No todas las siestas son beneficiosas: las claves para tener un descanso saludable
Descansar durante el día puede tener más efectos positivos de lo que se piensa, pero solo si se hace de la manera correcta; los expertos explican cómo lograrlo
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LA NACION
Las siestas son una excelente manera de recargar energías a lo largo del día, pero no todas son igual de beneficiosas. Según los especialistas, la forma en que se duerme puede determinar si esta contribuye al bienestar mental y físico o si, por el contrario, puede tener efectos negativos. Pero, ¿cómo se debe tomar una siesta para aprovechar al máximo sus beneficios?
El médico Rafael Pelayo, especialista en sueño del Stanford Sleep Medicine Center en Redwood City, California, comparte sus consejos sobre la manera correcta de hacerlo. “El sueño y las siestas son la forma definitiva de autocuidado, ya que nos permiten cuidar nuestro cuerpo y disfrutar más del tiempo que pasamos despiertos”, explica el especialista en BrainHQ.
La clave para una siesta reparadora
Dormir por las tardes puede ser una estrategia eficaz para mejorar la función cerebral y combatir la fatiga, pero es importante hacerlo correctamente. Sin embargo, no todas las siestas son iguales. Las investigaciones indican que las siestas prolongadas pueden tener consecuencias negativas, especialmente en adultos mayores.
Un estudio reveló que los hombres mayores que dormían siestas de más de dos horas al día tenían un mayor riesgo de deterioro cognitivo en los siguientes 12 años. Por otro lado, quienes dormían siestas de menos de 30 minutos mostraron una menor probabilidad de sufrir deterioro cognitivo. Es por esto que los especialistas recomiendan limitar las siestas a un máximo de 40 minutos, preferiblemente en las primeras horas de la tarde.
Además de proporcionar un descanso físico, las siestas benefician al cerebro. Investigaciones recientes demostraron que las personas que tomaban una siesta corta después del almuerzo presentaban mejores resultados en pruebas de memoria en comparación con quienes no lo hacían.
Adicionalmente, una investigación del University College de Londres encontró que las siestas pueden ralentizar la tasa de encogimiento del cerebro que ocurre con el envejecimiento, lo que tiene un impacto positivo en la cognición.
Cinco consejos para una siesta saludable
Para aprovechar al máximo los beneficios de la siesta, sigue estos cinco consejos:
- Elegir el momento adecuado: la mejor hora para dormir la siesta es entre la 1 p.m. y las 3 p.m., cuando el cuerpo naturalmente se siente más somnoliento.
- Crear un entorno propicio: un lugar tranquilo, oscuro y fresco es ideal.
- Poner una alarma: limitar la siesta a 40 minutos o menos para evitar la sensación de confusión al despertar, conocida como inercia del sueño.
- Tomar café antes de la siesta: aunque parezca contradictorio, una taza de café antes de dormir puede ayudar a las personas a sentirse más avivadas al despertar, ya que la cafeína empieza a actuar justo cuando se termina de descansar.
- No sentirse frustrado si no se concilia el sueño: si no se logra dormir, simplemente el hecho de descansar y relajarse puede ser suficiente para calmar la mente y recargar energías.
¿Por qué cambian las siestas con la edad?
A medida que se envejece, es común experimentar cambios en la calidad del sueño nocturno. Esto se debe a varios factores, como el dolor crónico, la apnea del sueño, y ciertos medicamentos. Estos problemas pueden hacer que las personas mayores se sientan más fatigadas durante el día, lo que aumenta la necesidad de una siesta. Sin embargo, es importante que estas siestas sean breves y estratégicas para evitar interrumpir el sueño nocturno.
Una siesta bien planificada no solo es capaz de revitalizar el cuerpo, sino que también puede proteger el cerebro a largo plazo. Aprovechar esta herramienta puede marcar una gran diferencia en la salud y bienestar general.
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