En 2005, cuando el príncipe Carlos anunció su compromiso con Camilla Parker Bowles, la reina Isabel II les sugirió que no utilizaran en la boda real la marcha nupcial de Mendelssohn por considerarla "inapropiada" para una boda con una mujer divorciada.
Si bien Meghan Markle también es divorciada, imaginamos que esta vez no fue necesaria semejante sugerencia: los novios, protagonistas de la boda real más disruptiva en la historia de Windsor, jamás hubiesen elegido un clásico para su casamiento. Para sorpresa de todos, se decidieron por un ícono del rythm & blues norteamericano: Stand By Me, escrita por Ben E. King en 1961.
Cada boda tiene su tema. Todavía se recuerda la emoción de Máxima Zorreguieta en 2002, con su traje blanco de Valentino, cuando sonaron los primeros acordes de "Adiós Nonino", de Astor Piazzola, en la iglesia de Nieuwe Kerk
Se trata de una de las canciones más importantes en la historia de la industria, que alcanzó su pico de popularidad en la voz de John Lennon , en 1974, y como banda musical de la película Cuenta conmigo, de 1986. La interpretación también resultó impredecible: nadie hubiese imaginado a un coro góspel, The Kingdom Choir, británico y con veinte años de historia, dirigido por Karen Gibson, cantando en el extremo oeste de la capilla de Saint George, frente a la Reina. Las primeras repercusiones, en redes sociales, celebran la elección de Meghan y Harry .
Stand By Me en la voz de John Lennon. El tema se popularizó en 1974 como banda musical de la película Cuenta Conmigo
Cada boda real tiene su propia banda de sonido. Todos recordamos la emoción de Máxima Zorreguieta en 2002, con su traje blanco de Valentino, cuando sonaron los primeros acordes de "Adiós Nonino", de Astor Piazzola, en la iglesia de Nieuwe Kerk. Podría decirse que, en términos exclusivamente artísticos, fue un éxito sensacional, aplaudido en todo el mundo.
El trailer de Stand By Me, la película de Bob Reiner de 1986
Pero no todas las canciones que sonaron en las bodas reales se convirtieron en suceso. En 1981, el príncipe Carlos de Gales programó él mismo la música que sonó en su boda con Diana Spencer: se decidió por una gran orquesta (que reunía a tres formaciones de las que él era mecenas) y convocó a una soprano australiana de talla mundial, Kiri Te Kanawa, para cantar "Let the Bring Seraphim", de Handel. Si bien se trata de un clásico de la lírica, nadie lo asocia con aquel casamiento que redefinió lo que se conocía como "cuento de hadas".
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