Economía de la longevidad versus economía plateada: nuevos enfoques para un mercado en expansión
Para el exdirector de la Reserva Federal de los Estados Unidos Ben Bernanke es “el principal factor individual de cambio para la economía en las próximas décadas”. Según el inversor escocés Jim Mellon ya se trata de “la industria más grande del mundo”. The Economist, el semanario británico, le dedicó la tapa y un especial de varias páginas en su penúltima edición a la posibilidad de “vivir 120 años”. Y las estadísticas parecen corroborar que estamos frente a una ola gigantesca: el gasto y las actividades económicas vinculadas a personas de más de 50 años solo en los Estados Unidos equivale a 7,6 billones de dólares (trillions en inglés: millones de millones de dólares), una cifra que es más que el PBI de cualquier país, excepto los de Estados Unidos y China.
“La tendencia de concientización sobre la entidad de este fenómeno, que conlleva un sinfín de oportunidades y desafíos, creció enormemente con la pandemia, aunque todavía los prejuicios del ‘viejismo’ son tan fuertes que muchos todavía lo subestiman”, dice la experta en longevidad española Barbara Rey Actis, que viene estudiando estos temas en profundidad.
Rey Actis vive en Madrid y tiene una larga carrera en el mundo del marketing. Encaró el camino de la longevidad cuando la marca de cremas que le encomendó una campaña estableció como target más adulto para su producto a la franja de “mujeres de 35 a 55 años”. Da clases en distintas universidades y escribió el libro Una longevidad con sentido (editado por Versus; aún no se consigue en la Argentina).
La especialista distingue el concepto de “economía de la longevidad” del de “economía plateada”.
El segundo término, dice a LA NACION, tiene un enfoque asistencialista y convencional: busca desarrollar productos y servicios para personas con alguna dependencia: ve de alguna manera “el vaso medio vacío” de la segunda mitad de la vida.
La “economía de la longevidad”, en cambio, es más vanguardista, contempla la intergeneracionalidad, y habla desde las nuevas posibilidades que se abren en esta etapa de la vida. “La extensión de la vida, sin las tres etapas clásicas, con más transiciones, mejor encaminada”, resume Rey Actis. En los Estados Unidos, el especialista que lleva como bandera este ideario es el titular del laboratorio etario del MIT, Joseph Coughlin, quien escribió el libro La economía de la longevidad: dentro del mercado más desatendido y que más crece en el mundo (aún no traducido).
Un reciente y extenso informe de la consultora Milken actualiza algunas estadísticas sobre este fenómeno:
1) Para 2030 Japón será el primer país del mundo en entrar en la categoría demográfica de “ultrasénior”, o ultraadulto, con un 28% de su población por encima de los 65 años, mientras que en el mismo año Hong Kong, Corea del Sur y Taiwán serán considerados “superadultos”, con más de un 20% de su población por encima de los 65 años.
2) En Europa un cuarto de la población tiene más de 60 años, y se estima que ese porcentaje crecerá al 35% en 2050. En el mismo lapso, este segmento en América Latina pasará del 12% al 25% de la población.
3) En los países desarrollados, los mayores de 60 años explicarán nada menos que la mitad del aumento del consumo entre 2015 y 2030. “Son el segmento etario con más activos ahorrados y con más propensión al gasto”, sostienen los analistas de Milken.
A nivel global, los avances científicos, la producción académica y los negocios que giran alrededor de la “longevidad extrema” (una parte menor de toda la economía de la longevidad) estallaron luego de la pandemia. Según Merril Lynch, este sector movía 110.000 millones de dólares en 2019, y para 2025 se estima que el valor llegaría a los 600.000 millones de dólares.
Las personas más ricas del mundo y los principales fondos de inversión realizaron apuestas multimillonarias en el área de extensión de vida. Ya no se trata de “proyectos mascota” ni de una “ficha”, sino de miles de millones de dólares. Jeff Bezos amplió su inversión en los laboratorios Los Altos, mientras que Amazon compró una empresa farmacéutica en 3800 millones de dólares y quiere revolucionar el negocio de la salud. Google sigue invirtiendo en Calico Labs, mientras que Lineage Cell Therapeutics cuenta con el apoyo de BlackRock y Wells Fargo, entre otros. Apple anunció que sus dispositivos personales (principalmente el reloj inteligente) ya pueden medir 150 flujos de datos del cuerpo, para aplicar en 17 áreas de la salud.
“Cualquiera que tenga mucha plata tarde o temprano va a querer curar el envejecimiento. Lo hicieron millonarios como Bezos, Larry Page, Larry Ellison o Peter Thiel, entre otros”, sostuvo el escritor del MIT Review Antonio Regalado, en un reporte en el que anunció que Arabia Saudita decidió comenzar a operar un fondo de 1000 millones de dólares al año para atacar desafíos de envejecimiento. Se trata del mayor monto individual asignado hasta ahora a esta área.
En materia de estrategias de marketing, Rey Actis remarca que las empresas que están trabajando bien manejan el concepto de “agnosticismo etario”, en el sentido de que no apuntan específicamente al sector sénior, sino que encaran productos o servicios que sean cómodos para todos, incluso para los mayores. Los ejemplos que habitualmente se citan como casos exitosos en este sentido son los de Apple (el reloj de esta marca fue pensado inicialmente para el segmento 60+), Nike, o la marca de anteojos Warby Parker.
La especialista española también hace énfasis en la necesidad de encarar nuevos hábitos de bienestar en la segunda mitad de la vida, de manera “amable” y gradual, porque como, en vidas que probablemente superen los 100 años, van a tener que sostenerse durante décadas, hay que lograr que tales estrategias sean robustas en el tiempo. No como una dieta muy estricta, que se abandona a la semana.
Todo es fácil de decir, pero no tan sencillo de llevar adelante, porque el set de prejuicios con el viejismo está muy solidificado, sobre todo en Occidente. Y hasta hay fuertes incentivos económicos que llevan agua para el molino de la economía plateada, y no para el de la longevidad. Como sostuvo en una conferencia la activista por la inclusión etaria Ashton Applewhite: el miedo y la vergüenza crean mercados gigantescos. “¿Quién repite que las arrugas son feas? La millonaria industria de las cremas y el cuidado de la piel. ¿Quién dice que la ‘perimenopausia’ (el lapso de transición de las mujeres hacia la etapa no reproductiva) es una condición médica? La multimillonaria industria de los laboratorios”, dice Applewhite. Como ocurre con la economía del cambio climático, el punto de quiebre en esta dinámica se va a dar cuando los incentivos económicos en la oferta y la demanda queden alineados hacia el lado de las oportunidades en la economía de la longevidad.
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