Según carniceros consultados, luego del salto de los valores además hubo un reemplazo del público por cortes más económicos
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Los incrementos de precios en los alimentos, tras la devaluación de más del 20% que implementó el Gobierno luego de las PASO, provocó una vez más que la gente vuelva a ajustar el gasto de sus bolsillos. Si bien algunos productos son más emblemáticos en la mesa de los argentinos como el pan, la leche y la carne vacuna, todos sufrieron un aumento que afectó aun más su economía diaria ya golpeada desde hace tiempo. En este contexto, los consumidores no convalidaron, entre otros, el reacomodamiento de los precios de la carne vacuna, según pudo reconstruir LA NACION de diversas fuentes consultadas, y se produjeron bajas en torno del 10% en los cortes luego de que se registraran alzas superiores al 40%. “Se sumaron varios factores: la suba de la carne vacuna, del pollo y el cerdo. Fue todo junto y pegó de lleno en el bolsillo de la gente”, explicaron los comerciantes.
En rigor, en un informe, el consultor porcino Juan Uccelli analizó los últimos incrementos de las diferentes carnes. “El precio promedio de un kilo de carne vacuna (valor equivalente res) se posicionó en $1820 (100% de aumento); el de cerdo en $843,57 (45,6% de aumento), y el pollo en $769,25 (41,6% de aumento). La media res vacuna se frenó y hay mucho miedo por la situación de esta semana. El pollo eviscerado subió bastante y la media res porcina se acomodó un poco más. La incertidumbre y el miedo son los peores enemigos del consumo de las carnes”, explicó el especialista.
En primera persona describió lo ocurrido Gonzalo Moreira, que posee una carnicería minorista en el barrio porteño de Caballito y otra mayorista en Mataderos. Dijo que el bolsillo del argentino no estaba preparado para convalidar esos valores de la mercadería y dejó de comprar. Así de simple.
“Acá estamos, peleándola como siempre en el frente de batalla. Los consumidores no convalidaron tamaña suba de precios. Era imposible hacerlo, lo entiendo. En un principio siguió comprando, pero cuando se le agotó el bolsillo de la mensualidad más rápido, dejó de comprar o suplantó con cortes más baratos los que habitualmente compraba”, contó a LA NACION.
Según detalló, antes el fin de mes de los trabajadores se daba entre el 20 y 25 de cada periodo pero que ahora se adelantó y se pasó al día 15: “Es cada vez más dura la realidad de la gente”.
Esto provocó, de manera casi automática, que la mercadería ofrecida no se comercialice y muchos cortes caros como el lomo o la colita de cuadril queden en las heladeras de los comercios. En los últimos días también hubo un retroceso de valores de la hacienda en pie en el Mercado Agroganadero (MAG) de Cañuelas. “Cayeron las ventas pero lo más representativo de la situación es que nos empezaron a sobrar los cortes más caros. Lo que nunca nos pasaba es que este fin de semana nos quedó asado sin vender en la carnicería”, describió.
En el inicio de la semana, las carnicerías, “por más que se había comprado más caro”, bajaron los precios al público en hasta un 10%. En su momento, tras la suba fenomenal, dijo, no pudieron subir lo que correspondía para poder mantener el flujo de ventas y activa la estructura de su pyme.
“Todo sube pero no se puede trasladar ese aumento a los clientes porque somos los que le damos la comida”, indicó el comerciante, de 45 años, y que desde muy pequeño arrancó en esta actividad.
Sergio Pedace, vicepresidente de la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMyA), coincidió que el consumo de carne bajó y que la gente está deprimida porque todos los alimentos de la canasta básica han aumentado de una manera importante. “El plan platita no soluciona nada, solo tiene un fin electoral y que complica a todos. Hay poco consumo”, dijo y advirtió que para fin de septiembre puede volver a faltar hacienda y que los precios den otro salto.
Para Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra), la comercialización está muy dura. “Se vende poco, se frenaron las ventas en las carnicerías y los precios siguen cayendo en el mercado de hacienda: lo que se pagó $950 [en el mercado el kilo vivo] hoy está $100 abajo. Pero si el Gobierno lanza mucha plata al mercado, el precio se va a recuperar”, dijo y recordó que “aun persiste el problema de la sequía en los campos y los productores continúan complicados en alimentar su hacienda por falta de pasto”.
Un tema no menor que preocupa en demasía a Moreira es la medida impuesta por el Gobierno del bono de $60.000 para cada trabajador. “Tengo 30 empleados y con una medida desmedida del Gobierno que me la impuso, sin tenerlo previsto, tengo que pagar de una $1,8 millones, que no puedo trasladarlo al producto final porque si no con esto seguimos generando inflación. Sentí que de golpe me entraron a robar y me llevaron esa cantidad de plata. Me siento robado. Estábamos en alerta para que no nos saqueen la mercadería y ahora esto. Es todo muy difícil: damos trabajo y nadie nos cuida”, cerró.
En ese sentido, Pedace señaló que la situación que el Estado le diga a los privados que tiene que pagar un bono, “estando los sindicatos y las paritarias para resolverlo, es una locura”.
“Todo es para la campaña política del ministro de Economía y candidato a presidente por el oficialismo, Sergio Massa. No hay vuelta de hoja, no se soluciona nada sino que se empeora. Es una ensalada rusa”, remarcó.
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