No es el único camino, podemos remontarnos a la figura del entrenador León Najnudel o a la creación de la Liga Nacional en 1984, pero tal vez el circuito que inició la relación entre la NBA y el básquet argentino tiene que ver con el primer jugador en ser elegido en el draft. Ocurrió en 1988 cuando Atlanta Hawks seleccionó al Gigante González, aunque nunca llegó a debutar y dedicó sus 2,32 metros a la lucha libre. Esa misma noche, unos puestos después, también fue elegido el Loco Montenegro, que incluso hizo un training camp con Charles Barkley de compañero. En 1990 Marcelo Nicola, todo un prototipo del hombre alto, tirador, de esencia europea, fue elegido por los Rockets. Aunque ninguno llegó a debutar, fueron marcando una senda de interés que sigue hasta hoy, con Facu Campazzo en Denver y la elección 23 de Leandro Bolmaro. Pero antes de Facu fueron 11 los argentinos que pisaron el parquet de la mejor liga de básquet del mundo.
Juan Ignacio Sánchez
El 31 de octubre del 2000 Pepe Sánchez se convertía en el primer jugador argentino en jugar en la NBA, y lo hizo nada menos que en el Madison Square Garden. Su recorrido fue atípico: no llegó de Europa, sino de la Universidad de Temple. En la NBA compartió equipo con Allen Iverson, que ese año sería goleador y MVP del torneo. El plantel de los Sixers era completísimo, y llegarían a las finales, donde perderían 4-1 con los legendarios Lakers de O’Neal y Kobe Bryant. Pepe fue traspasado a Atlanta a mitad de temporada y en la 2001-2002 jugaría apenas 9 partidos para los Pistons.
Rubén Wolkowyski
Esa misma noche, un rato más tarde, el Colo, o Big Rub, como lo apodaron en Seattle, jugó 12 minutos en la derrota de los Supersonics contra Vancouver Grizzlies. A diferencia de Pepe, el salto lo dio desde la Liga Nacional, como años más tarde también lo haría Nico Brussino. Estatura, disciplina defensiva y el modelo de interno del futuro, capaz de abrir la cancha y tirar de tres, que explotaría en el Mundial de Indianápolis, lo llevaron a la mejor liga del mundo. Su participación en los Supersonics y en Boston Celtics fue pequeña, pero, como Pepe, el impacto que tuvo su desembarco en la NBA fue enorme para nuestro básquet.
Manu Ginóbili
El único argentino con una carrera NBA absolutamente merecedora del Salón de la Fama. Manu cosechó cuatro anillos de campeón con los San Antonio Spurs y en todos fue pieza fundamental. Integró el trío más ganador de todos los tiempos con Tim Duncan y Tony Parker, jugó dos All Star, fue elegido mejor sexto hombre de la temporada 2007 y es el cuarto jugador con más triples en la historia de los playoffs. Fue uno de los mejores escoltas de su era junto con Kobe Bryant y Wade, y su creatividad y su mentalidad, que lo llevaron a jugar hasta los 40 años, es legendaria. Fueron en total 16 temporadas –todas en los Spurs– y, más allá de los números, su verdadera magnitud como jugador hay que verla en las instancias definitorias, que fueron muchísimas. Su camiseta número 20, retirada por la franquicia en 2019, ondea en el cielo del AT&T Center, en Texas.
Carlos Delfino
Versátil, talentosísimo, dueño de una muñeca de seda, Delfino jugó cuatro temporadas en los Detroit Pistons después de ser elegido en el puesto 25 del draft, con un rol secundario dentro de un gran equipo liderado por Chauncey Billups: se fue a Toronto y tuvo un breve paso por el BK Jimki. Luego llegó lo mejor de su carrera NBA: tres temporadas en los Bucks, jugando 30 minutos por juego, y una última, la 2012-2013, en los Houston Rockets. ¿Recuerdan su famosa volcada sobre Kevin Durant? Después de eso, una lesión en la planta del pie lo llevó a incontables operaciones y un retiro forzado. Pero volvió, y a sus 38 años brilla en la liga italiana.
