Luego de 30 días del cierre de las exportaciones de carne bovina y sin haber logrado el objetivo de bajar los precios al consumo interno, las autoridades vuelven sobre la misma medida pero ahora con un cierre del 50% de las exportaciones, prohibición de exportar algunos cortes locales (que nunca se exportaron) y manteniendo aparentemente los niveles de exportaciones comprometidos en cuota Hilton, 481 y exportaciones a los Estados Unidos.
Al ser el destino mayoritario de nuestras exportaciones actuales a China y dado que este destino, que ha crecido fuertemente en los últimos años en su demanda, lleva “vaca” y no las categorías de consumo interno, el cierre de exportaciones ha provocado una fuerte caída en la demanda y en el precio, de la vaca consumo, refugo, descarte, flaca, conserva y como uno quiera llamarla, afectando de esta forma los ingresos de los criadores e incluso de los productores de leche que venden sus vacas de descarte a un mercado ahora de poco valor.
Nuevamente, y sin haber logrado el objetivo de bajar los precios en el mercado interno, se afectó la cadena de carnes en la producción primaria, se logró nuevamente que ocurran cierres parciales de algunos frigoríficos, licencias anticipadas al personal, cancelaciones de contratos, inversiones nuevas suspendidas y, fundamentalmente, un nuevo paso para atrás en la confianza para producir e invertir aún en uno de los negocios más emblemáticos que tenemos en el mundo, que es la carne argentina.
Los reiterados incumplimientos seriales del país en respetar contratos, deudas contraídas, negocios cerrados y en marcha, producen tanto en la comunidad Internacional como en nuestro país una pérdida en la credibilidad como proveedor confiable de carnes en este caso y con ello se resiente económicamente toda la cadena, desde el productor primario hasta el último eslabón comercial e incluso el consumidor (dado que al final el precio aumenta).
Sorprende ver anunciar al mismo tiempo que las restricciones impuestas a las exportaciones, el anuncio ”para la tribuna” de un plan ganadero. Un plan ganadero que quiere mostrar básicamente una política de créditos a tasa subsidiada a los productores, cuando el problema es que con mercados Intervenidos y cuotificados, el negocio no cierra y no genera confianza entre quienes producen e invierten en esta actividad, que es de mediano y largo plazo.
En 2002, la Fundación Producir Conservando planteó como objetivo al 2010 poder producir 2,8-3 millones de toneladas de carnes rojas, mantener el consumo interno y exportar un millón de toneladas y detalló las limitantes para que ello fuera posible. A casi 20 años de aquel desafío, estamos prácticamente en los mismos niveles de producción, con idénticas limitantes a las planteadas y seguimos insistiendo con las mismas recetas salvadoras desde las autoridades económicas.
Bien nos viene la frase atribuida a Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
El consumo interno total de carnes (bovina, porcina, aviar) en la Argentina es de los más altos del mundo (120 kg por habitante aproximadamente) y a un precio en dólares (el que cada uno elija: oficial, Banco Nación, libre, contado con liquidación, etc.) mucho menor que en el mercado externo.
Ningún país del mundo puede exhibir estos consumos de carnes en general, con un 42/45% de su población en la pobreza y el gran tema es proponer salir de la pobreza y no comer más carne.
Para salir de la pobreza el camino no es querer controlar e intervenir los precios de los alimentos y la economía en general, sino asumir, controlar y bajar la Inflación, entre otras falencias que hoy tenemos, que minan la confianza en el país y limitan su desarrollo y sustentabilidad.
El autor integra la Fundación Producir Conservando
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