Safaris gourmet, fiestas en cocinas subterráneas y la élite de Medio Oriente en St. Moritz para “pasar el invierno”
En la aristocrática villa alpina, madre del deporte de invierno, desde hace 29 años se organiza un festival de gastronomía de gran convocatoria
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Cada año se abre el telón sobre el magnífico escenario alpino de la villa suiza de St. Moritz, madre de los deportes invernales. Todo comenzó en 1864, cuando un audaz posadero llamado Johannes Badrutt apostó a un grupo de aristócratas oriundos de Inglaterra que, si se quedaban a pasar el invierno, disfrutarían más días de sol y mejor clima que en su país. Sino, les devolvería el dinero.
Es que St. Moritz era un lugar de veraneo donde recalaba lo más selecto de la sociedad europea luego de finalizar el grand tour, una suerte de viaje iniciático que realizaban los happy few luego de una temporada en Grecia o Italia, cuando aún no existía el turismo. Lo que resultaba impensado era que alguien quisiera quedarse a pasar el invierno.
Así lo hicieron los ingleses, y para matar el tiempo utilizaron trineos y esquíes para competir entre ellos. Sin saberlo, los británicos dieron el puntapié inicial para el desarrollo de los futuros juegos invernales.
Al año siguiente regresaron con más amigos y, en poco tiempo, la villa alpina se transformó en uno de los lugares más concurridos por las élites europeas. Con los años, St. Moritz se convirtió en el reducto del “gratín” europeo, el lugar “donde todo era posible”. La rústica pero suculenta cocina de los montañeses del cantón de los Grisones, dio paso a las viandas más sofisticadas preparadas por los mejores chefs del mundo, que acudían a satisfacer el apetito de una selecta clientela.
Una propuesta en clave oriental
Por sus hoteles y montañas circularon figuras como Gianni Agnelli, Stavros Niarchos (cuyo nieto es propietario de dos lujosos hoteles en la villa), Fiona Thyssen-Bornemisza, Guy de Rothschild, Alexis de Redé, el rey Pedro de Yugoslavia, el Sha de Irán y muchos monarcas y príncipes más. De hecho, uno de los hoteles de alto perfil de St. Moritz, está construido sobre los terrenos de lo que iba a ser la casa del desafortunado zar Nicolás II.
Todo el glamour de esas tardes con esmoquin y vestidos de largo, que se mezclaba con actividades en la nieve y fiestas hasta altas horas, aún continúa, aunque con otros protagonistas que vienen de los rincones más exóticos del mundo: magnates de árabes, rusos y solventes chinos se han unido al “old money” europeo que perpetúa las tradiciones del selecto centro invernal.
Entre el rosario de actividades que actualmente cuenta la ciudad, se destaca el St. Moritz Gourmet Festival, encuentro gastronómico que se celebra anualmente en esa localidad suiza desde hace 29 años.
Este festival ofrece a los visitantes la oportunidad de disfrutar de la cocina de los mejores chefs, así como de vinos y otros productos gourmet. Además, hay una serie de eventos y actividades relacionados con la gastronomía, como degustaciones, talleres culinarios y cenas temáticas. El St. Moritz Gourmet Festival es considerado uno de los eventos culinarios más importantes de Europa y atrae a chefs de todo el mundo.
Cada edición gira en torno a un tema determinado, y este año el acento se puso en la cocina de Medio Oriente, de modo que muchos de los cocineros presentes tenían sus raíces y cocinas en esos países.
El puntapié inicial fue en el Gran Hotel Kempinski des Bains, establecimiento que alberga la Porsche Grand Opening (la automotriz es esponsor principal del evento). Esta es una suerte de carta de presentación donde varios de los cocineros invitados lucen platos finger food en islas armadas al efecto. El público deambula, prueba y alterna con los cocineros y sus asistentes, mientras riega los platos con champagne Laurent Perrier selectos vinos.
Otra de las propuestas más interesantes son los Gourmet Safaris, donde los comensales circulan de hotel en hotel, trasladados en camionetas, probando distintos pasos, con la particularidad que cada uno de ellos se lleva a cabo en las cocinas, armadas a tal efecto. De esa forma, los invitados, además de comer, pueden ver en vivo la dinámica de una cocina de alta gama.
Los mejores chefs de Medio Oriente
Las Gourmet Diners, o cenas gourmet, son otro de los atractivos del festival. Allí, cada hotel oficia de anfitrión, y su chef ejecutivo recibe a un par invitado, que prepara sus especialidades. Por ejemplo, en el hotel Waldhaus Sils, el chef turco Musa Dağdeviren fue huésped del chef Gero Porstein.
