Cuando el jefe de los Wagner, Yevgueni Prigozhin, puso en jaque al presidente de Rusia con un intento de golpe de Estado, no solo traicionó políticamente, también dejó atrás décadas de amistad y el tiempo compartido el restaurante que lo llevó al poder
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La historia de Yevgueni Prigozhin, líder del ejército de mercenarios Wagner, ya se cuenta como leyenda en todo el mundo. El hombre que amenazó y puso en jaque a Rusia, una potencia mundial, no tiene formación militar formal. Se trata de un magnate que forjó su imperio alejado de las armas, a través de la gastronomía y suculentos contratos con el Estado.
Su primer emprendimiento comercial fue un puesto de venta de panchos que montó en un departamento familiar. El secreto de su éxito, contaría luego en las pocas entrevistas que concedió, fue la mostaza que preparaba personalmente con una receta de su abuela. Declaró que ganaba alrededor de mil rublos al mes, una suma millonaria para la economía rusa de entonces. “Mi madre apenas podía contarlo todo”, decía.
Prigozhin invirtió ese dinero en una cadena de supermercados de barrio. Así fue tejiendo redes de contactos. Finalmente, en 1995, en sociedad con el gestor hotelero británico Tony Gear, fundó un lugar definitivo para su historia que le abriría las puertas del mundo: The Old Customs House, un restaurante de lujo en San Petersburgo.
De los panchos a la cocina refinada
Situado al otro lado del río, frente al Palacio de Invierno, en la isla Vasilievsky, The Old Customs House se posicionó como uno de los restaurantes más reconocidos de la ciudad. En un principio, la principal atracción del lugar no era la cocina: la mayoría de sus visitantes llegaban para ver su show de strippers. Al poco tiempo, la administración sacó a las chicas de la barra y recién entonces comenzó a ser señalado como uno de los mejores restaurantes de San Petersburgo, de comida “refinada”.
The Old Customs House fue construido en un edificio del siglo XVIII, una antigua casa de aduanas, con un exterior impresionante y un interior que mantiene casi intacto. “Está ubicada en un edificio histórico, un depósito de aduanas de 1826 que está a solo una cuadra del río Neva, en el corazón de la ciudad. Es muy fácil de ubicar. Para los turistas rusos y extranjeros que visitan el impresionante Museo del Hermitage, el restaurante está a solo 1 km de distancia a pie”, describen las reseñas.
Una vez adentro, en el hall, los clientes se encuentran con una decoración antigua y maniquíes vestidos cual funcionarios de aduanas. Comentan fascinados: “Los interiores del restaurante no diría que son lujosos, pero son tan auténticos. Tenés la sensación de que estar viajando a través del tiempo, pero volvés a la realidad cuando leés el menú y te encontrás muchos platos cocinados con tecnología de punta”, detallan.
Desde sus inicios, el restaurante de Yevgueni Prigozhin fue un clásico turístico frecuentado por las estrellas de la música que tocan en la ciudad, empresarios y políticos. Uno de los primeros clientes “frecuentes” de The Old Customs fue Vladímir Putin quien, a mediados de los 90, era asistente del alcalde de San Petersburgo, Anatoly Sobchak.
Comer en el búnker de un mercenario
La cocina de The Old Customs es abierta. Su menú cuenta con selección de cortes de primera calidad: desde carne de caza, caviar y foie gras a trufas, cangrejo, langostas y ostras bien frescas que se exhiben en el lugar y son servidas directo por los camareros. También posee un acuario donde el comensal puede elegir su propia pesca, el clásico esturión.
El servicio salón utiliza guantes blancos para empujar los carritos con mariscos en hielo. Y es que, The Old Customs combina la comida con verdadero show. Con bandas de jazz en vivo y una colección de costosos vinos añejos (Sauternes, Bordeaux y Vintage Port), de vodka, cognac y whisky además de una selección de tés, todo digno de magníficas sobremesas.
Considerado uno de los lugares más elegantes de San Petersburgo, The Old Customs House le permitió a Yevgueni Prigozhin codearse con la élite internacional. Con su carismática personalidad, este expresidiario se convirtió en un invitado indispensable en eventos sociales y, con Putin como presidente de Rusia, su amigo Yevgueni subió al poder y llegó a ser reconocido como “el chef de Putin”, su persona de confianza y el único autorizado para hacerse cargo de sus banquetes.
Hábil para desenvolverse y generar negocios, Prigozhin también abrió otros lugares gastronómicos en Rusia (en 1998 inauguró New Island, un lujoso restaurante flotante que recorría el río Neva) aunque mantuvo vigente The Old Customs House, “el” lugar donde estar y dejarse ver.
La cocina (de la guerra)
Prigozhin atraía desde a empresarios y artistas, a políticos y figuras de la realeza. En 2001 estuvo a cargo del banquete que el violinista Mstislav Rostropovich le ofreció en su casa de San Petersburgo a la reina de España. También sirvió al actual rey Carlos de Inglaterra e incluso al expresidente de Estados Unidos, George Bush en ocasiones oficiales.
Fue esta estrecha relación con Putin la que le permitió amasar grandes fortunas, ganar importantes licitaciones y contratos públicos al ofrecer servicios de banquetes para el Kremlin con Concord Catering, el negocio de alimentos que fundó en 1990.
Yevgeny se hizo multimillonario por proveer de alimentos a las escuelas rusas. Su poder era tal que nadie se inmutó cuando, en diciembre de 2018, se reportó que 127 niños habían sido diagnosticados con disentería por consumir alimentos contaminados.
La serpiente que mordió la mano que lo alimentaba
Fue por los contactos que Prigozhin logró hacer por las licitaciones de catering (cuando le tocó alimentar a las fuerzas armadas rusas) que se metió en el ámbito militar. Multimillonario y con buenos clientes en su haber, en 2014, este “busca” vislumbró otro camino donde hacer negocios. Así creó el grupo mercenario Wagner y conformó un ejército propio con 50.000 combatientes, muchos de ellos expresidiarios como él.
No hubo negocio que no le cerrara. Sumó medios de comunicación a su imperio y, a mediados de la década pasada, el líder del grupo Wagner fue acusado de crear una ‘fábrica de trolls’ e intervenir en las elecciones presidenciales norteamericanas de 2016.
Su poder e influencia llegó a ser tal que, su ejército intervino en conflictos en Crimea, África y Siria, previo a la invasión a Ucrania. El ejército del grupo Wagner trabajaba para el mejor postor.
Ningún sentimiento de nostalgia por el otrora amigo, camarada y aliado pudo con él. Sin miramientos, esta semana, Yevgueni Prigozhin de 62 años, lideró un intento de golpe de estado que puso en jaque a su compañero de banquetes y amigo personal, Vladimir Putin
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