Correr con discapacidad visual
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El deporte presenta a sus cultores todo tipo de desafíos. Desarrollar el estado físico y mental que contribuya a su mejor desempeño es clave, aun cuando la competencia solo se libre contra uno mismo. A las puertas de los Juegos Paralímpicos París 2024, que tendrán lugar entre el 28 de agosto y el 8 de septiembre próximos, proponemos repasar una de las categorías más destacadas, la de pruebas con discapacidad visual.
Alguno podrá pensar que la dificultad visual es de por sí motivo suficiente para que alguien, por ejemplo, tenga vedada la opción de correr. Con lentes y bastón, cuesta imaginar que sin poder reconocer el trayecto ni los obstáculos, una persona con visibilidad reducida disfrute de lanzarse a una pista para mejorar con las prácticas su propia marca. Hacerlo solo encierra infinidad de dificultades.
Dicen que la solidaridad es un deporte nacional. Y esto aplica maravillosamente bien cuando de manera desinteresada y gratuita un voluntario ofrece entrenar con alguien que sufre una discapacidad visual.
“Correr es liberador, no se piensa en nada y es una pelea contra uno mismo”, afirma Sebastián Duarte, un atleta de 39 años con una disminución visual, operado de una afección en la columna que lo condenó a un año de recuperación. A Ariel Scavo, alias Pájaro, siempre le gustó el running. Pero quería además sentirse útil. Encontró la oportunidad cuando vio cómo un profesor corría con su alumno atado con una cinta elástica que no entorpece el braceo para que este pudiera mantener el ritmo, pues no veía. Su gusto por correr y por ayudar se transformó en un inspirador voluntariado que fue construyendo y aprendiendo en los vínculos, sin fórmulas, acomodándose a la necesidad del otro.
No es el único. Hay muchas duplas que comparten la pasión por correr, con uno de ellos padeciendo disminución visual. Para ser guía hay que tener la docilidad de dejarse enseñar. Por ejemplo, es tarea del otro que la persona a la que se acompaña disfrute de tener la sensación de que está corriendo sola. Esto puede incluir que el guía voluntario circule por una banquina o un lugar incómodo para facilitarle al otro su desempeño. Es meterse en la cabeza y en el cuerpo del otro, dice Darío Olguín, guía y amigo de Walter Álvarez hace ya unos años.
Mientras uno funciona como los ojos del otro, el guiado puede referir todo aquello que sus otros sentidos le devuelven y que muchas veces pasa desapercibido para quienes no sufren su discapacidad. Desde el canto de un pájaro hasta el olorcito a un asado pueden quedar fuera del foco de atención hasta que quien menos ve lo trae a la escena.
El deporte genera muchos beneficios para la salud mental y contribuye a la rehabilitación. Tanto si es dentro del alto rendimiento como en la práctica amateur. Adaptarse a las capacidades del otro no es fácil, mucho menos coordinar movimientos y que otros corredores respeten a las duplas guiadas.
En los Paralímpicos, hay pruebas con y sin guías, con medallas para ambos en el podio. Omara Durand es una velocista cubana con ocho medallas de oro ya ganadas con su guía y gran amigo Yuniol Kindelan. Para ella, Paris 2024 será la antesala de su retiro. El mayor reto es superar las propias expectativas, dirán. La sincronía hará el resto.