La violencia agobia a Myanmar: más de 520 muertos en dos meses de represión militar
Los manifestantes civiles reclaman por la democracia, mientras la entrada al ruedo de facciones rebeldes armadas deja al país en riesgo de guerra civil
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RANGÚN.- Haciendo oídos sordos a las condenas occidentales, la junta militar de Myanmar acentúa la represión de las protestas contra el golpe de Estado del 1° de febrero, que esta semana superó el umbral de los 520 muertos.
Myanmar está en crisis desde que el Ejército derrocó al gobierno electo encabezado por la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, reimponiendo una junta militar después de una década de pasos tentativos hacia la democracia.
Según la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP), 510 personas, entre ellas numerosos estudiantes y adolescentes, murieron por disparos de policías y militares en los últimos dos meses tras la caída del gobierno. La cantidad de víctimas “es probablemente mucho mayor”, sobre todo porque cientos de detenidos siguen desaparecidos, señaló la AAPP.
Ante el derramamiento de sangre, varias facciones rebeldes amenazaron este martes con tomar las armas contra la junta. Si las fuerzas de seguridad “siguen matando civiles, colaboraremos con los manifestantes y tomaremos represalias”, indicó una declaración firmada entre otros por el Ejército de Arakan (AA), un grupo armado con varios miles de hombres e importantes recursos.
Guerra civil
“La situación corre el riesgo de convertirse en una guerra civil total”, dijo Debbie Stothard, de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH). “La junta no quiere ceder en nada y los manifestantes, que hasta ahora fueron mayoritariamente pacíficos, están tentados de pedir ayuda a las facciones armadas para protegerse”, afirmó.
Desde la independencia de Myanmar en 1948, una multitud de grupos étnicos entraron en conflicto con el gobierno para conseguir más autonomía, acceso a los recursos naturales del país o a una parte del lucrativo tráfico de drogas. En los últimos años el Ejército había acordado un alto el fuego con algunos e incluso retiró al AA de su lista de organizaciones terroristas a mediados de marzo.
Pero este fin de semana, la junta lanzó ataques aéreos en el sureste del país, dirigidos a uno de los mayores grupos armados de Myanmar, la Unión Nacional Karen (KNU), después de que ésta tomó una base militar y mató a varios soldados. Se trata de los primeros ataques de este tipo en la región en 20 años. Unas 3000 personas huyeron de la violencia a la vecina Tailandia, según organizaciones locales.
Mientras tanto, las protestas contra el golpe continúan en todo el país con nuevas tácticas de resistencia. Este martes hubo llamamientos a una “huelga de basuras” para que los vecinos arrojen sus desperdicios en las calles y bloqueen los cruces de carreteras. En Rangún, la capital económica, algunas rutas estaban llenas de basura de todo tipo, a veces coronada con pequeños carteles que decían “Necesitamos democracia”, según imágenes de los medios locales.
El número de muertos aumentó considerablemente en los últimos días. Al menos 107 civiles, entre ellos siete menores, murieron el sábado, el Día de las Fuerzas Armadas de Myanmar. El lunes se celebraron funerales por las víctimas con grandes multitudes rodeando los ataúdes, algunos mostrando tres dedos en señal de resistencia.
En respuesta a la represión, Washington anunció la suspensión inmediata de un acuerdo marco de comercio e inversión con Myanmar firmado en 2013 hasta que se restablezca un gobierno “democráticamente elegido”.
Francia denunció la “violencia ciega y asesina” del régimen y exigió la liberación de “todos los presos políticos”, incluida Suu Kyi, que sigue incomunicada. Londres, por su parte, pidió una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, que se celebrará el miércoles a puerta cerrada.
Agencias AFP y Reuters
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