En el primer semestre del año, de acuerdo a un informe de Rosgan el precio del producto aumentó un 34% cuando los sueldos lo hicieron un 23%; fuerte impacto de las restricciones a las exportaciones en el negocio ganadero
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Mientras el Gobierno le puso un cepo a la exportación de carne vacuna con la excusa de frenar la suba del precio, un informe de Rosgan, integrado por la Bolsa de Comercio de Rosario y consignatarios de hacienda, refleja que el principal problema del acceso a este producto en el primer semestre de 2021 estuvo en la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. En tanto, un trabajo de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA) para las asociaciones de criadores de las razas bovinas Braford y Hereford demostró que, por culpa de las restricciones a las exportaciones, los productores ganaderos están perdiendo $6500 millones por mes. Son las paradojas del cepo a la carne.
En junio pasado, la carne al público subió 7,7% según un informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva). Luego, en julio último, se registró una retracción de apenas el 0,9% según datos del mismo organismo. Frente a esta situación, desde el Gobierno vienen hablando de estabilización del precio más allá de que no se registren bajas bruscas en los valores al público por efecto del cepo.
Según el reporte de Rosgan, que hizo un análisis de la hacienda, el valor de la carne y los salarios con datos de Indec (expresados como índice base 100, diciembre de 2016), los sueldos quedaron muy atrás de la carne. “Este año, durante el primer semestre, la hacienda aumentó solo un 9% mientras que el precio de la carne volvió a repetir una suba del 34% semestral. Los salarios, aun con una menor brecha, solo corrigieron un 23%, según datos reportados por el mismo Indec a junio de 2021”, indicó.
Rosgan habla de que la carne “volvió a repetir” un incremento del 34% luego de haber registrado un aumento similar en el segundo semestre de 2020. Al respecto, sobre la performance de la segunda mitad de 2020 el informe precisó: “Durante el segundo semestre del año pasado, el precio de la hacienda subió un 79%, el precio de la carne un 34% y los salarios un 16%”.
De esta manera, en un período y otro los salarios quedaron atrás de la suba del valor de la carne en un contexto de por sí inflacionario y donde al valor final, además del precio de la media res que llega a las carnicerías, el carnicero le agrega otros costos que tiene, como alquiler, energía, entre otros.
En este contexto, cuando el salario no puede acompañar a la carne el precio de ella no convalida lo que ocurre, además, con la materia prima. Rosgan lo explicó así: “El precio de la carne tiende a copiar la evolución del precio de la hacienda, siempre que el salario permita acompañar la suba. Por el contrario, cada vez que el salario se retrasa contra inflación y el consumidor pierde poder de compra, el precio de la carne no logra convalidar las subas registradas en el valor de la materia prima”.
El año pasado, esa pérdida del poder adquisitivo del salario respecto de la carne terminó derivando, a su vez, en una baja del consumo. Así, en base a datos oficiales el año pasado el consumo por habitante descendió de 54 a 51 kilos por habitante por año.
Lo que termina poniendo un freno a las subas es el “bolsillo” del consumidor y no una medida como la que tomó el Gobierno para que internamente quede más carne disponible. Al respecto, el trabajo destacó: “El objetivo del gobierno es mantener los precios contenidos hasta las elecciones para lo cual, la idea general es no innovar respecto a las medidas adoptadas con la exportación. Ahora bien, existe una gran falacia detrás de esta lectura. Si bien el objetivo del gobierno parece estar consiguiéndose, tras una relativa estabilización de los precios de la carne tanto en julio como en lo que va de agosto, la causa no responde a una mayor oferta de carne sino a la debilidad del propio consumidor”.
El mismo reporte destaca que la exportación “ya está limitada” y que frenarla no es la solución tanto a una menor oferta como, remarcó, ante “la inevitable erosión de los salarios a la que nos exponen semejantes tasas de inflación”.
En mayo pasado, las ventas al exterior de carne vacuna se ubicaron en 89.071 toneladas res con hueso. En junio pasado, con el cepo a pleno, ese volumen descendió a 51.315 toneladas res con hueso, una retracción del 42%. En tanto, en julio se exportaron 51.177 toneladas res con hueso, volumen similar en medio del cepo al mes anterior.
Pérdidas para los productores
Mientras los salarios pierden ante la carne por culpa de la inflación, los productores ganaderos están resignando millones por efecto del cepo, según un trabajo de FADA para las razas bovinas Braford y Hereford.
Al respecto, el trabajo consideró el valor del Índice General del Mercado de Liniers (IGML) en la primera semana de mayo pasado, antes del cepo, con $152,3 el kilo -tomando en cuenta todas las categorías de hacienda- y luego registró el precio del IGML de $145 a la tercera semana de agosto, en plena restricción.
En rigor, se llega a una pérdida de valor de faena por las restricciones de $1800 millones por mes. Sin embargo, acota FADA, si a la estimación “se le descuenta la inflación, ya que se compararan valores con tres meses y medio de diferencia”, ahí la pérdida para los ganaderos salta a los 6500 millones de pesos por mes.
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