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Hacía años que no presenciaban una tormenta semejante. Apurados para no mojarse y luego de haber trabajado toda la mañana en el refugio, se subieron al auto dispuestos a buscar un café caliente que les devolviera un poco de calor al cuerpo. Estaban cerca del centro de la ciudad de San Vicente, en la provincia de Buenos Aires, cuando de pronto sintieron que les faltaba el aliento.
“Apareció de la nada y sus condiciones eran deplorables. Era de tamaño mediano, tenía el pelo largo y lleno de rastas, estaba sucio, con las uñas largas, completamente empapado y muerto de hambre”. Conmovidos por su estado, decidieron que lo llevarían a su casa.
“Aunque estaba muy asustado y desorientado, se dejó agarrar sin mayores complicaciones. Estaba extremadamente hambriento y sin fuerzas, lo que lo hizo más receptivo a nuestra ayuda. Lo envolvimos en una manta que teníamos en la camioneta, le ofrecimos un poco de alimento balanceado y lo acomodamos en el asiento trasero para mantenerlo caliente y seguro”, recuerdan Julio Lovento y Susana Buena del refugio San Vicente que actualmente alberga a 90 perros rescatados del maltrato y el abandono.
“Fue una reacción inesperada”
Lo llamaron Tronquito y le prometieron que desde ese momento ya no viviría más la crueldad de la calle y la indiferencia del humano. Durante el viaje se portó muy bien. Se quedó quieto el primer tramo y, luego de unos minutos, agotado por el estrés del rescate, se quedó dormido, confiando en que estaba en buenas manos.
Afortunadamente, Tronquito no tenía heridas graves, pero sí algunas pequeñas lastimaduras en las patas y algunas cicatrices que indicaban que había estado peleando o sufriendo en la calle. Luego de algunos días destinados a descansar, comer bien y comenzar a formar un vínculo con sus rescatistas, Julio y Susana llevaron al cachorro a una peluquería de perros. Al ver al perrito, los peluqueros no dudaron en ayudar: lo bañaron, le cortaron las uñas y lo transformaron por completo.
De regreso en casa, Julio y Susana compartieron una foto de Tronquito con los voluntarios del refugio. Y, Malena Ferreyra de inmediato mostró interés en ayudarlo. Su historia la había conmovido y quiso tenderle una pata amiga. “Pero fue una reacción inesperada de su madre, lo que fortaleció aún más su decisión. Fue un momento muy conmovedor y decisivo, que confirmó que el perrito era el integrante perfecto para su familia. La madre de Malena estaba atravesando un problema de salud y con mucho esfuerzo movió la mano cuando vio al perro cruzar la puerta de su casa cuando lo llevamos para que lo conocieran”, dice emocionado Julio.
“Cada pequeña ayuda marca la diferencia”
Hoy Tronquito tiene ahora aproximadamente cuatro años. Un día típico en su vida incluye paseos por las plazas, jugar con su pelota favorita y disfrutar de las comidas junto a su nueva familia. “Ver cómo un perro que encontramos en tan malas condiciones termina viviendo en un hogar lleno de cuidados y amor es lo que nos motiva a seguir con nuestra misión incansable. El refugio siempre necesita voluntarios dedicados y donaciones para continuar su misión. Cada pequeña ayuda, ya sea en forma de tiempo, dinero o recursos, marca una gran diferencia en la vida de los animales rescatados”.
Según datos recogidos por la Organización Mundial de la Salud, el 70% de los perros en el mundo no tienen un hogar. Por eso la adopción responsable es fundamental para lograr cerrar círculos. Adoptar es un acto de amor y un compromiso de por vida con ese nuevo integrante de la familia. Antes de dar este paso es fundamental estar preparados para llevar adelante el compromiso.
“Prácticas como la esterilización de los animales ayudan a disminuir la sobrepoblación y aumentan las oportunidades de que más perros encuentren hogares amorosos. Además, la castración ofrece beneficios adicionales, como la reducción del riesgo de padecer enfermedades hormonales y disminuye las probabilidades de infecciones. Todos podemos ayudar con varias acciones, desde procurar ponerle chapita identificatoria a nuestros amigos de cuatro patas, dejar un platito con agua y alimento para los perros en situación de calle. Cada ayuda marca la diferencia para mejorar la vida de los animales que necesitan un hogar y cuidado”, asegura Lovento y aclara que, por fortuna, cuentan con el apoyo de Agroindustrias Baires que mediante las marcas Kongo y Old Prince, colabora con más de 250 refugios de animales distribuidos a lo largo del país a través de una campaña de triple impacto, con la que fomentan el reciclado de las bolsas de alimento post consumo. Como incentivo y para promover la ayuda a los refugios de animales, invitan a los consumidores a llevar las bolsas vacías a refugios o puntos de acopio, posteriormente recogen los envases y a cambio, donan alimento para gatos y perros rescatados. Por cada bolsa de alimento, dona 1 kilo de alimento. La empresa lleva más de 143.900 kilos de alimento donado, en lo que va del año.
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