Del jet set en los 90 a la ayuda solidaria: el rotundo cambio de vida de Liz Fassi Lavalle
Ella y su marido Omar, exfuncionario de Menem, habían quedado en la mira por evasión de impuestos; en diálogo con LA NACION, cuenta cómo vive ahora, por qué se dedica al yoga y su idea para un “banco de mujeres”
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“Hoy me arrepiento de la exposición de los años 90 por todo lo que sucedió después: a Omar (Fassi Lavalle, su marido entonces) lo apuntaron por cuestiones políticas y fue preso, pero no por corrupción, eso quedó bien claro”, comienza explicando, a LA NACION, Elizabeth Mazzini, conocida en los mencionados tiempos pasados como Liz Fassi Lavalle, porque era la esposa de quien fuera secretario de turismo del gobierno de Carlos Menem cuando asumió en 1989.
Omar fue detenido en 1998 y permaneció dos años en la cárcel de Caseros sin sentencia. A Liz también se la involucró, pasó una noche en la Alcaldía de Tribunales y luego fue liberada. Estaban siendo investigados bajo los cargos de asociación ilícita y evasión impositiva por estar al frente de Ski Ranch, la emblemática restó-disco de costanera norte -con sucursal en Bariloche- por la que pasaron celebrities como Diego Maradona, Thalía, Pappo, Luis Miguel, Rodrigo, David Lebón, Enrique Iglesias y más figuras nacionales como internacionales.
Recién en 2004 la justicia absolvió al matrimonio del delito de asociación ilícita, pero los sentenció a tres años de prisión en suspenso por evasión impositiva junto a un socio, Oscar Marocco. Al respecto Liz agrega: “En esa época yo mostraba mi trabajo de empresaria en Ski Ranch como ahora lo hago con eventos que organizo. Siempre trabajé de esa forma y nunca lo oculté. Si tenía malas intenciones no me hubiese mostrado, ¿no te parece? Lo que pasó es que encontraron en Omar un buen chivo expiatorio en quien descargar broncas políticas. Yo nunca ocupé un cargo público, siempre ayudé, como lo hago ahora. En su momento admití que debíamos impuestos y quise acogerme a una moratoria. Dije: ‘Deber debemos y queremos pagar como cualquier ciudadano’; pero no lo aceptaron, nos querían tras las rejas, estaba muy claro. Después el gobierno de Fernando de la Rúa terminó demoliéndolo. Fue una pena, le daba trabajo a mucha gente”.
A un paso del suicidio
Así Liz pasó del brillo de los flashes y las cámaras al perfil bajo, sin escalas y a la fuerza. Pero cuenta que en el medio vivió situaciones más que difíciles, que casi la llevan a quitarse la vida: “Cuando Omar queda detenido no sabía qué hacer, pensé en suicidarme. No me había presentado a declarar, estaba prófuga, la prensa me buscaba. Recuerdo que estaba junto a mi madre, sentí una extraña sensación y me fui para la terraza. Me asomé y pensé: ‘Termino con mi vida’. Pero enseguida apareció delante de mis ojos la imagen de mis tres hijos, como en una película, y llegó mi mamá. Fue un instante y no lo hice. El juez Cruciani (Julio) había mandado a detenerme. Estaba con 20 de presión. Decía que creábamos empresas para evadir impuestos. Pero no pudieron demostrar lo de la asociación ilícita”.
Omar Fassi Lavalle estuvo detenido en la cárcel de Caseros hasta diciembre de 2000. En ese presidio, donde se filmó Tumberos y El Marginal, y compartía caminatas por el patio con el ex juez Carlos Wowe, hermano del conductor Leonardo Simons. Liz lo iba a visitar todos los días y le llevaba la comida: “Fui siempre y mis hijos los domingos hacían los deberes con él. Pasaron dos años y después recibió una condena en suspenso, es decir que no debió haber estado detenido. A mí me ofrecieron la libertad de Omar a cambio de sexo. No voy a decir quién aunque insistas. Pero él me dijo que no hiciera nada así por él. Las mujeres que hacían la fila para ver a sus familiares me trataban muy bien. ‘Qué hacés rubia’, ‘cómo estás rubia’, ‘le alcanzás esto a mi marido, rubia’. Fue mucho tiempo, ese contacto me hizo acercar mucho más de lo que estaba a las mujeres. Por eso tengo la idea de crear un banco para financiar sus proyectos y que sean independientes. La gente que está presa necesita ayuda. El sistema tiene que brindarles oportunidades para mejorar su situación tanto en lo educativo como en lo laboral. Mi hijo Michel, que es artista plástico, visitaba las cárceles y enseñaba pintura. A mí me apasiona ayudar, no juzgar al otro y mis hijos son iguales, siempre piensan en el prójimo”, cuenta.
