El envío de animales a faena en enero pasado sorprendió por su volumen, según los datos difundidos en los últimos días por el Senasa. Si bien es cierto que el dato de faena real se conocerá en los próximos días, el volumen es francamente llamativo porque señala la emisión de DTE para ese destino de 1,22 millones de cabezas que, a un promedio estimado de 232 kg, daría una oferta total de res con hueso de 283.500 toneladas. En paralelo, y conociendo también los datos de permisos de exportación emitidos para el mismo mes que alcanzaron el equivalente a 75.000 toneladas de cortes ajustados a equivalente res (sin incluir los huesos de despostada), habrían dejado para el consumo interno 208.500 toneladas ponderadas por los nuevos datos de habitantes publicados por el Indec. Darían una oferta equivalente a 54 kg por habitante por año. Una de las cifras más altas de muchos meses. Se aclara que se trata de datos provisorios que deberán luego confirmarse, pero que no se alejarían demasiado de la realidad.
El impacto de la sequía en la ganadería sigue siendo feroz y para entenderlo solo hay que mirar el volumen de hacienda enviada a faena de los últimos cinco meses (primavera en adelante), que supera en un 18% la cantidad emitida para envío de animales a faena del año inmediato anterior. Con este cálculo, la diferencia daría un incremento en la oferta destinada a los consumidores argentinos equivalente a 11 kg por habitante y año, que pone de manifiesto el enorme impacto de la sequía y las razones del deterioro del valor del ganado frente a la inflación, tema que ha sido profusamente abordado por especialistas.
Ajustando los datos previamente publicados por el Gobierno, que habla de 48 kg de consumo por habitante año para el 2022, a partir de evitar incluir erróneamente el hueso de despostada enviado a exportación y ajustando el cálculo por la población real, el consumo de carne vacuna para todo 2022 terminó siendo equivalente a 50,7 kg por habitante año. En enero, si se cumplen los datos provisorios el consumo equivalente por habitante año alcanzaría los 54 kg.
Cuando se sinceran los números y se anticipa que por la sequía habrá una oferta adicional a la faena de 500 a 600.000 vientres vacíos, no tiene sentido seguir prohibiendo la exportación de siete cortes de las vacas A,B y C que no son valoradas por el consumidor argentino, que sumarán sobreoferta innecesaria a un mercado que privarán a la Argentina de ingresar cerca de US$250 millones adicionales en el trimestre marzo-mayo y que disminuirá el precio alcanzado por los ganaderos que tanto apoyo necesitan para volver a repoblar sus rodeos y recuperar la oferta futura.
Esta nota vuelve a apelar a la racionalidad, a repensar las medidas que realmente pueden contribuir a soluciones reales y a dejar de ”inventar soluciones mágicas” que tienden a resolver la inmediatez, comprometiendo seriamente el futuro. Es hora de reconstruir los serios daños generados por la sequía y de los impactos de una macroeconomía que afecta, como a otros sectores, al sector de ganados y carnes, columna vertebral de la sociedad argentina en un ámbito genuinamente federal.
El autor es consultor
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