La estética de la ternura: gatitos, flores y duendes nipones son tendencia en la pastelería japonesa que llegó a Buenos Aires
El universo kawaii, término japonés que indica que algo es tierno, se instala en las mesas locales y suma seguidores grandes y chicos. Para conocerlo, se recomienda reservar con tiempo
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Una minitorta rosada con el rostro de Hello Kitty, galletitas con forma del duende Totoro y panes de melón moldeados como ositos son algunos de los llamativos productos que pueden encontrarse en las cafeterías kawaii, que se imponen en la salida local. Para visitarlas, hay que armarse de paciencia: sus mesas suelen reservarse en un abrir y cerrar de ojos.
El término kawaii proviene de Japón y hace referencia a aquellos objetos y personas consideradas como tiernas, lindas o adorables. “En japonés esta palabra significa bonito, bello o tierno. Generalmente, se le dice a una persona que es kawaii cuando es un niño o un bebe. Es algo así como decir: qué dulce o qué lindo que es”, explica Ana Serei, dueña de Kawaii Club Café y organizadora del festival Asia Fest.
En materia gastronómica este concepto se traduce en comidas que presentan formas, colores y texturas agradables a la vista y, en nuestro país, está estrechamente ligado a las tortas o cookies que tienen replicadas en su parte superior algunos de los personajes más populares del manga o del animé. “En Japón no es algo extraño encontrarte con estos productos en una cafetería, allá son una opción más. En la Argentina llaman la atención porque no hay tantos locales de este tipo. Tampoco es común la cultura de lo cute o la costumbre de la comida muy decorada”, señala Eiko Servodio Sakakibara, una de las dueñas de la cafetería Ao Kuma. Ella también es la encargada de la pastelería de su local, por lo que aprovecha para advertir que, si bien lo estético resulta fundamental en estas preparaciones, siempre es el sabor el que debe priorizarse.
Al momento de elegir los personajes para plasmar en sus tortas y cookies, Serei asegura que intentan crear una fusión entre el diseño y el sabor: “Fuimos probando hasta lograr una cierta aceptación. Por ejemplo, tenemos nuestra torta de Pikachu, uno de los personajes más queridos de Pokemón, que es amarilla y tiene gusto a limón. Tratamos de hacer un maridaje entre los diseños y la pastelería”.
Pensadas especialmente para el paladar de los argentinos, estas recetas intentan respetar la esencia japonesa, pero sumándoles algunos ingredientes que le resulten familiares a los clientes. Ana Irie, jefa de pastelería de Chila y creadora de un emprendimiento de emocionantes dulzuras japonesas, señala: “Yo hago pastelería japonesa tradicional, que es totalmente diferente a la que estamos acostumbrados acá. Siempre advierto que, cuando la prueben, no esperen una explosión de sabores porque son recetas que se preparan en base a poroto aduki, porotos blancos y arroz mochi. Este tipo de pastelería se caracteriza por su sutileza y debe consumirse acompañada por un té verde, no como postre”.
En las cajas con wagashi (pastelería japonesa) que elabora de forma artesanal junto a su socia, Irie decidió incluir algunos productos kawaii para tentar a los curiosos. Entre ellos, se cuentan los nerikiri en forma de flores y de pequeños conejos. Además, cada caja llega acompañada por un pañuelo estampado (furoshiki) que, según la tradición, se utiliza para cargar o envolver diferentes objetos, como ropa, obsequios o alimentos.
Los niños y niñas que van a la primaria se han convertido, junto con sus padres y abuelos, en los principales clientes de este tipo de cafeterías. En segundo lugar, le siguen los adolescentes, que han adoptado a estos locales como puntos de reunión seguros en los que pueden charlar y disfrutar de una rica merienda con sus amigos. “Vienen grupos de chicos de entre 13 y 14 años para comprar mangas en la tienda y comer. Algunos se quedan fascinados, sacan fotos. La verdad es que se arma un lindo ambiente”, cuenta Servodio.
