En un seminario organizado por el Ipcva se destacó el bajo impacto de la producción local versus otros países
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“Hay muchos países que tienen distinta capacidad de emisión de gases de efecto invernadero. China va a la cabeza, luego está Estados Unidos, la Unión Europea y la India. Si tomamos el caso argentino vemos que, del total de los gases de efecto invernadero que se emiten, menos del 0,6% los emite la Argentina”.
De esta manera Ernesto Viglizzo, investigador del Conicet, desmitificó el “relato” de que las emisiones agropecuarias argentinas a nivel mundial son altas. Esa afirmación fue realizada durante la presentación de un trabajo realizado por 45 científicos en “Carne sustentable, carne argentina”, seminario organizado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva).
“Arrancamos que tenemos una emisión total de gases en el país menor al 0,6%. De los cuales el 0,22% los emite el sector rural y de ahí el 0,12 el sector ganadero. Si vamos a la ganadería vacuna, esa emisión no supera el 0,10%. O sea que el impacto que puede tener la ganadería vacuna en las emisiones globales no llegan al 0,1%; es una cifra totalmente insignificante”, afirmó.
Para Viglizzo, más allá de todos estos “relatos”, hay un mega desafío “que es que la atmósfera se está calentando, que el planeta está comprometido y que es necesario diseñar sistema carbono neto cero”.
En este contexto, el investigador dijo que es importante buscar en la producción de carne vacuna opciones para alcanzar lo que se denomina carbono cero neto, porque existen “unas amenazas visibles al negocio ganadero bovino”.
“En primer lugar, hay una creciente influencia global de entidades ambientalistas y entidades veganas que persistentemente acusan a la ganadería bovina de utilizar un exceso de tierra, un exceso de agua, contaminar los recursos naturales, emitir grandes volúmenes de gases de efecto invernadero, afectar la salud humana con enfermedades cardiovasculares”, indicó.
Por otro lado, señaló que en Europa está lo que se denomina el pacto verde europeo, “que claramente apunta a imponer prohibiciones y penalizaciones comerciales a la industria de la carne bovina bajo un argumento: la producción de carne bovina impulsa la deforestación, sobre todo la ilegal, la pérdida de biodiversidad en los servicios ecosistémicos, la emisión de gases invernaderos y la degradación de los recursos naturales”.
En su análisis, destacó que la eficiencia de conversión de la energía del alimento en producto en distinta especies domésticas es diferente.
“Para producir un kilo de carne vacuna o un kilo de carne ovina es necesario emitir más gases de efecto invernadero que los que puede emitir la carne porcina. Y si tomamos productos vegetales como soja, maíz, cereales o frutos secos, ahí el producto es mucho más eficiente, donde para producir 100 gramos de proteína se necesitan muchos menos gases de efecto invernadero. Obviamente, los grupos veganos se asientan en esta investigación para sostener sus puntos de vista y reforzar la idea de que deben reducirse el consumo de carne bovina, de carne ovina o de otras especies rumiantes”, sostuvo.
Según el investigador, la carne aviar y la carne porcina son más eficientes porque consumen menos calorías para producir un kilo de alimento que la carne ovina y la carne vacuna. Sin embargo, “la carne de los vacunos, de los ovinos y caprinos tienen también la posibilidad de convertir las fibras de los alimentos de baja calidad y convertirlos en carne que es un alimento de alto valor biológico”, precisó.
“Eso no tiene posibilidad de hacerlo ni la carne aviar, ni la porcina. Porque el tipo de estómago les impide digerir la fibra. En cambio los bovinos, los ovinos y los caprinos si tienen posibilidades de convertir la fibra de esos alimentos en carnes. Esto tiene particular importancia cuando vemos la distribución de las zonas áridas y semiáridas del país”, añadió.
En este sentido, dijo que si bien hay especies más eficientes que la vacuna y la ovina para producir carne, cuando se va hacia zonas áridas y semiáridas donde por sequías no es posible producir granos, “ahí tiene mayor importancia la conversión de la fibra vegetal en carne que tienen los rumiantes, o sea se invierte el proceso”.
