Los secretos de las cejas, la poderosa herramienta de comunicación de nuestro rostro
Esos pelos en la parte superior de los ojos contribuyen en cómo nos comunicamos con el mundo; además, también forman parte de nuestro arsenal estético
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A partir de hoy, es posible que te tomes un poco más en serio tus cejas: ¿sabías que son uno de los rasgos más distintivos de nuestra especie? Su contribución va mucho más allá de una mera finalidad estética: esas líneas de pelo sobre nuestros ojos pueden expresar una amplia gama de emociones y revelar nuestras intenciones, lo que las convierte en herramientas clave de la comunicación no verbal.
Originalmente, se creía que la evolución de las cejas era una simple respuesta adaptativa a una necesidad práctica: proteger los ojos del sudor, el polvo o el resplandor del sol. Sin embargo, después se barajó la idea de que también servían como un mecanismo de señalización de dominio entre nuestros ancestros. Esta teoría proponía que su apariencia más prominente y ósea, bastante distinta a la actual, actuaba como una señal de agresividad destinada a asegurar la supervivencia de la especie.
Las investigaciones más recientes nos han llevado hacia un concepto más refinado. Con el avance de la evolución, los cambios morfológicos experimentados por el cráneo humano dieron como resultado una frente más plana y, por consiguiente, unas cejas más visibles, velludas y móviles. Estas transformaciones incrementaron nuestra capacidad para comunicar un espectro más amplio de emociones.
Movimiento de cejas: un lenguaje universal
En suma, las cejas son como unos pinceles sobre el lienzo de nuestro rostro que dibujan la expresión emocional. Su capacidad para complementar o incluso contradecir el lenguaje verbal aportan riqueza y complejidad a nuestras interacciones diarias.
Así, la psicología social ha demostrado cómo pequeños cambios en la expresión de las cejas pueden alterar la percepción de la personalidad, la confiabilidad y la apertura de un individuo.
He aquí algunos ejemplos prácticos de este silencioso idioma: elevamos las cejas en señal de sorpresa o alegría por ver a alguien, las fruncimos cuando estamos preocupados o enfadados y su posición asimétrica puede indicar duda o sospecha.
Fruncí el ceño y te entenderán mejor
Las pesquisas de la investigadora Naomi Nota en la Universidad de Radboud, en Países Bajos, arrojan más luz sobre su papel comunicativo, sobre todo cuando las fruncimos. Nota descubrió que al realizar preguntas informativas como “¿Qué harás mañana?”, o “¿Dónde está la estación de tren?”, tendemos a fruncir el ceño de manera inconsciente, especialmente al inicio de la pregunta. Este gesto, aparentemente menor, facilita significativamente la detección y comprensión de la intención comunicativa.
Además, se exploró cómo los movimientos de las cejas, replicados por avatares virtuales, influían en la capacidad de los participantes del estudio para distinguir entre una pregunta y una afirmación. Los resultados revelaron que los sujetos identificaban más rápidamente y con mayor precisión las preguntas cuando el avatar fruncía el ceño, demostrando su utilidad para afinar en la interpretación del lenguaje oral.
Esta investigación no solo profundiza nuestro entendimiento de las sutilezas de la comunicación humana, sino que también abre puertas al desarrollo de la inteligencia artificial, sugiriendo que los avatares o robots podrían beneficiarse de incorporar cejas para mejorar la interacción con los humanos.
Por otro lado, investigaciones como la realizada por la psicóloga experimental Sophie Sowden y su equipo resaltan la profundidad con la que los movimientos faciales enriquecen nuestra comprensión de las emociones. Su estudio sugiere que hay un lenguaje más allá, codificado en la velocidad y el ritmo con que se expresan nuestras emociones a través del rostro: un gesto rápido –subrayado por las cejas– puede ser el espejo de la ira, mientras que una expresión más lenta podría reflejar melancolía o tristeza.
Signo de estatus y belleza
Además de sus funciones biológicas y comunicativas, las cejas también reflejan las normas, valores y tendencias de diferentes sociedades. Diversas prácticas de belleza y modelados revelan su importancia estética y su papel como indicadores de identidad, estatus social y pertenencia cultural.
Un ejemplo emblemático de este fenómeno lo encontramos en el antiguo Egipto, donde mujeres y hombres se depilaban las cejas para luego redibujarlas utilizando kohl. Este cosmético, compuesto de galena molida y otros ingredientes, se utilizaba desde la Edad de Bronce (aproximadamente hace 5.500 años) no solo para embellecer y definir la mirada oscureciendo el párpado, sino también con un propósito práctico: proteger los ojos de la intensa luz del sol.
Protagonistas durante la pandemia
Y saltando al pasado más reciente, recordaremos el papel hegemónico que adquirieron las cejas cuando las mascarillas ocultaban gran parte de nuestras expresiones faciales durante la pandemia de covid-19.
En una época en que la comunicación visual era limitada, “leer” las cejas de nuestros semejantes se convirtió en una herramienta muy valiosa. Un ligero levantamiento, un fruncimiento o un arqueamiento podían transmitir desde preocupación y sorpresa hasta felicidad y confianza, demostrando la adaptabilidad y la resiliencia de las formas de comunicación no verbal.
El extraordinario viaje de las cejas a través de la historia, la cultura y la biología humana deja claro que estos pequeños arcos de pelo son mucho más que una simple característica física. Su evolución y adaptabilidad reflejan nuestra capacidad para expresarnos más allá de las palabras.
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