-¿No cree que haberse expuesto tanto en el pasado fue el error que la llevó a protagonizar situaciones límites como las que vivió y contó?
-Puede ser, visto lo que nos ocurrió, me arrepiento como ya te dije. Yo pasé por todo, hoy elijo no exponerme. Pero decime cuántas personas fueron presas en la Argentina por evasión de impuestos y además teniendo voluntad de pagar en una moratoria. Pero dejemos eso atrás, ya pasó y pude reinventarme con la ayuda de mis chicos. Estoy curtida, mirá, te cuento algo que pocos saben. Cuando nació Michel, mi hijo mayor, en el parto me dieron anestesia peridural y yo era alérgica a un componente. A Omar, mi marido, y a mi madre le dijeron que se despidieran porque entré en un coma profundo. Estaba prácticamente muerta, desahuciada. Y milagrosamente salí, me recuperé. La vida me puso varios obstáculos y desafíos y pude superarlos. Hace tiempo mi vida está enfocada en ayudar a los que más necesitan, me hace bien al alma. No juzgo, ayudo”.
Paz y amor
Liz cuenta que hoy vive de los negocios que desarrolla como empresaria, al frente del restaurante Mr Pollo de comida peruana junto a un socio en Palermo, y también organizando eventos, como el que realizó junto a sus hijos, María Victoria, Máximo y Michel, en diciembre pasado junto al río en Martínez, cuando la pandemia lo permitió.
“Hice el Festival de SYM (Surf, yoga, music). Traje acá lo que armaron mis hijos en Itamanbuca, Brasil. Ellos tienen un emprendimiento que funciona como spa espiritual, te enseñan a alimentarte sano, a meditar, a hacer yoga kundalini, a cantar, a pacificar el alma. Y también a tomar conciencia del ambiente; cuidan el mar, la playa, reciclan. Y eso lo trajimos acá al río con todos los protocolos, fue hermoso”, describe y aclara: “Son prácticas para que te sientas bien con vos mismo, y de esa manera puedas hacer bien a los demás. Hoy es lo que necesitamos, ser más agradecidos, sonreír, hacer algo por el otro, ponerse en sus zapatos, ser amable, empático. Yo lo experimenté y me resultó muy útil, fundamental. Cualquier persona puede ingresar al Instagram @surfyogamusic y los miércoles meditar vía Zoom con Máximo que es un ser especial”.
-¿Incorporó la meditación y el yoga también a su vida?
-Sí, y me hace muy bien, me da energía y paz para ayudar a los demás. Muchos emplean el tiempo en criticar al otro, en juzgar apresuradamente. Yo no me detengo en eso. Pienso en qué puedo ser útil, en tener conciencia y saber que si hago algo quizás puedo cambiar la vida del otro. Si todos tuviéramos un propósito, esto cambiaría. Mi objetivo en esta pandemia fue ayudar con hechos concretos, cuidarme para poder cuidar a otros. Y así lo hice, me animé. Empecé con mis contactos a recibir llamados de gente que estaba con Coronavirus. El primero fue el de Marisol que estaba internada: el caso número 130. La pasaba muy mal. Y con la ayuda de mis hijos le iba mandando distintos mantras, charlaba con ella. Le decía que respire tranquila, que pensara cosas lindas, que escuchara esos mantras. Y mejoró. Porque esta enfermedad te aísla y entonces sentís miedo a morir. Mi teléfono empezó a colapsar, llegué a atender más de 20 personas por día y todos lo superaron. Fue extenuante, en un momento había casi perdido la voz, pero sentí que colaboré con quien lo requería. Ahora estoy ayudando a la Fundación Juntos por más de la que es presidente Carlitos Tevez, a través de mi amiga Silvia Tallarico para sacar a chicas y chicos de la calle.
-Hace tiempo que está separada de Omar Fassi Lavalle, ¿cómo es su relación y la de sus hijos con él?
-Mi relación con él es de mucho respeto, no quiero hablar de él para no exponerlo. Y la de mis hijos es excelente. María Victoria, Michel y Máximo son personas que viven pensando cómo ayudar a los demás, y ese es el mayor orgullo en mi vida. Mi sueño es poder seguir haciendo festivales por todo el país para ayudar a que la gente medite y encuentre paz interior y energía para sobreponerse a través del yoga. Hay que elevarse, tener piedad, saber perdonar y perdonarse.
-¿Está sola o en pareja?
-Estoy muy bien.
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