Qué le falta a la Argentina para que sus exportaciones tengan más participación “naranja”
Es el color con que, en el mundo, se indentifica a la economía creativa. Abarca desde la música a la gastronomía, pasando por las artes visuales, los videojuegos y la industria audiovisual
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CÓRDOBA.- El naranja es el color de la economía creativa. Abarca una serie de actividades en la que la Argentina tiene reconocimiento internacional y que van desde el cine, la publicidad, el doblaje, el patrimonio cultural material e inmaterial hasta la gastronomía, el diseño, la producción literaria, la música y los videojuegos. Todo el menú permite vender al mundo bienes y servicios y generar empleo, además de acompañar y consolidar la idea de la “marca país”. Estas industrias aportan alrededor del 3% del PBI mundial según la Unesco y emplean de manera formal a unos 30 millones de personas (cifra que se multiplica hasta por diez incorporando a los informales); a nivel local los números están dispersos aunque se estima que representa cerca de 2,8% del PBI y hay distritos que la promueven particularmente como CABA, Córdoba, Mendoza.
La Argentina es un país joven, con una mezcla cultural de influencias latinoamericanas, criollas y europeas, que se refleja en distintas manifestaciones creativas. El mundo, desde hace décadas, conoce el tango; la cultura del Malbec y el asado; a escritores como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar; al Perito Moreno y las Cataratas del Iguazú; al cine de Lolita Torres y Mirtha Legrand y, en las últimas décadas, se sumaron cocineros con una nueva propuesta de cocina, música rock, nominaciones y premios internacionales en publicidad y películas, artistas plásticos en galerías y ferias reconocidos y títulos de videojuegos. Los referentes consultados por este diario acentúan la posibilidad de seguir creciendo y, en paralelo, coinciden en que sería buena una mayor articulación entre los sectores públicos y privados.
Hasta este sábado, precisamente, se realiza ArteBa en Costa Salguero, una feria que concentra la atención de coleccionistas de la región. En esta edición, incluso, varios artistas vendieron obras antes de que comenzara.
“La economía naranja, una oportunidad infinita”, es el título del libro que los colombianos Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque en el 2013, cuando ambos estaban en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En diálogo con LA NACION, Buitrago Restrepo -quien fue ministro de Cultura de Colombia cuando Duque era presidente- que lo primero que elaboraron un concepto “sombrilla para darle un sentido de identidad” a las actividades involucradas y elevar su visibilidad. En el 2020 la asamblea de Naciones Unidas lo validó.
Enfatiza que la Argentina no solo tiene “reconocimiento internacional” en muchas de estas áreas, sino que fue de los primeros países en tener una “comprensión profunda de la política pública de industrias creativas”. Menciona trabajos pioneros de la Universidad de Buenos Aires y la decisión de CABA de impulsar las industrias creativas. “Todas estas actividades agregan valor, pagan impuestos, crean empleo, exportan, mueven la economía, generan cohesión, crean identidad, fortalecen el tejido social”, sintetiza.
Buitrago Restrepo aporta que la tecnología, “lejos de terminar con algunas expresiones, conecta y amplifica los horizontes. Son bienes y servicios con alto valor simbólico pero también material”. Insiste en que las políticas públicas no deben descuidar al sector, sería como que porque tienen Vaca Muerta “desdeñan tener fábricas textiles o generar energía solar”.
Refuerza la idea de que para que al ecosistema le vaya bien debe haber “algo distintivo detrás de los creadores, deben estar positivamente contaminados, contagiados por las tradiciones, saberes, impregnados porque ese es el valor agregado simbólico que lo hace distintivo”. Grafica con el caso de la publicidad argentina “apreciada en el mundo porque, además de tener una gran factura, se construye con elementos distintivos y reconocidos que giran alrededor de la cultura del futbol, del dialecto argentino, de figuras históricas, del liderazgo en el rock español”.
El economista -reconocido como “padre de la economía naranja”- refiere que el apoyo público no pasa por duplicar un ministerio, sino por “entender la función de las instituciones, tener una estrategia” y menciona acciones como proteger el derecho de autor, ayudar a las “enfermedades de costos”, conectar las necesidades de la industria con la formación de habilidades técnicas, avanzar en una política de comercio exterior que posicione al sector. “Hay que definir y sostener una estrategia de posicionamiento, articular el gobierno central con todos los agentes que forman parte, invitar a los privados inversores a que apuesten. Puede que no sea más barato, pero es más ambicioso, hay que entenderlo desde lo comercial; sumar actores para que tenga más impacto lo que hacemos, combinar el esfuerzo público con el privado”.