Por otro lado, comentó las estadísticas de la FAO que utilizan el método de inventario de los gases de efecto invernadero: “Las emisiones que se estiman, que se llaman biogenéticas, de metano y óxido nitroso que son las que efectivamente producen los rumiantes, no pasan del 3%”.
“Aproximadamente en los años 90, los rumiantes emitían mucho más que ahora en el año 2020. Este es un aspecto importante a considerar para no sobrevaluar por parte de la ganadería bovina”, dijo.
“El metano tiene un tiempo de residencia corta, no más de 10 años, con lo cual esa molécula se desarma y deja de incidir en el calentamiento global. Al ganado hay que atribuirle las emisiones de óxido nitroso y de metano. No así de dióxido de carbono que va por otra vía, va por la biomasa que se pierde, ya sea deforestación, por combustión”, cerró.
La seguridad y la sanidad alimentaria
A su turno, Mario Ravettino, presidente del Consorcio Exportadores de Carnes ABC y vicepresidentes del Ipcva, señaló que “la sustentabilidad en el mundo actual ha cobrado una significativa importancia de la cual la Argentina no puede quedar al margen”.
Para Ravettino, los países importadores de alimentos y de carne bovina en general consideran de fundamental importancia para los tiempos venideros el análisis, concientización y aplicación de la sustentabilidad en el mundo.
“Los clientes del mundo entero lo requieren para darle mayor seguridad alimentaria y sanidad a los productos que consumen. La Argentina precisaba un trabajo con todo el aval científico para presentar en los foros internacionales y dar la discusión correspondiente. La carne no es el problema sino la solución. El mayor desafío que tenemos es que la cadena de ganados y carnes se inserte en el mundo y sigamos siendo los argentinos, un proveedor primario y destacado en el mercado internacional de alimentos y carnes bovinas en general”, describió.
En el marco de tendencias diferentes y con una creciente presión sobre la información de inocuidad, calidad, food print y cuidado ambiental de la huella, para Roberto Bisang es necesario “una institucionalidad para instalar el tema del efecto invernadero en base a criterios científicos, evaluar los cambios propios asociados por las evoluciones biológicas, coordinar el impacto global con la ejecución local”.
“Ese es el ámbito de discusión de las intervenciones en el mundo estrictamente del comercio internacional y las distorsiones. Los hechos se producen a nivel nacional y el comercio es global”, describió.
En ese contexto, señaló que tanto la Argentina como sus competidores en términos cárnicos, “han decidido implementar medidas de mitigación y de reducción del impacto de determinadas prácticas sobre el efecto de cambio climático global”.
“Estados Unidos y la Comunidad Económica Europea (CEE) son líderes de la fijación de los estándares, o sea marcan la cancha en la fijación de estándares y la manera de medirlos. En el caso de la CEE, no nos olvidemos que tienen ganadería y agricultura tremendamente subsidiadas”, puntualizó.
“Estados Unidos tiene un modelo con una idea de fijación de normas estándares a nivel global y un paso forzado a la idea de salud pública. Esto es tremendamente importante en la salida del Covid, porque ya no solamente estamos pensando en los problemas sanitarios de producción sino que estamos uniendo inocuidad de alimentos, calidad de alimentos a la idea de salubridad de alimentos; a ese nivel juntando la salud animal, la salud vegetal y la salud ambiental. Hay directrices generales y empiezan aparecer sobre estas directrices, legislaciones estaduales”, añadió.
Por último, sostuvo que en China, que empezó a dinamizar el mercado mundial de carnes, los compradores masivos empiezan a pensar en el concepto de salud pública. “Un conjunto de informes hablan sobre los cuidados, no solo en el proceso de producción, sino también que se puede transmitir a través no solo del producto en sí, sino en la manipulación hasta que llega a Shanghai o donde fuera el producto. Ahí tenemos una luz amarilla dando vueltas”, alertó.
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