilidades antes de lo que deberían, lo que a menudo ocurre en detrimento de sus necesidades naturales de desarrollo. Aunque esto puede generar logros notables a corto plazo, los efectos a largo plazo pueden ser perjudiciales.
Al llegar a la adultez, las presiones y expectativas impuestas durante la infancia pueden manifestarse de diversas formas. Los efectos del síndrome del niño apresurado tienden a transformarse con el tiempo, influyendo en el comportamiento, las respuestas emocionales y el bienestar general de maneras que no son siempre evidentes, pero que son profundamente significativas.
Las consecuencias de este síndrome no son solo a nivel mental; los niños también sufren problemas de salud física. Frecuentemente, no descansan lo suficiente, desarrollan hábitos alimenticios inadecuados y no realizan la actividad física necesaria, lo que puede conducir a diversos problemas de salud. Además, el ritmo acelerado de la infancia dificulta su crecimiento emocional, lo que les impide gestionar sus emociones de manera adecuada y establecer relaciones saludables.
Tres estrategias para mitigar el “síndrome del niño apresurado”
1. Permitir que el juego cumpla su función
Las investigaciones subrayan la importancia de equilibrar las actividades estructuradas con el juego libre para el bienestar y desarrollo integral del niño. Promover el juego ayuda a los niños a adaptarse al estrés crónico y favorece su desarrollo cognitivo, social, emocional y psicomotor, estableciendo una base sólida para su futura salud. Así, el juego no es simplemente una actividad recreativa, sino un componente esencial de la infancia que contribuye de manera significativa en varios aspectos de la vida:
- Desarrollo cognitivo: a través del juego, los niños desarrollan habilidades cognitivas clave como la resolución de problemas, la toma de decisiones y la creatividad. Participar en juegos imaginativos les permite pensar de manera abstracta y explorar diferentes escenarios, lo que mejora su capacidad para entender conceptos complejos. Actividades como construir con bloques, dibujar o jugar a la simulación les permiten aprender y experimentar en un entorno sin presión, fomentando la curiosidad y el amor por el aprendizaje.
- Desarrollo social: el juego enseña a los niños a comunicarse, colaborar y negociar. Las actividades grupales, como los deportes en equipo y los juegos cooperativos, fomentan la amistad y el trabajo en equipo, mientras que el juego solitario también promueve habilidades sociales al permitirles simular interacciones sociales e imaginar escenarios.
- Desarrollo emocional: el juego proporciona una vía para que los niños expresen sus sentimientos y manejen sus emociones en un entorno seguro y de apoyo. Les da la oportunidad de recrear situaciones que pueden causarles estrés o ansiedad, brindándoles una sensación de control sobre su entorno.
2. Mantener la realidad en perspectiva
Cuando los padres establecen objetivos alcanzables basados en las capacidades e intereses individuales de sus hijos, ayudan a crear un camino de desarrollo saludable que se alinea con las fortalezas y limitaciones únicas de cada niño. Aquí hay algunas maneras de lograrlo:
- Evitar expectativas poco realistas: establecer metas inalcanzables puede generar estrés y ansiedad. Fomentar una mentalidad de crecimiento, donde se valore el esfuerzo y la perseverancia sobre la perfección, ayuda a los niños a desarrollar una actitud saludable hacia los desafíos.
- Celebrar los pequeños logros: las investigaciones indican que reconocer y celebrar los pequeños éxitos aumenta la moral y la resiliencia, infundiendo una sensación de positividad. Reconocimientos simples, como elogios verbales o gestos de felicitación, refuerzan la sensación de logro y motivan a continuar esforzándose.
- Enfocarse en el esfuerzo en lugar del resultado: esto ayuda a los niños a entender que el trabajo duro y la dedicación son valiosos, independientemente del resultado. Este enfoque desplaza la atención del objetivo de ganar o obtener una calificación específica al proceso de aprendizaje y crecimiento. Cuando los niños ven que se valora su esfuerzo, es más probable que enfrenten desafíos, persistan ante las dificultades y desarrollen resiliencia.
- Fomentar la autorreflexión: animarlos a reflexionar sobre sus metas y su progreso les ayuda a establecer objetivos realistas y alcanzables. Las conversaciones regulares sobre sus aspiraciones y los pasos necesarios para alcanzarlas promueven un sentido de pertenencia, responsabilidad y un enfoque equilibrado hacia el crecimiento personal y académico.
3. Organizar el tiempo de manera consciente
Crear un horario equilibrado y reflexivo es una estrategia clave para reducir el estrés asociado con este síndrome. Un enfoque cuidadoso en la planificación asegura que los niños tengan tiempo para todos los aspectos de su desarrollo, incluyendo descanso, juego e interacciones familiares significativas. A continuación, algunas recomendaciones para planificar el día de manera consciente:
- Priorizar actividades esenciales que se alineen con las necesidades e intereses del niño, como académicas, tareas domésticas y algunas actividades extracurriculares que realmente disfrute. Esto previene la sobrecarga de su agenda.
- Limitar los compromisos extracurriculares: aunque las actividades extracurriculares son valiosas, en exceso pueden ser contraproducentes. Limitar la cantidad asegura un equilibrio entre la participación física, intelectual y creativa sin comprometer el tiempo libre.
- Flexibilidad en las rutinas: permitir ajustes según cambien las necesidades e intereses de los niños reduce la presión y les permite disfrutar más de sus actividades.
- Revisar y ajustar periódicamente el horario del niño según sus comentarios: si muestra signos de estrés o fatiga, es recomendable reducir los compromisos o agregar más tiempo libre.
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