Desde hace unos años, inicié un camino distinto en el mundo del fitness, abrazando una versión más integral. El punto de quiebre se dio cuando un amigo me introdujo al concepto de entrenamiento holístico. ¿De qué hablaba? De ver a las personas como mucho más que músculos, y entender que entrenar su cuerpo puede ser el comienzo de una revolución mayor.
Un poco antes, había publicado mi primer libro, Las excusas engordan. Y, hasta entonces, nunca había leído tanto y con tanta afición. Pero empezar a escribir todos los días me hizo despertar una pasión nueva.
Empecé a leer a gurúes como Robin Sharma, autor de, entre otros libros, de El monje que vendió su Ferrari, y me di cuenta de que muchas de sus lecciones eran las que aplicaba a mi vida. Encontré un eje y una guía. Empecé a entender mejor por qué la gente no está interesada en cuidar su salud. Entendí que el bótox, mucho antes que en el exterior, debe ser emocional, y que el ejercicio es un buen camino a esto.
Llevo muchos años en esta profesión, y en esta cuenta regresiva de la vida, me gusta pensar que todavía estoy a tiempo de compartir mis experiencias y dejar algún tipo de legado.
Hace un tiempo, fui a una entrevista con un posible alumno, y sus primeras palabras me impactaron: "Salvame la vida". Es un pedido fuerte, pero cada vez siento que estoy más preparado para responderlo.
Porque no quiero entrenar gente para correr carreras o para la alta competencia, sino para enseñarle a cambiar los hábitos y cuidar su salud. Hoy me siento preparado para acompañar no solo desde lo técnico, sino también desde lo espiritual, psíquico, anímico y emocional.
En ese camino, el equilibrio es vital, y mantener el cuerpo sano es el primer paso para lograrlo. Porque es como nuestro continente, aquel que nos sostiene y permite alcanzar todo aquello que soñamos y nos proponemos. Por eso, es muy difícil aspirar a cualquier situación a futuro si no nos dedicamos a ese continente.
Y por eso mismo hablar de cuidar el cuerpo no es solo una cuestión de aspecto exterior y a primera vista frívolo, si no que implica lograr un "envase" que nos sostenga lo mejor posible a lo largo de toda la vida.
Un cuerpo que esté siempre en su mejor versión permitirá alcanzar lo deseado con mayor facilidad. Y una vez que esta plenitud física se alcanza, podemos enfocarnos mejor en los siguientes desafíos y en el mundo alrededor.
En esta búsqueda del bienestar general de mis alumnos, encarándolos y abordándolos desde todos los ángulos posibles, acabo también de publicar mi segundo libro, Un camino sin excusas, con foco en el entrenamiento holístico y un gran resumen de lo que aprendí en estos años. Porque cada uno es único, y requiere un entrenamiento que contemple sus muy distintas necesidades.
Por eso, mi propuesta es el fitness emocional, que mientras pone en movimiento el cuerpo, moviliza también otras áreas del ser. Porque encontrar la motivación para comenzar a entrenar es un valor que puede replicarse luego a otros ámbitos de la vida. Una más saludable, pero sobre todo más plena. Una vida holística.
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