Reacción: rechazo de todo el arco empresario al cepo a la carne
Cámaras de distintos sectores se pronunciaron en contra de la restricción a las exportaciones decidida por el Gobierno; consideran que es una medida antiproductiva y que genera pérdida de mercados y de competitividad
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“Medida antiproductiva”; “ineficaz”; “un ataque al empleo genuino que genera pérdida de competitividad”. Son solo algunos de los adjetivos que utilizaron diferentes cámaras empresariales para referirse a la decisión del Gobierno de suspender las exportaciones de carne durante 30 días. La noticia trascendió sectores: más allá del mercado ganadero, representantes de otras actividades económicas salieron defendieron la libre venta al exterior del producto.
La Asociación Empresaria Argentina (AEA), por ejemplo, consideró que “el futuro argentino depende vitalmente de las exportaciones” y que solo a través de ellas “saldremos del estancamiento y nos encaminaremos hacia el desarrollo”. Y añadió: “en efecto, [las exportaciones] requieren de un marco de previsibilidad y respeto a las reglas de juego que generen confianza en el rumbo del país. La decisión de restringir las exportaciones en un sector tan arquetípico como el de la carne lamentablemente no contribuirá al logro de dicho objetivo”, sentenció la asociación que reúne a dueños de las principales empresas que funcionan en el país.
AEA alertó que la prohibición de exportaciones por 30 días afectará a toda la cadena de valor de dichas actividades distribuidas en diversas regiones del país, al tiempo en que “nos hará perder valiosas divisas”, desalentará inversiones, la generación de empleo y “pondrá en riesgo el acceso a los mercados en el exterior, que con tanto esfuerzo se ha logrado abastecer”.
“Además, por ser una actividad fuertemente identificada con la Argentina representará una señal muy negativa para la concreción de inversiones en el resto de la economía”, concluyó el comunicado.
El tema se trató también en la junta directiva que realiza semanalmente la Unión Industrial Argentina (UIA), en la cual se compartió la preocupación por el cepo a la exportación de carne.
“Se mencionó [en esa reunión] el impacto sobre el comercio exterior, el cumplimiento de los contratos internacionales y sobre la inversión en una cadena de valor muy relevante para la industria. Se destacó el riesgo de pérdida de mercados frente a otros países con capacidad de desplazar o sustituir la producción nacional”, detalló la UIA en un comunicado.
En la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA) dieron un paso más allá. Tildaron a la medida como una “política equivocada, antiproductiva e ineficaz”, sobre todo por el sustento de la normativa: no está centrada en la escasez crítica de la oferta, sino que “explícitamente intenta controlar y deprimir el nivel de precios internos”.
Por su parte, Eduardo Rodríguez, titular del sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), señaló que la decision oficial “es recurrir a viejas recetas que, de antemano, sabemos que no funcionan. Cerrarnos al mundo es restringir el crecimiento del sector productivo y atacar el empleo genuino”.
La justificación del Gobierno es el precio de la carne. Y si bien desde la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC)dijeron que es “comprensible” la preocupación por los precios internos y el poder de compra de los consumidores, recordaron que la inflación es un problema macroeconómico que debería enfrentarse con medidas de política fiscal y monetaria, “no con controles que limitan la actividad privada, generadora de empleo y de valor agregado”, añadieron.
“La Argentina es un país que exporta relativamente poco, por lo que imponer trabas a nuestras ventas externas no parece una buena idea”, consideró Mario Grinman, presidente de la CAC. En números, la entidad señaló que el país exportó US$1290 por habitante en 2020, mientras que en Uruguay el promedio anual fue de US$1941 por habitante y en Chile la cifra escaló a US$3686.
Si el foco se pone en las exportaciones de 2019, año en que todavía la pandemia de coronavirus no había llegado, ya de por sí habían sido 11,6% inferiores al récord registrado en 2007. Y, si se amplía aún más el horizonte temporal, durante las últimas dos décadas el desempeño fue pobre: entre 1999 y 2019 las exportaciones crecieron sólo 0,7% promedio anual.
“El crecimiento de las ventas externas no requiere solo de condiciones macroeconómicas acordes, sino también, en un mundo cada vez más competitivo, exige políticas y herramientas que faciliten los procesos. Exportaciones y PBI creciendo a buen ritmo de manera sostenida parece un sueño, pero es un sueño posible. Los argentinos lo hicimos en el pasado y confío en que podemos hacerlo en el futuro”, expresó Grinman.
A su vez, desde CAME indicaron que el 8% de las exportaciones de carne vacuna provienen de las economías regionales, pero que “la preocupación no solo reside en los productos del sector cárnico, sino en el sector agroindustrial en su conjunto”. “La Argentina ha ido perdiendo competitividad, por lo que abrir nuevos mercados y/o mantenerlos es un trabajo y una inversión de años. El riesgo es demasiado alto pero la prioridad pareciera estar en otro lado pese a los dólares que necesita nuestro país y ante un alarmante nivel de pobreza”, remarcaron.
Una de las consecuencias más importantes que ocasionará el cierre de exportaciones es la falta de confiabilidad que le transmite el país a otros mercados. La CERA llamó la atención en este punto, advirtiendo que el país había empezado a desarrollar un importante espacio en la economía china, así como en otros mercados incipientes “con importantísimo potencial de crecimiento”.
“La falta de previsibilidad y de seguridad en el contexto alimenticio es probablemente uno de los daños más profundos y de largo alcance para las exportaciones argentinas luego de haber recorrido un difícil camino de posicionamiento”, destacó Fernando Landa, presidente de la Comisión de Internacionales de la CERA. “El efecto negativo de estas medidas es conocido y predecible: un desincentivo a la producción ganadera que se traduce en pérdidas de empleo con un efecto multiplicador negativo y una inexorable liquidación del stock ganadero. Asimismo, frente a su cíclica repetición en nuestro país, la medida genera la continua inseguridad para el proceso inversor en el sector”, agregó Landa.
Un detalle fundamental: el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) de 1994 y posteriores Acuerdos de la Organización Mundial de Comercio (OMC) establecieron un proceso previo de notificación por el cual el país exportador debe tener en cuenta la afectación de los países miembros importadores permitiendo la consulta por parte de ellos. En otras palabras, la Argentina estaría incumpliendo los acuerdos internacionales.
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