Se trata de La Muralla China, ubicado en Riachuelo, Corrientes, que nunca consiguió la habilitación para exportar a China por parte del Senasa
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A casi cuatro años de que se inaugurara y, esperando en vano su habilitación por parte del Senasa para exportar a China, el frigorífico La Muralla China cerró sus puertas. Este escenario dejó a más de cien trabajadores, unos 40 permanentes y el resto con contratos temporales en el pueblo correntino de Riachuelo, ubicado a unos 15 kilómetros de la capital provincial, sin su fuente laboral.
Según pudo reconstruir LA NACION, todo comenzó el sábado 26 de agosto pasado cuando cerca de las 11 el presidente de la empresa de capitales asiáticos, Yi Zhuang, reunió a todos los trabajadores de la planta para informarles que, debido a las circunstancias del país y donde nunca logró conseguir la ansiada habilitación del organismo sanitario (a pesar de los innumerables intentos) no podía seguir con la compañía en funcionamiento.
Al lunes siguiente comenzaron uno a uno a recibir los telegramas de despido respectivos. Aunque con mucha angustia, los empleados entendieron la posición de la empresa ya que desde que abrió, el 29 de octubre de 2019, trabaja a pérdida. El viernes 25 fue su último día de faena y ya todos los trabajadores recibieron su telegrama. El despido tendrá un costo para la empresa por indemnizaciones de $14 millones. Aunque la planta se cerró, no va a dar de baja su matrícula del Senasa.
Tal panorama enseguida llegó a oídos del intendente de Riachuelo, Martín Jetter, quien pidió una reunión urgente para el lunes pasado a ver si podía torcer la decisión de Zhuang. En el encuentro en la misma planta, el empresario chino le manifestó que el déficit mensual que tenía se había incrementado de manera tal que se hizo “insostenible continuar con el frigorífico abierto”. En rigor, una de las últimas facturas que llegó de electricidad pasó de $11 millones a $20 millones.
“Nunca se logró que el Senasa lo habilite para exportar a China y solo con el tráfico federal, con una faena mensual de 4000 cabezas, no se pudo sostener porque se incrementó el costo del consumo de energía, el mantenimiento enorme que requiere una planta de estas características sumado a las subas salariales que tuvo el sector para palear la inflación. Es lamentable que esto suceda sobre todo en la situación económica en la que está el país”, dijo Jetter a LA NACION.
Zhuang le comentó que, en un primer momento tuvo intenciones de aguantar hasta diciembre que, de concretarse un cambio de gobierno, se pudiera revertirse tal situación, pero cuando “las pérdidas mensuales pasaron a entre $10 y $15 millones, no venía un horizonte claro y fue irreversible su decisión”.
En el Senasa, en tanto, dijeron que para que “un frigorífico sea habilitado para la exportación las instalaciones y procesos deben cumplir con los requisitos de higiene e inocuidad, entre otros, solicitados y establecidos por el país de destino”.
“La función del Senasa en este caso es controlar los requisitos fijados por los países y velar por su cumplimiento. Se ha venido acompañando al frigorífico. Siempre hubo buena voluntad a disposición del establecimiento para cumplir con las exigencias de los mercados a los que se pretendía exportar pero las mejoras requeridas no llegaron”, indicaron.
Sin embargo, para Roberto Sánchez, empleado del frigorífico y representante de los trabajadores, pareciera que la “no habilitación para China es un tema personal”.
“Zhuang viene invirtiendo y modificando todo lo que le dicen pero cuando termina de hacer esas 10 cosas que le piden vienen otras diez para hacer. Siempre le buscaron la vuelta para no darle la habilitación y lo digo porque estoy adentro de la planta desde que comenzó. Hay muchos frigoríficos que están en peores condiciones y, sin embargo, consiguieron la habilitación”, contó.
“La situación económica del país es muy complicada, el consumo interno bajó mucho y la salida es la exportación. De hecho los usuarios que mataban acá una cierta cantidad de animales ahora están faenando el 50%”, agregó.
Fuentes cercanas a la empresa indicaron que hoy en día solo están habilitados para exportar a Hong Kong y Brasil. “Son mercados chicos. Es inviable con estos mercados nada más. Hong Kong es solo menudencias y Brasil nos podría llevar solo la picaña y rabo. Y la planta tiene calderas muy grandes que, aunque el volumen de faena sea chico, hay que prenderlas y eso genera un costo altísimo que no se cubre con la hacienda que se vende en el mercado interno. No es lo mismo que un matadero”, señalaron.
Los meses pasaban y la autorización para vender a China no llegaba: siempre faltaba algo. Con gran desesperación para lograrlo, el directivo chino hacía lo imposible para conseguirla y en “muchas ocasiones se dejó asesorar por iluminados que le prometían que le iban a gestionar tal habilitación si hacía tal o cual cosa, a cambio de dinero, situación que nunca llegaba”.
“Este frigorífico, con los anteriores dueños y antes de que cerrara, tenía un prestigio internacional, reconocido por la calidad de sus productos. Teníamos más de 20 mercados abiertos muy importantes como Rusia, Estados Unidos, Chile, Unión Europea y África, entre otros y nunca hubo reclamos. Así se trabaja compensando los mercados unos con otros: si mandás tren delantero a un mercado, el resto lo mandás a otro, si no es imposible”, remarcó una fuente.
Jetter contó que desde 2019 se venía trabajando con la planta muy arduamente para sanearla y dejarla en perfecto estado. Se comenzó con faena para mercado interno pero cuando hubo cambio de autoridades, las visitas para habilitarla se suspendieron en primera instancia, luego llegó la pandemia y después fueron meses donde nunca se avanzó, a pesar de los trámites presentados.
Dos meses atrás hubo una nueva traba en el funcionamiento de la planta, según trascendió. Luego de que el frigorífico decidiera expulsar a un oficial del Senasa por “actitudes incorrectas y ajenas a su rol, el organismo sanitario decidió bajarle el ritmo de faena (por no tener un agente del Senasa in situ) a solo 10 cabezas por hora, cosa que los dejaba aun más fuera de competencia”.
“Trabajando las 24 horas era faenar un máximo de 250 animales por día: inviable. A las 48 horas se solucionó y se volvió a 40 animales por hora”, dijo la fuente consultada.
Hoy bien temprano hubo una reunión en la Secretaría de Trabajo de la provincia donde participaron funcionarios, la abogada de la empresa y representantes de la Federación de la Carne, aunque los trabajadores no están afiliados al gremio. El sindicato le pidió a la letrada que la compañía de marcha atrás los telegramas de despido y que ellos ofrecían toda la ayuda para conseguir la habilitación para exportar. La abogada quedó en trasmitirle al dueño tal inquietud. Tras finalizar la reunión, Sánchez regresó a la planta para comunicar las novedades a sus compañeros. “Me dijo que estaba muy cansado y que había llegado al límite de tolerancia, invirtiendo dinero y trabajando a pérdida, sin acompañamiento alguno del Gobierno. Se cansó de la burocracia”, detalló el intendente.
“Para nosotros también es cansador, hace cuatro años que también venimos poniendo nuestra fuerza, nuestra parte con sueldos que no alcanzan, apostando a esta empresa, sin presionar en nada. Entendemos al dueño que viene invirtiendo y perdiendo mucha plata. Pero no damos más, por eso muchos ya quieren rumbear a otros lugares en busca de un trabajo más seguro”, finalizó.
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