Cómo funciona el ejercicio de los 15 minutos para fortalecer la memoria

El cerebro es uno de los órganos más importantes que tenemos. Este es el que nos impulsa a cumplir cada una de las actividades que nos proponemos a corto, mediano y largo plazo; además, almacena tanta información que a veces no podemos creer que logremos recordarla. Sin embargo, en algunas oportunidades, necesitamos ejercitarlo para evitar inconvenientes a futuro y además darle su espacio.

Aprender algo muchas veces puede ser abrumador cuando otros factores intervienen y la tarea tiene a parecer imposible. En ese momento, quizás es mejor “poner en pausa” nuestro cerebro y volver a empezar. En estas situaciones, algo nos está diciendo y lo más recomendable es escucharlo para no saturarlo de información, ya que esto podría ser contraproducente.

En ese sentido, los expertos recomiendan apagar la luz, relajarse y disfrutar de 10 o 15 minutos de tranquilidad, ya que así recordarás mucho mejor lo que acabás de aprender que si seguís tratado de usar ese tiempo de manera más productiva. Es que es necesario realizar una “interferencia mínima” durante las pausas, evitando cualquier actividad que pueda afectar el área de memoria que estabas utilizando.

Aquel método fue utilizado en 1900 por el psicólogo alemán Georg Elias Müller y su estudiante Alfons Pilzecker, cuando les pidieron a los participantes que se aprendieran una lista de sílabas. Luego, lo dividieron en dos grupos: a la primera mitad le pidieron que aprendieran inmediatamente el contenido de la segunda lista, mientras que a la segunda mitad, le dieron un total de seis minutos para descansar antes de aprenderla.

El resultado fue sorprendente: los que descansaron pudieron recordar el 50% de la lista; mientras que los otros, solo el 28%.

Con intención de comprobarlo ellos mismos, un investigador de la Universidad de Edimburgo, Sergio Della Sala, y otro de la Universidad de Misuri, Nelson Cowan, le ofrecieron a sus alumnos una lista de 15 palabras y los pusieron a prueba 10 minutos más tarde. Pero a diferencia de la primera, a algunos los mantuvieron ocupados con pruebas cognitivas, mientras que a los otros los dejaron descansar en una sala oscura.

En esta oportunidad, los que descansaron lograron triplicar el número de palabras que recordaron, de un 14% a un 49%. Ambos llegaron a la conclusión de que el descanso corto, en pacientes sanos, también ayuda a mejorar la memoria espacial.

Un estudio realizado por la Escuela de Enfermería Frances Payne Bolton de Cleveland, determinó que el cerebro se regenera durmiendo, por lo que privarle de ese descanso resulta contraproducente a la hora de estudiar. El descanso ayuda a consolidar los conocimientos y mejora la capacidad de memoria a largo plazo, permitiendo acceder más rápidamente a los temas aprendidos.

En aquella indagación, los expertos se centraron en adultos jóvenes entre 18 y 30 años que se encuentran en una etapa clave del desarrollo. En relación con esto, identificaron distintos puntos:

• La privación total y parcial del sueño produce disminuciones significativas en la función neuroconductual (rendimiento cognitivo, afecto y somnolencia) en adultos jóvenes.
• La adaptación a la pérdida de sueño puede ocurrir cuando esta se acumula con el tiempo.
• La corteza prefrontal continúa desarrollándose hasta finales de los 20 años, por lo que los efectos de la pérdida de sueño a lo largo del tiempo en el cerebro en desarrollo siguen sin estar claros.

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