El cantante comenzó con una serie de doce conciertos en la sala del Tronador que ya tiene sus localidades agotadas; radiografía del suceso que les salió a competir a las obras de teatro
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MAR DEL PLATA (enviado especial) -Las estadísticas históricas marcan que el aluvión de espectadores llega a los teatros marplatenses después del 6 de enero. Diciembre y el Año Nuevo son días de algunos pocos estrenos y puesta a punto de las obras, aunque sin la afluencia de gente que se espera para luego de Reyes.
Sin embargo, toda regla tiene su excepción y Abel Pintos parece ser el responsable de lo inusual cuando aún la temporada no se desperezó. Este lunes, el cantante ofreció a sala llena el primero de los doce conciertos que brindará en el Tronador, una sala histórica y remozada de Mar del Plata, que hoy es también sede del Teatro Colón porteño.
El de anoche fue el inicio de una serie de shows que se ofrecerán de lunes a miércoles durante el mes de enero y que ya tienen totalmente vendidos los 10.000 tickets que salieron a la venta. Además, y tal como explicó el propio cantante, alternará estas funciones con las tradicionales presentaciones en los festivales de música, mayormente folclóricos, que se desparraman durante el verano por todo el país y que son un clásico que arrastra un público multitudinario, tal como sucede en Cosquín, Jesús María, San Juan y Corrientes, entre muchas otras ciudades.
Con humor, Pintos reconoció que hacer temporada en un teatro era una especie de “locura”, pero que muchas de las “locuras” que emprendió en su vida terminaron muy bien.
Ritual
Desde temprano, la cola de público daba vuelta a la manzana, algo poco frecuente hoy. Cerca de las 21.30, se descorrió el telón bordó y comenzó el show Abel ´23, En Concierto, que se extendió, generosamente, por más de dos horas.
Ante una ovación, el cantante, acompañado por una sólida agrupación de teclados, guitarra, bajo, percusión y vientos, salió a la pista con la seguridad de contar con un público ganado que vivaba su nombre desde mucho antes de empezar el espectáculo y que clamaba por la irrupción del ídolo. Dos coristas con voces deliciosas completaron el staff escénico. Es una pena que el cantante no haya mencionado a su equipo con nombre y apellido de manera individual, aunque sí agradeció a sus colaboradores efusivamente, pero de forma genérica.
“¡Como vinieron hoy!”, dijo el artista, reflexionando sobre el derroche de frases que el público femenino, mayoritario en la sala, le sacudía sin pudores. Si la foto fuese desde el escenario hacia la platea, alguien podría intuir que se trataba de un show de Ricky Martin.
Sobrio, como es su costumbre, Abel Pintos le dio al concierto matices variados, con temas con los que logró una intimidad notable, a pesar de lo bullicioso de la platea que acompañó el momento con un estricto silencio, algo que el músico agradeció sobre el final. El Tronador, un coqueto anfiteatro, permite lo íntimo. Pero también hubo tiempo para lo festivo y para los hits que pusieron de pie a las más de 800 personas que llenaban el teatro de la calle Santiago del Estero, en pleno centro de Mar del Plata. Desde ya, no faltó “100 años”, la canción que fue cortina de la telenovela de Polka Argentina, tierra de amor y venganza, emitida por eltrece.
Sin olvidar al folklorista minucioso de su Ingeniero White natal, Pintos hace tiempo que le dio cabida a un artista latino sensible con estilo propio que mixtura aquello autóctono primigenio con los sonidos de la balada y el pop.
En el debut de su temporada, con temas de armonías elaboradas y complejas, fue desgranando su repertorio con voz perfecta, haciendo gala de agudos y graves profundos, estudiados, que hacen hablar a lo más profundo de su ser. Conocida es su fe religiosa, por lo tanto no faltaron las alusiones a Dios y a la Virgen y su manto sagrado, enmarcando el ritual en un misticismo compartido.
El amor fue el tema que sobrevoló la atmósfera y acaso porque se trata de un tópico que no excluye, aún en sus fracasos, las letras rápidamente generaron la adhesión en esa gente que sabía al dedillo cada partitura y bramaba ante esas historias de triunfos, dolores, deseos y añoranzas de cada canción.
La puesta en escena se basó en un sonido impecable y en un cuidado juego de luces, pero sin la grandilocuencia de las pantallas que acompañaron la escena del Opera porteño hace unos meses, legándole a este show, primero hermano de aquel, un clima mucho más íntimo.
Conocedor de su público, Abel Pintos también jugó, aunque sin abusar, de la seducción. Algo de Sandro hay en sus movimientos de cadera, en el pantalón ajustado, las camisas y remeras que se fue cambiando y en la sensualidad bien celebrada por sus seguidores. Cuando se quitó un abrigo y quedó en camisa, la platea rugió y no faltó quien le pidió que se desnudara. Y hasta apeló a cierta actuación, toda canción es una historia de tres minutos para interpretar, cuando tomó un teléfono y simuló esa charla del amor agrietado. El amor en mi vida fue su disco del 2021, abriendo la paleta de colores a ese sentimiento en todas sus formas.
Con Abel Pintos y los suyos se da una saludable simbiosis de celebración y rigor musical. A pesar de ese público fiel y tan activo, que pareciera sólo navegar en las exteriorizaciones más banales, se camufla una platea atenta que valora el arte que hace el ídolo. Pintos no se duerme en los laureles. Su música no es simple ni sencilla, aunque eso no lo aparte del show y el hit coreado por todos.
El espectáculo es una realización de Plan Divino, la productora del músico que también tiene que ver, en parte, con la programación y los destinos del Tronador. Allí, alguna vez estuvo Alberto Olmedo con comedias como las exitosas El negro no puede y Éramos tan pobres y también Susana Giménez se subió a ese escenario en 1985 para estelarizar La mujer del año, el exitoso musical que protagonizó con Arturo Puig. Hoy el Tronador es de Abel Pintos. El aluvión de público y la venta anticipada de tickets que logró el cantante, recuerdan a aquellas temporadas gloriosas de las grandes figuras del espectáculo argentino.
En el verano de 2020, justo antes de la irrupción de la pandemia, la propia Susana Giménez y Mirtha Legrand coronaron la reinauguración de esta sala que, además de los recitales de Abel Pintos, este verano también ofrecerá la temporada de la pieza Los 39 escalones, con Facundo Arana y Guillermina Valdés.
Abel Pintos hizo explotar a la fuerza una temporada que aún no terminó de comenzar y donde varios espectáculos como Perdidamente, de José María Muscari, la obra del humorista Wali Iturriaga o el Juana Vive de Luisa Kuliok aún no han debutado.
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