Lo tomó como un desafío personal y social. Por eso, cuatro días antes de que se decretara la cuarentena obligatoria, Leonardo Mourglia (45) comenzó su aislamiento en forma voluntaria. Quizás no fue algo premeditado. Pero, como contaba con una mínima infraestructura en su casa de Lomas de Zamora, en la zona sur del conurbano, decidió hacer un triatlón completo en su hogar, grabarlo y subirlo a su canal de YouTube.
"No lo hice para promocionarme como ejemplo ni mucho menos. Por el contrario, la idea era demostrar que, poniéndole un poco de onda a la situación, todos, en la medida de nuestra condición física, podemos ejercitarnos en esta situación que nos toca vivir", dice el periodista especializado en running y triatlón hace ya 20 años.
Mourglia no es un improvisado. Es corredor hace 22 años y participa en triatlones (la disciplina deportiva que combina nado, bicicleta y running) desde 1998. Entre sus logros, completó el desafío Full Ironman (hay que cubrir tres distancias, 3,86 km de natación, 180 km de ciclismo y 42,2 km de carrera a pie) nueve veces y más de 50 el Ironman 70.3. Además, algunas semanas atrás, fue parte de una competencia de ese tipo en Bariloche, y el próximo iba a ser en Uruguay. Por lo tanto estaba preparado para hacerlo, y su entrenador le había dado el aval para correrlo. "Tomé mi responsabilidad de comunicador, primero alentando a que todos se queden en casa. Fue algo que al principio algunas personas no entendieron y hasta se enojaron, pero con el correr de los días, los hechos y la multiplicación del mensaje en todos los medios y redes, todos fueron cambiando de opinión".
Pelopincho, patio y rodillo
La distancia elegida para el evento casero fue la llamada "olímpica", que consta de 1500 metros de natación, 40 kilómetros en ciclismo y 10 kilómetros corriendo. ¿Cómo lo hizo? Para nadar usó una pileta de plástico y caños, tipo pelopincho y un arnés casero hecho con una soga, una cámara vieja de bicicleta y un cinto. "La soga se ata de una punta a algo fijo, y eso me permite nadar en el lugar como si alguien me estuviese sujetando y uno trata de escapar a fuerza de brazadas. El reloj deportivo que uso mide la cantidad de brazadas, y en ese valor me basé para estimar la distancia recorrida, haciendo previamente un promedio de sesiones que hice anteriormente en aguas abiertas, donde el GPS cumple su cometido".
Para pedalear montó la bicicleta en un rodillo simulador que regularmente usa para entrenar. La rueda trasera tiene un sensor de velocidad y distancia, por lo que los datos allí fueron mucho más precisos y controlados en todo momento. Y, para correr, aprovechó que tengo un fondo con un pasillo de unos 7 metros de largo: allí armó un pequeño circuito por vueltas para completar los 10 kilómetros.
"Así lo hicimos. Y hablo en plural porque, como en cada carrera, no corrí sólo. Mi esposa Diana (45) y mi hijo Vito (11) me asistieron en todo momento, haciendo lo mismo que los voluntarios en las competencias regulares. Me abastecieron de agua, bebidas isotónicas, frutas y me alentaron en todo el recorrido. Y por supuesto, como pasa en cada carrera, me esperaron en la llegada para abrazarnos y festejar. Esta vez luego de 3 horas, 11 minutos y 51 segundos".
Mourglia aclara que su proeza no es algo que pretenda que sea imitado. Pero sí que movilice a que la gente se mueva y que trate, en la medida de sus posibilidades, de seguir con sus actividades.
"Y como en mi vida venía haciendo esto regularmente, se pudo hacer sin inconvenientes. No es solo un tema físico, sino también psicológico. Todo indica que será largo, tenemos que darle mucha importancia a los factores emocionales. A mi, nadar, pedalear y correr, me hace bien. En mis redes sociales (@colo.mourglia) día a día subimos contenidos relacionados con la actividad física, el entrenamiento y la motivación que general el deporte. Eso también me hace bien, porque siento que, a mi manera, estoy ayudando a otra gente a pasar todo esto de la mejor manera posible".
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