Cambiar hábitos alimentarios
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La ley de promoción de la alimentación saludable, más conocida como ley de etiquetado frontal, fue reglamentada en marzo y ya entró en vigor. La obligatoriedad de incluir sellos nutricionales con información sobre la presencia de exceso de sodio, azúcar, grasas u otros componentes críticos en los alimentos procesados y ultraprocesados aplica desde el 20 de agosto para las grandes empresas productoras. En febrero próximo correrá para los productores pymes.
Kioscos, almacenes y supermercados comenzarán a poblarse de sellos negros octogonales y todos estaremos mejor informados a la hora de decidir qué comer en función de la calidad nutricional. Con más de un 60% de la población argentina que sufre exceso de peso, 36% de sobrepeso y 25% de obesidad, la implementación de la medida es más que necesaria.
Quedan excluidas frutas y verduras frescas, leches, arroz, fideos, legumbres, azúcar común, aceites vegetales, frutos secos y sal común, además de aquellos productos sin procesar o mínimamente procesados. Aquellos que contengan edulcorantes o cafeína deberán también advertir que su consumo no se recomienda para menores.
Cabe destacar que la ley incluye especialmente actividades didácticas y políticas aplicadas a la educación alimentaria en el ámbito escolar en los tres niveles. Productos con al menos un sello negro de advertencia no podrán ser comercializados en las escuelas. Tampoco podrán publicitarse en mensajes dirigidos a niños y adolescentes, ni incluir personajes infantiles, juegos, celebridades o deportistas en sus envases.
Nuestros niños deben educarse también en esto. No podemos ver naturalizadas publicidades inconvenientes con simpáticos personajes que publicitan los peores ingredientes para ellos: aditivos, azúcares, sal, colores, sabores y perfumes que saturan sus sentidos con químicos y que vuelven insulsa la comida real.
En Chile, Perú, México y Uruguay, donde ya se instauró el etiquetado frontal, la compra de bebidas azucaradas y cereales disminuyó. Claro que habrá que implementar campañas de educación para aprender a entender las etiquetas y los tradicionales rotulados nutricionales de las caras posteriores; todo esto en plena crisis económica e inseguridad alimentaria, que plantea desafíos adicionales por el costo de los alimentos.
Hasta el momento, 236 empresas fabricantes presentaron 2658 solicitudes de prórroga a la incorporación de los sellos, principalmente de golosinas, mermeladas, jaleas, dulces, confituras, panificados, galletitas, conservas y embutidos, y bebidas analcohólicas. Un 35% fueron aprobadas sin que la sociedad sepa de qué productos se trata ni bajo qué fundamentos se concedió la exención. Distintas instituciones de la sociedad civil que participaron activamente en la sanción de la ley hoy demandan que se implemente de manera clara y transparente.
Modificar la matriz alimentaria demandará sostener políticas públicas y educativas que contribuyan a promover la salud de la población.