En un mausoleo estrecho que no se destaca demasiado en el conjunto de las suntuosas construcciones del cementerio se encierra una de las leyendas urbanas más intrigantes
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David Alleno fue el Sereno del Cementerio de la Recoleta desde 1881 hasta 1910. Se sabe que este señor ahorró toda su vida para comprar una parcela en el cementerio y hasta viajó a Genova, en Italia, para encargar la confección de una estatua con su figura al artista Achille Canessa.
Esculpido en mármol de carrara, el artista lo representó fielmente, ataviado con su uniforme de trabajo, que consistía en realizar tareas de mantenimiento del cementerio. La escultura lo muestra con sombrero, pañuelo al cuello y en sus manos la escoba para barrer, la regadera para regar flores y las llaves de las distintas bóvedas que cuidaba.
Tenía 16 años Alleno cuando empezó a trabajar en el cementerio y desde entonces, poco a poco, quizá sin ser demasiado consciente de lo que implicaba, se atrevió a soñar con un destino de gloria, o al menos eso le parecía: ser enterrado en el cementerio más aristocrático y lujoso del país.
David Alleno sabía que para un trabajador humilde era casi imposible recaudar dinero para pagar la tierra en un camposanto de tanto lujo, como ya era para la época el cementerio de Recoleta. Pero eso no lo detuvo: dejó de comer por algunas noches y se privó de todo tipo de gastos durante mucho tiempo, decidido a lograr su objetivo.
Un billete de lotería y un viaje en vapor
Cuando por fin, luego de varios años de constante ahorro, peso a peso, logró reunir el dinero suficiente compró una parcela y construyó sobre ella una bóveda. Lo hizo con sus propias manos sin recurrir al consejo de arquitectos ni al trabajo de un albañil.
Nunca formó una familia y vivió toda su vida en una habitación de conventillo. Su hermano mayor ganó la lotería y con el dinero que repartió, y le tocó a él, compró un boleto en un barco de vapor con destino a Génova. Allí ubicó al escultor Canessa, un viejo amigo de su padre a quien entregó una foto suya tomada en el cementerio con la vestimenta y los elementos que usaba en su trabajo. Le encargó que realizara una estatua en tamaño natural y apenas la tuvo lista volvió con ella a Buenos Aires en barco.
A los pies de la escultura hizo tallar el epitafio: “David Alleno, cuidador de este cementerio 1881-1910”. Aunque estaba vivo, no dio explicaciones sobre el porqué de la fecha final. Cuando estuvo todo listo, el cuidador avisó a la administración del cementerio que no iba a concurrir más a trabajar. Feliz por haber cumplido su sueño y dominado por las ansias de poder usar su tumba volvió a su casa y, aparentemente, se suicidó. No es cierto que, como suelen narrar los guías a los visitantes del cementerio, el hombre se pegó un tiro.
¿Qué sucedió realmente?
Lo que en verdad ocurrió y ahora se sabe, gracias a una investigación de la docente Guada Aballe, es que no están claras las circunstancias de su muerte. A algunos documentos históricos sobre la vida de David Alleno, la investigadora certificada por la Biblioteca Nacional, los halló en la la revista Caras y Caretas, que publicaba artículos de la época con comentarios políticos y sociales y es uno de los mejores recursos para conocer la historia de Buenos Aires de principios del siglo XX. En la edición del 10 de abril de 1909, se publica un artículo sobre la situación de los trabajadores del cementerio de Recoleta que estaban preocupados por un cambio de administración. Varios cuidadores fueron fotografiados y David Alleno apareció junto al grupo de trabajadores.
David Alleno pasó 28 años trabajando en el cementerio de Recoleta y, según su certificado de defunción, falleció el 31 de agosto de 1915. La causa de la muerte figura como “trauma y contusión cerebral”. Por supuesto, si la lesión en la cabeza fue autoinfligida o no, no aparece en el nombrado certificado, pero cada dato que visitantes y curiosos aportan para reconstruir la historia del cuidador -que no quiso esperar para estrenar su propia tumba- constituye un paso para acercarse un poco más a descubrir la verdad detrás de la leyenda urbana.
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