Dağdeviren es conocido gracias a la serie de Netflix Chef’s Table. El hombre se abocó a crear una especie de atlas gastronómico de Turquía y, en su restaurante Çiya, en Estambul, sirve platos con recetas que recopiló de cocineros y amas de casa de todas las regiones del país.
En cambio, en el Hotel Saratz, la chef Ejecutiva Kari Walker dio bienvenida a Silvena Rowe. La chef búlgaro-turca que ayudó a establecer el restaurante Omnia, en Dubái, hoy considerada una de los principales “chefs de cocina saludable” en la zona del Golfo. Desde hace cinco años, Omnia se encuentra entre los 100 mejores restaurantes de Dubái.
El griego Athanasios Kargatzidis fue huésped de Mauro Taufer, en el legendario Kulm Hotel St. Moritz. Kargatzidis creció en Canadá y estudió en el Instituto Culinario Dubrulle de Vancouver. El hombre desarrolló su propia cocina moderna fusión, de autor, con referencias a sus raíces griegas.
Por su parte, Tomer Tal, una de las estrellas de la escena gastronómica israelí, fue invitado del chef ejecutivo Gian Nicola Colucci. Antes de convertirse en jefe de cocina en George & John, Tal cocinó en algunos de los mejores restaurantes de Israel, incluidos cuatro años como jefe de cocina en Yaffo, el restaurante del famoso chef Haim Cohen. La cocina creativa de Tal está inspirada en el estilo multicultural de Tel Aviv.
Otro de los animadores fue Alan Geaam, quién representa a la cocina de Oriente Medio en París. Nació en Libia y creció en el Líbano. A los 10 años se mudó a los Estados Unidos con sus padres y, a los 24, se fue a París. Allí trabajó como lavaplatos antes de conseguir su primer empleo en los fuegos. En 2007, el chef autodidacta se convirtió en jefe de cocina en el Auberge Nicolas Flamel y, en 2018, obtuvo su primera estrella Michelin. Hoy es dueño del elegante restaurante Alan Geaam, cerca del Arco del Triunfo.
Finalmente, el chef ejecutivo Maxim Luvara, del hotel Badrutt’s Palace trabajó con Zineb “Zizi” Hattab, española con raíces marroquíes, quién ejerció como ingeniera de software hasta hace unos años, y luego aprendió cocina profesional por su cuenta. Ella hizo prácticas con Andreas Caminada en Fürstenau y Massimo Bottura en Módena. Hoy es una de las chefs más talentosas de Suiza y dirige los restaurantes Kle y Dar en Zúrich, que sirve exclusivamente platos veganos. En 2020, la guía Gault Millau la nombró “Descubrimiento del Año”, en 2021 fue galardonada con la “Estrella Verde” y, en 2022, recibió su primera estrella Michelin.
Junto a esta oferta culinaria hubo una fiesta en las cocinas subterráneas del Badrutt’s hotel, que se extendió a lo largo de la madrugada, que siguió en el King’s Social House, el nightclub del hotel. Finalmente, toda esta actividad culminó con una gran comida de gala en Sunny Bar, clásico lugar de reunión de la aristocracia británica, con la “Oriental Closing Night”.
Nieve y deporte
Pero, se sabe, no todo es cocina. St. Moritz es uno de los mejores destinos para el esquí, reconocido por su clima soleado, sus paisajes de montañas, con su amplia gama de pistas para esquiadores de todos los niveles, y también es famoso por sus actividades fuera de las pistas, como sus tiendas de lujo, restaurantes y spas.
Además, durante la temporada invernal se desarrolla el Snow Polo, torneo de polo de mediano hándicap cuya cancha está montada sobre el lago congelado St. Murezzino. En el medio de ese espejo de hielo se montan carpas y gazebos, y entre las copas de champagne y las mantas de cashmere se da cita lo más granado de la sociedad europea.
Siguiendo la línea ecuestre, en la misma época también se desarrolla una carrera sobre el lago helado, el White Turf, otro espectáculo digno de ver, ya que los caballos corren dejando verdaderas estelas de nieve.
Aquellos con estómago y nervios de acero, pueden experimentar el descenso en bobsleigh, un torpedo que desciende a 150 km por hora por el cañadón de hielo natural que une St. Moritz con la vecina Celerina. La actividad se realiza en el Olympia Bob Run, vecino del ilustre St. Moritz Bobsleigh Club, que está abierta a aquellos que quieran practicar el vertiginoso deporte.
El club es presidido por Rolf Sachs, hijo de Gunther Sachs, el famoso magnate y playboy que supo conquistar a Brigitte Bardot y presidió la institución hasta hace poco. En un salón Vip del club, llamado Dracula’s, sólo accesible para unos pocos, se llevan a cabo las mejores fiestas nocturnas de la región. Familias argentinas han sido miembros del prestigioso club en la época en la cual todavía se hacía temporada en Europa tirando manteca al techo.