Frases célebres de Edgar Allan Poe, a 170 años de su nacimiento
El pasado 19 de enero se cumplieron 170 años del nacimiento de Edgar Allan Poe. El destino quiso que este escritor, poeta, crítico y periodista romántico tuviera como lugar de aparición en el mundo a Boston, Estados Unidos.
El autor de cuentos como El cuervo, publicado en 1845, es considerado el maestro del relato corto, un referente de la novela gótica y por sus relatos de terror. Entre algunos de ellos, se destacaron: "La caída de la Casa Usher" (1839), "Los crímenes de la calle Morgue" (1841), "El escarabajo de oro" (1843), "El gato negro" (1843), "El corazón delator" (1843) y, entre otros tantos, "El entierro prematuro" (1844).
Poe tenía tan sólo 40 años cuando falleció en Baltimore. Su personalidad depresiva lo acompañó desde siempre, pero se exacerbó al enfermarse su joven esposa de tuberculosis. De hecho, tras su muerte intentó suicidarse con láudano, pero terminó vomitándolo y se salvó.
En esos tiempos angustiantes, el escritor incrementó el abuso del alcohol y de otras drogas, adicciones que colaboraron para que su vida acabara de forma temprana. No obstante, nunca se determinaron con precisión las causas de su deceso: se mencionó el cólera, una sobredosis, un paro cardíaco, tuberculosis y hasta suicidio.
A continuación, algunas de sus mejores frases para homenajearlo:
- A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa.
- El único medio de conservar el hombre su libertad es estar siempre dispuesto a morir por ella.
- Si quieres olvidar algo en el acto, haz una nota poniendo que hay que acordarse de eso.
- La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia.
- La belleza de cualquier clase en su manifestación suprema excita inevitablemente el alma sensitiva hasta hacerle derramar lágrimas.
- Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche.
- Una mentira viaja alrededor del mundo mientras la verdad se pone las botas.
- Los monstruos más temibles son los que se esconden en nuestras almas.
- El creyente es feliz. El que duda es sabio.
- Si se me pidiera que definiera en pocas palabras el término arte, lo llamaría la reproducción de lo que los sentidos perciben en la naturaleza a través del velo del alma.
- ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces cometiendo una acción estúpida o vil, por la única razón de que no debe cometerla?
- Hay algo en el generoso y abnegado amor de un animal que llega directamente al corazón de aquel que, con frecuencia, ha probado la falsa amistad y la frágil fidelidad del hombre.
- No tengo fe en la perfección humana. El hombre es ahora más activo, no más feliz, ni más inteligente, de lo que lo fuera hace 6000 años.
- Las cuatro condiciones para la felicidad: el amor de una mujer, la vida al aire libre, la ausencia de toda ambición y la creación de una belleza nueva.
- Cree solo en la mitad de lo que veas y en nada de lo que escuches.
- Todo lo que vemos o imaginamos no es más que un sueño dentro de un sueño.
- Me convertí en un loco, con largos intervalos de horrible cordura.
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