Antes de la corona: el pasado plebeyo de las reinas y princesas europeas
En las últimas décadas, los protocolos y cánones asociados al mundo de la realeza han sido "transgredidos" por varios príncipes herederos al trono. Las monarquías europeas estuvieron en jaque más de una vez cuando anunciaron los compromisos nupciales de sus futuros reyes. Basta con conocer cómo era la vida de cinco mujeres antes de convertirse en reinas y princesas para advertir que, probablemente, jamás se habían imaginado que terminarían mudándose a enormes palacios.
Las comedias románticas están muy alejadas de lo que vivieron algunas de las mujeres que se enamoraron de miembros de las coronas de Europa. Muchas tienen en común una vocación social, ya sea por su historia de vida o por las profesiones que ejercían antes de dar el "sí, quiero" en imponentes catedrales.
Sofía Hellqvist, princesa de Suecia
Sofía Kristina Hellqvist está casada con el príncipe Carlos Felipe de Suecia, el segundo hijo del rey Carlos Gustavo y la reina Silvia. Su esposo es el tercero en la línea de sucesión al trono después de su hermana mayor, la princesa Victoria.
Antes de convertirse en una princesa sueca, en 2015, Sofía fue modelo. A sus 19 años estuvo en portada la revista erótica Slitz, donde posó desnuda con una serpiente que le envolvía el cuerpo. También participó del reality show televisivo Paradise Hotel y vivió algunos años en Nueva York, donde estudió contabilidad y trabajó como mesera, profesora de yoga y stripper. Todo su "llamativo pasado" ocupó los titulares de la prensa local cuando anunciaron su compromiso con el príncipe Carlos Felipe.
"Esas experiencias me convirtieron en la persona que soy y, aunque hoy hubiera tomado otras decisiones, no me reprocho nada", fue la respuesta que le dio la joven de 31 años a los periodistas cuando ya formaba parte de la realeza. Luego fue madre de dos pequeños príncipes, Alejandro y Gabriel.
Letizia Ortiz, reina consorte de España
Letizia Ortiz Rocasolano ya tenía una vida pública agitada antes de ser la reina consorte de España: era periodista y conducía el Telediario Segunda Edición, el noticiero de mayor audiencia nacional. Su vocación hacia la comunicación significaba un orgullo familiar: su abuela se dedicó al periodismo y su padre también.
Cuando conoció al príncipe Felipe en 2002, había firmado el divorcio hacía un tiempo con el escritor Alonso Guerrero, el exprofesor de literatura con quien se casó tras una década de noviazgo y del que se separó al año. Por ese entonces, el rey Juan Carlos I temió por la elección amorosa de su hijo: una joven divorciada, republicana, atea y periodista.
Contra todo pronóstico, Letizia se convirtió en la primera reina consorte de origen plebeyo de la monarquía española. En 2004, a sus 41 años, se casó con el heredero al trono, y como su matrimonio anterior había sido solo por civil, la Iglesia Católica asumió que no tenía validez y contrajeron nupcias "ante los ojos de Dios".
Máxima Zorreguieta, reina consorte de Holanda
Máxima Zorreguieta, para muchos, es la representante argentina de los cuentos de hadas. Nacida en Buenos Aires, su destino estaba en los Países Bajos: es la reina consorte de Holanda desde abril de 2013 y está casada con el rey Guillermo hace más de 17 años.
En 1995, cuando todavía no estaba en sus planes conocer a un príncipe holandés que cambiaría su vida, obtuvo su título de Licenciada en Economía y muy pronto se radicó en Nueva York, donde trabajó en los bancos HSBC y Deutsche Bank.
En su biografía no autorizada, Máxima, una historia real -escrita por los periodistas Gonzalo Alvarez Guerrero y Soledad Ferrari- se menciona que el primer encuentro con el futuro rey no fue para nada romántico. De hecho, aseguran que la actual monarca holandesa no pensó que se iba a enamorar de aquel "pelirrojo" que le presentaron.
Sin embargo, a pesar de que era plebeya, Guillermo siguió adelante con la relación y tuvieron su casamiento de ensueño el 2 de febrero de 2002. Fruto de su unión nacieron las princesas Amalia, Alexia y Ariane.
Mette-Marit Tjessem Høiby, princesa de Noruega
Mette-Marit Tjessem Hoiby actualmente es princesa de Noruega y cuenta con el apoyo de todo el país, pero sin dudas fue la candidata a la corona más cuestionada de Europa, por su pasado asociado a las adicciones. Está casada con el príncipe Haakon, heredero al trono noruego, y juntos son padres de la princesa Ingrid.
Los reyes Harald V y Sonia de Noruega se asombraron cuando su hijo les confesó que estaba enamorado de la madre soltera de Marius, un niño de tres años, además de ser una adicta en recuperación. Sin embargo, los monarcas no se opusieron a que convivieran bajo el mismo techo durante dos años, lo que horrorizó a gran parte del pueblo porque estaba fuera de las tradiciones dictadas por la Iglesia.
A finales de 1990, Mette-Marit asistió al Festival Quart, el evento de rock más grande de Noruega, y allí conoció al príncipe Haakon. El flechazo fue instantáneo y, a pesar de las miradas de desaprobación que pesaron sobre la plebeya rebelde, contrajeron nupcias en 2001.
"Yo estaba en un ambiente donde se rompen muchos esquemas y lo lamento de verdad. Viví experiencias por las que pagué muy caro y me gustaría aprovechar esta oportunidad para condenar las drogas, ya que por mucho que quiera, no puedo recuperar ni cambiar el pasado", sentenció Mette-Marit en una declaración pública un día antes de su boda.
Mary Donaldson, princesa de Dinamarca
Mary Donaldson era una abogada exitosa de 28 años cuando conoció en su Australia natal al príncipe Federico de Dinamarca. El futuro heredero al trono había viajado con motivo de los Juegos Olímpicos de 2000 y quedó subyugado por la joven de bajo perfil.
Estuvieron juntos durante cuatro años, luchando por la aprobación de la reina Margarita, que no estaba segura de que ella fuese "la mujer ideal para su hijo". La letrada dejó su profesión y su país como muestra de que estaba decidida a acompañar a su amado.
En 2004 se casaron, pero el gesto de apoyo que esperaba de su suegra llegó recién 15 años después, cuando le otorgó el título de "regente del reino" y dejó en claro que estaba orgullosa por el desempeño de su nuera como miembro de la familia real. La pareja tuvo cuatro hijos y, a sus 80 años, la reina danesa disfruta de ver crecer a sus nietos en el palacio.
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