La demanda de carne vacuna, aviar y porcina muestra una tendencia a su recuperación superando los 115 kg por habitante por año, liderando la carne vacuna con 53 kg, secundada por la aviar con 45 kg y la tercera en el podio es la carne porcina con 17 kilogramos por habitante año.
Esta recuperación del consumo se debe en parte a la profunda y prolongada sequía que atravesamos y que impulsó una forzada liquidación del rodeo vacuno generando una mayor oferta y, en consecuencia, un valor al consumidor que quedó rezagado con respecto al aumento generalizado de los precios.
Es claro que los resultados de la sequía y las heladas han sido mayor mortandad, menor estado corporal de los rodeos, ventas forzadas, pérdidas de praderas, verdeos, pastizales, aumento en los costos de alimentación y menor porcentaje de preñez, entre otros indicadores, que se verán reflejados en una menor cantidad de terneros y terneras en el presente año.
Esta liquidación que aún se manifiesta, ya que no llueve pasto y entrado el invierno las bajas temperaturas no estimulan a una mayor oferta forrajera, determina que los precios de la carne continúen rezagados, pero terminando la primavera y lluvia mediante, comenzará la retención en los campos.
Por otra parte, debemos resaltar que la mayor oferta de carne vacuna fue acompañada por récords de producción de carne aviar y porcina durante 2022. La carne aviar alcanzó nuevos récords superando las 2,32 millones de toneladas, con un consumo muy cercano a su máximo alcanzado en el 2020.
La producción de carne porcina, a su vez, viene batiendo récords durante la última década y durante el presente año seguramente superará las 750.000 toneladas res con hueso, un nuevo logro para aspirar a que la producción esté en equilibrio con el consumo. Tanto la mayor liquidación forzada de la ganadería vacuna como los récords de producción de sus carnes complementarias o sustitutos, impulsaron un mayor consumo de carnes.
No hay duda que la producción de carne vacuna tenderá a recuperarse en los próximos años, con indicadores productivos que mejorarán, impulsados por la mayor selectividad forzada realizada durante la sequía, por la recuperación de las praderas y pastizales y el manejo eficaz y eficiente de los rodeos por parte de los ganaderos, que invierten más de 19.000 millones de dólares año tras año.
Stock
Con un stock que tenderá a caer a los 52 millones de cabezas hacia fines del 2023, al haber transitado la peor sequía de la historia, pero habiendo alcanzado exportaciones récords a pesar de las restricciones, la producción y la exportación de carne vacuna argentina tiene un gran potencial en los próximos años.
Sus ventajas competitivas y comparativas son relevantes, incluso para competir con industrias que fabrican carne sintética, en base a la multiplicación de células madres y que aspiran en el 2040 abastecer el 30% de la demanda mundial.
En el mundo se están consolidando más de 70 empresas de ganadería celular, que a partir de la reproducción de células madres, obtienen carne bovina, porcina y aviar, entre otras proteínas.
A nivel industrial ya estaría funcionando la compañía Future Meats con una producción de 500 kg por día, que se transforman en 5000 hamburguesas y equivale a la producción de casi tres novillos de 425 kilogramos, si extraemos toda su carne. Es decir que en un año su producción superará el equivalente a 828 novillos si la fábrica trabajara 300 días.
A pesar de que en la actualidad el costo de esta industria de carne sintética supera al de los sistemas tradicionales, la ventaja que aducen las empresas de ganadería celular, es una menor huella de carbono y del agua, el no sacrificar animales y tener una relación más amigable con el medio ambiente.
Según la compañía israelí, este método de producción genera un 80% menos de emisiones de CO2 y utiliza un 99% menos de tierra ahorrando 96% de agua con respecto a la producción tradicional de carne. Otras compañías como Finless Foods, BlueNalu, Memphis Meats. Meatable y Aleph Farms van en el mismo sentido.
Estas plantas producirán carne de aves, cerdo, cordero y vacuna, con el objetivo de que sus productos sean accesibles en todo el mundo, bajo el concepto de saludables y sostenibles.
El nuevo desafío de los productores de carne argentina, altamente reconocida en el planeta, es medir la huella de carbono y del agua de nuestros sistemas productivos. Es sabido que los sistemas silvopastoriles contribuyen a la mitigación del calentamiento global mediante el secuestro y almacenamiento de carbono. Estos sistemas productivos, con denominación de origen, trazabilidad y certificación, son muy competitivos y su valor es más accesibles que el de las carnes sintéticas.
Además, cuando los sistemas productivos capturan carbono, se abren las puertas para ofrecer bonos verdes, generándose nuevos ingresos que mejoran su negocio.
Un nuevo negocio se vislumbra. Las células madres con elevada calidad genética, en las diversas razas bovinas desarrolladas en el país, como la de Aberdeen Angus, Hereford, Brangus, Braford, Criollo y Wagyu, entre otras, podrían ser un puntapié inicial para capturar parte de ese nuevo mercado que se está generando, ofreciendo carne sintética de mejor calidad. Carne de la mejor carne.
El futuro depende de las decisiones que tomemos en el presente. Se avizoran nuevos negocios, triángulos win-win donde ganan los productores de carne, los consumidores y el ambiente.
Cuando estudiamos la huella de carbono en nuestras cadenas de carnes encontramos valores muy competitivos a nivel mundial y existen acciones para mejorarla. La carne argentina tiene una gran oportunidad para consolidarse y aumentar su participación en el ámbito internacional.
El autor es consultor en agronegocios
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