Una versión autóctona y de contrabando
Superman y la Argentina siempre se llevaron bien. Nuestro país fue el segundo en traducirlo al castellano, después de México, y el primero de Sudamérica en publicarlo, con el título de El Superhombre, en Billiken, a partir de 1939. Pero en febrero de 1965 el fervor fue mucho más allá de lo legalmente permitido. Aprovechando el suceso comercial que había caído bajo el dominio de la editorial mexicana Novaro, cuyos ejemplares de Supermán (así, con acento en la a) se distribuían continentalmente, la local Gente Joven sacó a los quioscos la revista Super Volador, con historietas de Superman realizadas en la ciudad de Buenos Aires, por autores locales y sin el permiso de la DC Comics.
"Jorge Alegre, el editor, lo pudo hacer porque en esos años no había Internet ni comunicaciones satelitales, de modo que el mundo era mucho más ancho y ajeno que hoy día y a las productoras de los Estados Unidos parecían no interesarles los pequeños negocios de paisitos como la Argentina", recuerda Jorge Claudio Morhain, guionista de algunas de esas aventuras, que le abrieron las puertas de la industria a un grupo de novatos que terminarían convirtiéndose en importantes creadores, como el propio Morhain, Horacio Altuna, José Luis García López y Gustavo Trigo, entre otros. Pero el apócrifo Superman duró poco. Tres números. "Llegó una intimación de los representantes argentinos de DC, amenazando con un juicio", recuerda Morhain.