Cuando la actividad física en el adulto mayor es una recomendación vital
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Dice un refrán popular que si a los 60 años te levantás de la cama y no te duele nada, estás muerto. Y aunque suene extremo, seguro sean muchos los que asientan a esta frase, pensando en dolores de espalda, de ciática, de cuello. Vivir con poca energía y doloridos nos resulta algo cotidiano una vez que pasamos cierta edad. Y la verdad es que no debería ser así. Está muy probado que la actividad física en el adulto mayor es una recomendación vital. Pero como no son tantos los que hacen caso, decidí recurrir a mi amigo Sergio Lotauro, doctor en Neurociencia Cognitiva, para ofrecer argumentos más concretos y seductores.
En principio, a medida que pasan los años el cerebro recibe menor riego sanguíneo. Y si hay algo que necesita es oxígeno y glucosa para funcionar bien. “Está demostrado que la actividad física ayuda a la vascularización cerebral, haciendo que los vasos se mantengan fuertes y sanos e incluso generando nuevos”. Este proceso se conoce como angiogénesis. A su vez, la actividad física restablece la segregación de melatonina, una hormona regulada por el ciclo circadiano que permite dormir y descansar bien. ¿Y cuándo es más necesario que nunca esto? En la tercera edad, cuando prácticamente ya no segregamos melatonina, ya que el ejercicio ayuda a que los niveles se mantengan conforme va pasando el tiempo.
La actividad cardiovascular pone en funcionamiento una enzima llamada telomerasa, que se desactiva cuando nacemos. Mantiene sanos los telómeros, una parte del ADN que se acorta a medida que envejecemos. “Cada vez que una célula se divide, los telómeros se vuelven más cortos. Está demostrado que en la gente joven son largos y en la gente mayor, cortos. Llega un momento en el que el telómero queda muy corto, no se puede dividir más, y ahí sobreviene la muerte”, ilustra Lotauro. La actividad física, sobre todo la cardiovascular, mantiene los telómeros largos, lo que se traduce en una mayor longevidad.
Les dejo un dato más: por la vascularización, el ejercicio aeróbico favorece la neurogénesis en el hipocampo. En la tercera edad se ha observado que nacen neuronas nuevas en la medida en que se hace ejercicio. “Es importantísimo porque el hipocampo es el área de la memoria, la primera región del cerebro que es atacada por el Alzheimer”, destaca. E incluso sin dicha enfermedad, el ejercicio puede mantener la memoria espacial en condiciones, minimizando la posibilidad de desorientarse.
¿Cómo activar para disfrutar de todos estos beneficios? Con actividad cardiovascular y con ejercicios de coordinación y estabilidad, dos condiciones que se van atrofiando a medida que envejecemos, y un poco de resistencia para evitar caídas. El ejercicio más fantástico es el más antiguo que el mundo y está a disposición de todos: buenas caminatas.
Cuatro libros
Para mantener la mente en forma
- Loserthink, Scott Adams
- Cada cosa en su lugar, Clea Shearer y Joanna Teplin
- Ho´Oponopono, Carole Berger
- Indomable, Glennon Doyleo