Música, arte y cocina
El “Cosquín Rock” -que lleva 23 ediciones en la Argentina- se realiza en otra decena de países. Su productor, José Palazzo, exportó el modelo aliándose a socios locales. Primero fue México y, después, se fueron sumando los otros destinos. “Tenemos talento argentino de exportación, en la música hay mucha expansión, lo que hay que hacer es ayudar y fortalecer lo que viene para no amesetarnos, para no quedarnos atrás”, dice el cordobés y grafica el peso de la música local con Duki llenado el estadio Bernabeu en Madrid (organizó también un campus de composición, de creatividad, conectando productores, técnicos y artistas) o Bizarrap en el line up de la última edición del festival Coachella.
Palazzo menciona la experiencia del Bogotá Music Market (BOmm), una plataforma de promoción y circulación organizada por la Cámara de Comercio de Bogotá, como parte de su programa de apoyo a las industrias creativas y culturales. Plantea que el rol del Estado puede ir desde “facilitador” de las gestiones de exportación, de la obtención de visas hasta contar con “fomentos” para los artistas “pequeños y nuevos”.
Lo más importante, ratifica, es “fomentar y promocionar, quitar trabas. A través de las embajadas se puede hacer mucho, contar con herramientas que no pasan por ser sponsor. Todo eso redunda en ingresos para el país”.
En las dos últimas gestiones nacionales -la de Mauricio Macri y la de Alberto Fernández- hubo programas para fortalecer la cultura y promocionar el turismo gastronómico. Latinoamérica tiene una experiencia reconocida a nivel mundial como es la de Perú, con el chef Gastón Acurio como ícono. La Argentina tiene con qué salir y conquistar mercados externos. De hecho, hay decenas de chefs argentinos (muchos multi premiados) trabajando afuera. El año pasado Dolli Irigoyen fue distinguida con el Icon Award 2023 en el marco de la entrega de los premios 50 Best Restaurants de América Latina, fue reconocida por su “huella significativa en el mundo culinario” y su “impacto positivo en la industria gastronómica de la región”.
“Siempre se puede hacer más; lo que está pasando se da de forma espontánea. En Perú hubo un plan público-privado y se ejecutó, claro que había materia prima talento, historia -describe Javier Rodríguez, dueño de varios restaurantes en Córdoba, entre ellos “El Papagayo”-. Se intentó a través del plan Cocinar, pero falta continuidad. Está bueno lo que está pasando, pero hay que considerar que lleva mucho tiempo y mucho trabajo”.
Rodríguez, quien permanentemente viaja como el chef por el mundo, detalla que hay pocas cocinas de larga tradición (México, India, China, Tailandia y Japón): “La Argentina va por buen camino; no hay que apurar procesos, el tiempo es un factor importante. Hay mucho talento, mucha materia prima. Falta estructurar; cada uno juego a favor de la Argentina pero por separado. Tenemos una cocina nueva, de fusión, que es de inmigrantes y algo del norte-andino”. Enfatiza que no hay que reducir la cocina al asado y a la empanada. “Somos un país muy nuevo y como todo púber estamos llenos de confusiones, no hay que esforzarse por enmarcar la cocina en una tradición larguísima”, conceptualiza.
Buitrago Restrepo sostiene que hay que “fortalecer” todos los elementos que permiten que las creaciones lleguen a los consumidores: información, instituciones, industria, infraestructura, integración, inclusión e inspiración.
Ricardo Darín, durante los Premios Sur, destacó que “la cultura en general está atravesando un momento de crisis”. Agregó que “de la mano de cierto desdén hacia nuestro trabajo, nada flotando la idea de que la cultura en general no merece ni necesita incentivo ni aportes económicos y estructurales”. Y dijo que “nuestra actividad genera miles de puestos de trabajo, y el ingreso de grandes divisas”.