Andrés Chapu Nocioni
En los Bulls aún hoy recuerdan el paso de Nocioni por la ciudad del viento. Fueron 5 temporadas impresionantes en un equipo al que no le daba para pelear el campeonato, pero sí estaba entre los 8 mejores del Este. En su primer partido de playoff contra Washington jugó 47 minutos, metió 25 puntos y bajó 18 rebotes, récord para un debutante. Después fue transferido a los Kings de Sacramento y cerró su paso NBA, antes de volver a España, en los Sixers. Culminó su ciclo NBA con más de 10 puntos de promedio por juego.
Fabricio Oberto
De Las Varillas de Córdoba a ser figura del Pamesa Valencia de la liga Endesa y después, al fin, el sueño más esperado, aquel que tantas veces se le había escapado de los dedos: los San Antonio Spurs, para compartir equipo con Manu y el jugador que Oberto admiraba, Tim Duncan. Fabricio se convirtió en el obrero bajo la pintura que tanto le gustaba a Gregg Popovich. En 2007 obtuvo el título de la NBA luego de barrer 4-0 al Cleveland de un jovencísimo LeBron James. Después fue traspasado a los Wizards y su carrera terminó abruptamente en 2010, cuando le detectaron una arritmia en el corazón.
Walter Herrmann
Llegó a la NBA en 2006, después de ser campeón olímpico y de un gran paso en el Unicaja Málaga. En los Bobcats empezó relegado en la rotación, pero se ganó su lugar a base de penetraciones imposibles, transiciones y triples desde la esquina. Incluso fue elegido como novato del mes de marzo en 2007, y con promedio de 9,2 puntos en casi 20 minutos, e integró el segundo mejor quinteto de rookies de la temporada. Pero el año siguiente fue traspasado a los Pistons y su presencia en cancha fue bajando lentamente. En 2009 volvió a la liga ACB.
Luis Scola
Desde las inferiores en Ferrocarril Oeste –debutó con 15 años– se sabía que lo de Luis iba a ser monstruoso, pero nadie imaginó que tanto. Fue drafteado por los Spurs, pero fueron los Rockets los que, en 2007, se lo llevaron para sus filas. En Houston, tuvo 5 temporadas en altísimo nivel; en 2010 promedió su máxima de 18,3 puntos y tuvo aquel memorable partido de 44 puntos contra los Nets. Después jugó en los Suns, Pacers, Raptors y cerró su trayectoria NBA en Brooklyn, siendo el segundo argentino, detrás de Manu, con más presencias NBA.
Pablo Prigioni
Llegó tarde y, con 35 años, se ganó el rótulo de rookie más veterano en debutar en la NBA, pero en 2012 a Pablo Prigioni todavía le quedaban varios trucos en la galera. Jugó en unos Knicks de mitad de tabla donde aún jugaba Carmelo Anthony. Sus manos legendarias hicieron de las suyas: robos, asistencias, minutos criteriosos y mucha fluidez en ataque. Después jugó en Rockets y terminó su carrera en Clippers, dos equipos que buscaban pelear arriba y necesitaban un base consagrado para la segunda unidad.
Nicolás Laprovittola
Un paso muy breve, ganado con solidez y constancia: después de jugar en el Flamengo, el BC Lietuvos Rytas de la liga lituana y el Estudiantes de Madrid, Lapro hizo la pretemporada con San Antonio Spurs. Pasó el corte final e integró la plantilla definitiva que comenzó la temporada 2016-2017. Jugó apenas 18 partidos, en los que promedió casi 10 minutos por juego, pero Popovich finalmente lo cortó para darle su lugar a otro jugador.
Nicolás Brussino
Pegó el salto desde la Liga Nacional gracias a la apuesta y un gran scouting de los Dallas Mavericks, equipo que siempre apostó por jugadores internacionales, y le salió bien. Nico llegó para ser jugador de rol: muñeca fina, muy largo, con la proyección para jugar en las tres posiciones perimetrales. Después de un primer año de adaptación, fue transferido a los Hawks.
Patricio Garino
El marplatense hizo una carrera destinada a cumplir su sueño NBA. Acérrimo defensor, se fue de joven a Estados Unidos, donde cuando terminó la secundaria fue elegido en George Washington Colonials, equipo de la división Atlantic-10. Realizó training camps con varios equipos e hizo la pretemporada, junto a Lapro y Manu, para los Spurs modelo 2016. Finalmente, formó parte del equipo de la D-League y tuvo un gran torneo, que le mereció un contrato con Orlando Magic. Fueron solo 5 partidos al final de la temporada. Premio al coraje.
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