¿Tiene amigos cocineros? Fue chef de la Casa Rosada, duplicó su negocio en pandemia y enciende polémicas en las redes: “Me divierte el chicaneo”
Dante Liporace, el chef políticamente incorrecto que enciende polémicas en las redes: “Quedé como que me peleo con todo el mundo, pero no es así”
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No es la primera vez que el chef Dante Liporace protagoniza un ruidoso cruce mediático. Esta vez fue con Viviana Saccone y Virginia Gallardo. Todo empezó cuando Liporace publicó en sus redes unas capturas de pantalla donde le pedían a nombre de las actrices, ir a su restaurante a cambio de postearlo en las redes de ambas. La respuesta del chef fue contundente: “No nos interesa”. Pero la cosa no quedó ahí, fiel a su estilo, subió la captura de pantalla con el título, “Es joda?”. La respuesta generó una serie de cruces y bloqueos entre Virginia Gallardo, Viviana Saccone y el propio Liporace que, por supuesto, encendió la polémica. El chef atribuye su espíritu políticamente incorrecto a su infancia en Bahía Blanca, “me aburría mucho, no había nada que hacer”, confiesa divertido, “no, en realidad eso fue por una rotura de bolas total porque te llegan mil de esos mensajes por día y yo a mi restaurante invito a quien quiero, pero bueno, admito que me divierte el chicaneo”, reconoce.
Durante la pandemia, con los restaurantes cerrados y la prohibición de juntarse aún vigente, Carlos Maslatón publicó un polémico tweet donde decía que había salido a comer y uno de los restaurantes señalados como sede de las comidas del economista fue Mercado de Liniers, el nuevo restaurante de Dante Liporace. “Maslatón es un amigo, lo conozco desde el 2008 que venía a Moreno a comer y me hice amigo, no pienso como él pero me divierte”, lo exime entre risas, “en 2020 acabábamos de abrir cuando cayó la pandemia, empezamos el delivery, estábamos todo el día en el restaurante y un día cae Maslatón a comer, no es que vino con un grupo de gente, fue solo él. A partir de ahí cayó el Gobierno de la Ciudad, la policía, entraban a ver si había gente pero nadie me preguntó si era verdad, todos dieron por seguro que era cierto que yo armaba festicholas pero yo estaba cagado con la situación, vivo con mi hijo, no iba a exponerme para después volver a mi casa y contagiarlo, era muy ridículo todo”, recuerda con indignación.
Pero lejos de echar un manto de piedad y apaciguar los ánimos, salió a redoblar la apuesta con su descargo. “Yo no tengo problemas con que la gente me putee en las redes, para mí eso no es la vida real pero sí me jode cuando se meten con el laburo porque yo vengo de abajo, sé lo que cuesta ganarse el mango y cuando empezaron a decir que yo hacía festicholas adentro del restaurante, que no las hice, me calenté”, admite.
Cuando volvió a Buenos Aires, luego de su paso por el famoso restaurante catalán El Bulli, una suerte de laboratorio que corrió los límites de la gastronomía y marcó una nueva forma de pensar la cocina, Liporace abrió Moreno. Y apenas llegar, surgió la polémica. “Todo empezó cuando volví de Europa, hago una nota donde me preguntan por El Bulli porque yo justo venía de trabajar ahí y en ese momento era una novedad. Y sale una contranota donde le preguntan a Narda y a Francis sobre eso y ellos dicen que todos los discípulos de Ferrán Adriá (dueño del restaurante El Bulli) eran unos estúpidos y que ese movimiento iba a quedar en la nada. Yo, siendo nadie, tenía dos opciones: callarme la boca o contestarles. Obvio hice lo segundo. Además del otro lado, tampoco es que estaban revolucionando la gastronomía, porque si vos fueras un revolucionario todavía”, recuerda.
Pasado el Moreno Affair, abrió Tarquino, un restaurante que mantenía lo que había comenzado en Moreno pero con la carne como protagonista y el producto argentino en el centro de la escena. Más tarde, vinieron cuatro años en la Casa Rosada durante la gestión de Mauricio Macri y, luego arrancó como chef ejecutivo del grupo que maneja Trade; Uptown y Bourbon Brunch & Beer. En marzo de 2020, una semana antes de que la Argentina quedara en stand by a causa de la pandemia, abrió Mercado de Liniers que supo campear el temporal y, finalmente, el año pasado, abrió Molusca.
“Hay un tema que escucho mucho: “Dante no tiene amigos cocineros”, pero estoy lleno de amigos cocineros, no soy amigo de Francis Mallmann, ni de (Germán) Martitegui, de (Fernando) Trocca, Dolly (Yrigoyen) o Narda (Lepes) que son como un grupo, ni bueno ni malo pero un grupo constituido, pero tengo muchos más amigos que no amigos lo que pasa es que como yo protagonicé una pelea con un sector de la gastronomía representado por todos ellos y como son muy conocidos quedé como que me peleo con todo el mundo, pero no es así”, explica.
Muchos piensan que su forma de ser puede ser un obstáculo que le ha valido entre otras cosas, que lo bajaran de la delegación argentina que iba a Madrid Fusión, un importante evento gastronómico que se desarrolla en España. “Me bajó Turismo de la Ciudad de Buenos Aires mientras era cocinero de Macri, el mismo PRO, no el otro partido. Yo creo que he hecho muchas cosas interesantes en la Argentina -opina-. Me bajaron y les dije que me parecía un bochorno lo que estaban haciendo pero no me quedé mal por no ir porque no me interesa reproducir discursos de otro. Es una cuestión de principios. Otra vez me habían invitado a lo de Mirtha Legrand y quisieron couchearme, por supuesto que no acepté, digo lo que se me canta, detesto la falta de libertad, en todo sentido, odio que te digan qué tenés que decir o qué tenes que hacer”.
Durante dos años también fue parte de los 50Best, la lista que elige a los mejores restaurantes de Latinoamérica. Pero luego de una excelente entrada, fiel a sí mismo, no dudó en comentar aquello que no le gustaba. “Cuando empecé a ver el sistema de votación, y enterarme quiénes votaban y cómo era el sistema me di cuenta que era una cagada. Entramos en el puesto 16 y al año siguiente estábamos en el cuarenta y pico y para mí en ese momento estábamos mejor que antes, con una carta más interesante, más vanguardista. En su momento era groso ser parte de la lista pero ahora creo que no le importa a muchos”, admite.
-¿No te juega en contra ir siempre al choque?
-A mí lo que más me interesa de la gastronomía es cocinar. Durante años, con esta fama de polémico trabajé siempre, con bancos, empresas, bodegas y hasta para un presidente. Yo no sueño con ser millonario, sueño con vivir bien, darle a mi hijo lo que necesita y poder hacer lo que quiero, todos queremos ganar más guita pero no necesito traicionarme para hacerlo. Siempre quise tener un restaurante como Mercado de Liniers; tener los socios que tengo; estar en un grupo como Trade y Uptown donde podemos no pensar igual pero nos llevamos súper bien laburando. Yo estoy bien, a mis lugares les va bien, no necesito de cierta prensa, necesito de mis clientes y ellos por suerte, siempre vuelven