La Bienal de Venecia, fundada en 1885 por Umberto de Saboya, es una de las exposiciones más importantes del mundo para promover el arte contemporáneo; en cada edición participan unos 90 países. En esta edición, la argentina La Chola Poblete fue reconocida con una mención honorífica, convirtiéndose en la primera artista queer en obtener tal distinción. Ya en 2022 el tucumano Gabriel Chaile fue convocado para participar y Eduardo Costantini compró sus esculturas, adelantándose a otros interesados. Ambos artistas son solo una muestra de la proyección internacional que tiene el arte argentino.
“Es un momento muy interesante” para el arte argentino, define la periodista especializada en artes visuales, patrimonio, diseño, museos y mercado de arte Alicia de Arteaga. Sostiene que, a diferencia de Brasil, el país no tiene una estrategia de posicionamiento internacional; recuerda que en los ‘60 los Salones IKA de Córdoba atraían coleccionistas y curadores de diferentes países. “Nadie tomó de vuelta esa antorcha y hoy San Pablo es uno de los tres escenarios mundiales con Venecia y la Documenta de Basel. Brasil tienen 20 artistas que valen más de US$1 millón. A nivel local no hay una estrategia que abarque a todo el conjunto de artistas muy buenos que existen; en el mundo nos consideran muy buenos. Todos los países invierten no gastan en arte, porque el resultado que se consigue es muy importante. Un claro ejemplo es España, el país que más museos creo después del 2000″.
Cine, publicidad, voces, videojuegos
La Argentina lleva décadas comercializando contenidos audiovisuales, no solo producciones sino formatos y servicios de realización. Por ejemplo, en cine es el único país de Latinoamérica que tiene dos premios Oscar (en 1986, La historia oficial y en 2010, El secreto de sus ojos); en todas las ediciones de Cannes la publicidad arrasa con los premios y es posible ver contenidos televisivos locales en canales de Rusia, Turquía o Israel
Desde Playmakers, empresa dedicada a la producción de contenidos creativos para todas las plataformas en 2015 y distribuidora internacional de material generado en la Argentina, Luciano Molina subraya que la “materia prima” es “muy valorada en el mundo” y que la tecnología permitió escalar la comercialización. “Nos diferencia la creatividad, por eso nos eligen, no por los costos. Los profesionales, los talentos locales, están por encima de la media”, aporta. Hasta el año pasado, la Agencia de Inversiones y Comercio Internacional apoyaba a las empresas audiovisuales en sus participaciones internacionales.
Aldo Lumbía no se considera un empresario, sino que se autodefine como “artista”, tiene un sello editorial que produce audiolibros y hace doblajes para el exterior, además de una Academia de Doblaje para formar talentos. Relata que en el 2000 empezaron a grabar para afuera y decidieron capacitar porque si bien “se puede tener la mejor tecnología del mundo, hay que contar con la materia prima”. La industria del doblaje estuvo, durante largo tiempo, dominada por México y, después, se fue abriendo a otros países.
Le preocupa que las carreras de locución y de actuación sigan “divorciadas de lo que pasa a nivel industria” que busca gente “con experiencia, que esté a nivel de los parámetros internacionales”. Ratifica que la competitividad por costos bajó después de la devaluación, aunque el mayor desafío lo abre la aplicación de la Inteligencia Artificial (IA) que empieza a aplicarse.
Aunque no todos los modelos de negocios de software se inscriben en la economía naranja, hay varios segmentos que producen propiedad intelectual, indica Blas Briceño, integrante de la comisión directiva de la Cámara de la Industria Argentina del Software de Argentina (CESSI) y director del programa “Software as a Future”. Sostiene que, en los últimos años se avanzó “mucho” en ese segmento en el que incluso hay algunos unicornios como
Los modelos de software avanzaron mucho en los últimos años: “Hay empresas con excelente performance y centenares de aplicaciones desarrolladas por talentos argentinos en la región. Va creciendo el segmento que es el que más oportunidades tiene de construir valor agregado, un diferencial medido en facturación por persona”. Subraya que la pérdida de competitividad de costos se compensa con el señority con que se cuenta, “la formación es muy buena, hay un conjunto creciente de profesionales de primera línea por eso promovemos la formación de talentos”.
Sin dudas, la economía naranja tiene mucho para crecer en la Argentina, de la mano del talento y la creatividad. En un país de reconocida excelencia en educación y “garra” para salir adelante, los creativos representan un universo luminoso que traspasa las fronteras.
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