En coincidencia, Serei asegura que su mayor público se encuentra entre niños de aproximadamente 8 años hasta adolescentes de 15. “Igual, también tenemos gente de 30 y de más edad. Son personas que mamaron desde chicos el manga y el animé, veían Dragon Ball, Sailor Moon o los Caballeros del zodíaco. En ese momento, no existían estos lugares temáticos ni nada parecido”, añade. Visualizando una necesidad, estas cafeterías abrieron un espacio para todas aquellas personas que disfrutan de la cultura japonesa invitándolas a sentirse parte. “Todos los que hacemos Ao Kuma siempre decimos que nos hubiera encantado tener a los 15 años un lugar así, donde uno pueda sentarse, comprar historietas y, a la vez, comer algo rico”.
“Cuando yo iba a la escuela secundaria, hoy tengo 49 años, leer manga era un tabú. Te señalaban como el nerd o te decían otaku, quedabas relegado en una esquina. Hoy ser otaku es re cool. Salimos del clóset”, bromea Servodio. Al igual que sucede en los parques temáticos, las exhibiciones artísticas o los museos, estas cafeterías también cuentan con una tienda en la que pueden obtenerse todo tipo de objetos alusivos al manga, el animé y el universo kawaii.
Ubicado en una de las esquinas del local, el shop de Kawaii Club Café rebosa de objetos brillantes y coloridos dispuestos de forma estratégica para llamar la atención. En sus estantes pueden verse desde sellos, papelería, lapiceras y hasta medias de diseño. “En nuestra tienda tenemos diferentes productos. Ahora incluimos peluches de personajes. Tenemos también libros para colorear y con stickers para los más chiquitos. De a poquito vamos agregando cosas. Estamos trabajando para mejorarla”, detalla Serei.
En Ao Kuma conviven los licuados, panes de melón y cookies con estantes llenos de historietas japonesas de Ivrea, editorial especializada en manga. Allí, los lectores, pueden encontrar nuevos capítulos para leer y completar sus colecciones.
Con un perfil similar, recientemente inauguró Momo Manga, un local que se define como Manga Café. “Es una mezcla entre una biblioteca y una confitería en donde podés leer todos los mangas que quieras y disfrutar de algo rico”, explican. Se trata de un pequeño local ubicado en el Microcentro, que funciona solo con reserva, y en el que ofrecen cafés con latte art de personajes, taiyakis o pececitos rellenos con helado y galletas en forma de gatito.
Respecto al furor que se produjo durante los últimos años entre los más jóvenes por la cultura japonesa, Sergio Miyagi, vocero desde hace más de una década del Jardín Japonés, cuenta: “La realidad es que la pasión crece día tras día. Hay una movida muy fuerte con eso y nosotros lo notamos cuando realizamos nuestras jornadas de manga y animé. Tienen un éxito tremendo. Muchos de los chicos que participan han comenzado a estudiar japonés, comen con palitos, tienen todos los modismos. El objetivo de muchos es viajar a Japón”.
Para acompañar este fervor, el Jardín Japonés organizó recientemente una exposición dedicada enteramente a ilustraciones kawaii. Además, sumaron a su tienda merchandising de animés actuales y clásicos, como Naruto, Dragon Ball y Demon Slyer. Con paso firme, La nueva casa japonesa, tradicional restaurante en el barrio de San Cristóbal, también se sumó a esta tendencia de la ternura y en su tienda ubicada junto al salón venden algunos de los productos más solicitados por los chicos. En la vidriera pueden encontrarse palitos Pocky, ramen de caja y ramune (bebida gaseosa sin alcohol).
Serei afirma que el interés de los niños y niñas por Japón va más allá de los simpáticos diseños de la comida kawaii. “Soy hija de japoneses y también estoy sorprendida. Creo que las redes sociales nos acercaron mucho más todo. A los chicos y adolescentes les gusta el manga porque toca temas muy humanos, como el de ayudar al más débil”, dice desde Kawaii Club Café, y se suma al relato de su colega, Servodio: “Los niños aman este género porque habla del trabajo en equipo, la amistad y el apoyo mutuo. Son temas que Oriente y Occidente tienen en común. Si bien jugamos al fútbol y tenemos rivalidad, lo cierto es que si alguno se cae, lo ayudamos a levantarlo. El manga, a diferencia de los cómics norteamericanos, refleja mucho eso”.